Cultura

Una Andalucía posible

  • El guitarrista Juan Manuel Cañizares ha realizado una brillante transcripción de las danzas de 'La vida breve' de Manuel de Falla y otras composiciones juveniles del compositor.

La vida breve. Cañizares. Transcripciones de Cañizares. JMC Music.

Han pasado cien años desde que La vida breve se estrenara en París, antecedido este acontecimiento por un preestreno en Niza unos meses antes. Es la primera gran obra del compositor gaditano y también la primera ocasión en la que alude y usa directamente la música flamenca. En el acto segundo aparece el personaje de un cantaor que canta unas soleares acompañado de guitarra.

En las representaciones de esta ópera de Manuel de Falla (1976-1946), el cantaor suele estar interpretado por un barítono pero en algunas representaciones lo han incorporado artistas jondos. Gabriel Moreno y Manuel Mairena lo llevaron al disco, el primero con la Orquesta Nacional de España y Victoria de los Ángeles y el segundo junto a Teresa Berganza y Narciso Yepes. En este mismo acto hay también dos danzas de inspiración flamenca y bolera que es donde ha fijado su interés Cañizares para esta edición y que ha adaptado a su instrumento puesto que la versión original de las mismas es orquestal, naturalmente. No es la primera transcripción de estas danzas, que cuentan, sobre todo la número 1, con una tradición de versiones para piano, violín y piano, cello y piano, guitarra y piano, flauta y piano, flauta y guitarra, dos pianos y, por supuesto, para una o dos guitarras, con interpretaciones históricas como las de Alicia de Larrocha o John Williams. El guitarrista flamenco Paco Peña grabó la danza número 1 a dúo con Eliot Fisk y Juan Luis Montón hizo lo propio junto al clásico David González. El sudafricano Saudiq Khan firma la versión más flamenca hasta la fecha, casi una bulería, de esta composición, sin duda la más popular de La vida breve, y una de las más conocidas de Falla, de la música española por tanto. La versión de Cañizares, como suele ser habitual en este intérprete, es sumamente respetuosa con el original.

Asume todo el virtuosismo y el ímpetu del Falla juvenil, con el consiguiente despliegue de energía que requiere una danza en compás de 3/8 que tiene relaciones de familiaridad con el polo, la caña, los jaleos y el olé. Aunque son precisamente los pasajes más contemplativos, en tono flamenco, los que mejor retratan los paisajes jondos que evoca Falla, y que Cañizares revisa con enorme respeto y sabor sureño de interior. Falla viaja lejos de su amada Caleta a la busca del fondo andaluz universal en las montañas y los salones de la Andalucía profunda, en este caso una Granada soñada, escenario de la ópera, ciudad que aún no conocía el compositor y donde se instalaría años más tarde. Menos popular que la primera, aunque también cuenta con transcripciones para instrumentos solos, es la danza segunda. Igualmente de compás ternario, aunque relacionada en esta ocasión con el ritmo de los fandangos, se trata de una obra más contemplativa y solar, lírica. Hablamos de fandangos pero no hay que olvidar que el fandango histórico, con el que dialoga aquí Falla, guarda no pocos parentescos con los jaleos y la soleá. Falla muestra aquí su particular visión del arte jondo al sumar a la tradición un considerable material melódico propio, muy personal, con originales variaciones que hoy podrían entrar a formar parte, con toda la naturalidad, del repertorio de falsetas flamencas. De nuevo ofrece Cañizares una interpretación pulcra, muy respetuosa, y dotada de un ímpetu flamenquísimo, sin dar una nota que no estuviera en la partitura original.

Ése es el mérito de este intérprete, buscar el fondo flamenco que late en la obra de Falla y aportar su visión jonda de un repertorio que también pertenece, por derecho, al mundo del flamenco. Falla inventa flamenco en esta obra e inventa una Andalucía que nunca existió pero que es perfectamente posible.

Cañizares devuelve a la guitarra flamenca lo que la guitarra flamenca inspiró para la orquesta impresionista. Estilización e invención. Estilización del espíritu flamenco para la invención de nuevas músicas jondas. La música flamenca tardaría 100 años en llegar a semejante complejidad armónica. Por otras vías, naturalmente.

Además de La vida breve este disco contiene una selección de la literatura pianística de Falla anterior a dicha obra, incluso algunas composiciones firmadas en Cádiz antes del viaje trascendental a Madrid de 1897. De nuevo, las transcripciones de Cañizares aportan energía jonda a las composiciones de un Falla por entonces completamente ajeno a lo jondo ya que fue Pedrell, al que conoció en 1901, el que lo orientó en esta dirección trascendental en su obra. Este disco también incluye el Canto de los remeros del Volga de 1922.

Juan Manuel Cañizares (Sabadell, Barcelona, 1966), que empezó a tocar la guitarra con sólo siete años, es uno de los grandes creadores del flamenco contemporáneo, figura clave de la generación tocaora posterior a Paco de Lucía, un enorme renovador de la armonía flamenca, un buscador incansable del aliento jondo que late en la música académica nacionalista que ya ha adaptado a su instrumento obras magnas como Iberia de Albéniz, El sombrero de tres picos de Falla, Goyescas de Granados o una selección de las sonatas de Domenico Scarlatti.

Toda una proeza de transcripción e interpretación a la busca de los lazos de unión entre el flamenco y la música académica en aras de dotar a lo jondo de una mayor dimensión y universalidad. A ello debemos sumar su calidad como intérprete y compositor de nuevas músicas flamencas en discos como Punto de encuentro (2000) o Cuerdas del alma (2010). También ha sido y es un estrecho colaborador de los más grandes creadores jondos de nuestro tiempo como Paco de Lucía, Camarón, Morente, Diego Carrasco o artistas ajenos al flamenco como Peter Gabriel o Joan Manuel Serrat. Como señala José Manuel Gamboa, "es una de las cumbres de la guitarra flamenca contemporánea".

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