Mario Prisuelos | Pianista

"En mis conciertos conviven la música actual y la tradición"

  • El pianista madrileño Mario Prisuelos publica ‘Ricercata’, su segundo álbum en el sello granadino IBS Classical, en el que se recogen obras de Shostakóvich, Ligeti y Stockhausen

El pianista madrileño Mario Prisuelos publica su segundo álbum en IBS Classical

El pianista madrileño Mario Prisuelos publica su segundo álbum en IBS Classical / Javier Salas

Después de un primer disco dedicado a la música de Tomás Marco, el pianista madrileño Mario Prisuelos vuelve al sello IBS Classical con un álbum que será presentado en la Real Academia de Bellas Artes de Madrid el próximo 21 de noviembre. En Ricercata, Prisuelos se acerca a tres grandes creadores del siglo XX, Dmitri Shostakóvich (1906-1975), György Ligeti (1923-2006) y Karlheinz Stockhausen (1928-2007).

–¿Por qué Ricercata?

–Tenía en mente este disco desde hacía mucho. Quería grabar música de estos tres compositores en los que coinciden cosas que me parecían óptimas para una grabación. El título proviene de la obra de Ligeti y tiene que ver con el ricercar, es decir con la búsqueda. En mi caso es una búsqueda en torno a tres compositores esenciales del siglo XX con estéticas muy diferentes, pero con algunas cosas en común. Son tres músicos que incansablemente buscaron y avanzaron en sus caminos artísticos. Los tres están además muy vinculados al repertorio pianístico del siglo XX. Tenía muchas ganas también de jugar con una connotación ambigua. Porque hablamos de tres grandes clásicos ya del siglo XX, pero en la mente de un aficionado medio suenan todavía a vanguardia, a música contemporánea (sobre todo, Ligeti y Stockhausen), de esa contra la que hay tanta reticencia. Quería que la gente lo escuchara y que viera que es música maravillosa,que cualquiera puede oír y disfrutar.

–Son también tres hombres que tuvieron existencias marcadas por experiencias muy difíciles...

–En efecto, los tres están unidos también por eso. Les tocó vivir bajo el yugo de los totalitarismos del siglo XX. Shostakóvich se pasó media vida haciendo equilibrios entre lo que debía y no debía hacer. Se pasó años durmiendo con la maleta preparada esperando que fueran a buscarlo. La madre de Stockhausen fue víctima del programa Aktion T4 y eliminada por sus problemas mentales en la Alemania nazi. El padre fue al frente del este y no volvió. Y él mismo acabó conociendo de cerca los horrores de la guerra porque lo reclutaron y lo pusieron de camillero. La familia de Ligeti fue deportada a campos de exterminio: su padre y su hermano fueron asesinados, sólo sobrevivió su madre. Y tras la guerra llegó el régimen comunista a Hungría, del que sólo se liberó, tras la invasión rusa del 56, huyendo a Viena. Son todas ellas vivencias muy duras.

–¿Piensa que eso afectó de algún modo a su música?

–No cabe duda de que el sitio donde naces y tus circunstancias personales influyen en tu obra artística. De todos modos, no necesitamos saber lo que tuvieron que vivir para entender su música. Son tres grandes genios que en cualesquier circunstancias habrían destacado, pero de alguna manera aquello los condicionó, por supuesto.

Ricercata - Mario Prisuelos Ricercata - Mario Prisuelos

Ricercata - Mario Prisuelos

–¿Qué le interesaba de estas obras?

–En primer lugar me permitían trazar un dibujo de la variedad estilística, una característica del siglo XX, en el que ocurren muchas cosas en muy poco tiempo. Fíjese que la obra de Shostakóvich es de 1933 y las otras dos nacen en los cuatro primeros años de la década de 1950. En apenas veinte años tenemos estas tres obras maestras. Porque lo que más me interesaba lógicamente es que son tres obras maravillosas.

–Los Preludios Op.34 de Shostakóvich no tienen en cualquier caso nada que ver con sus más conocidos Preludios y fugas Op.87, más tardíos y complejos.

–Estos no son tan conocidos, es cierto. Pero siempre me han gustado mucho y quería mostrarlos. Ofrecen una variedad increíble de caracteres, los hay giocosos, bailarines, tristes, fúnebres, amorosos... Algunos no llegan ni al minuto de duración. El más largo apenas sobrepasa los dos minutos. Y sin embargo ocurren toda una serie de cosas maravillosas en esos breves lapsos de tiempo.

Musica Ricercata es una obra del Ligeti húngaro anterior a su establecimiento en occidente.

–Sí, pero es una obra genial. Ligeti explora de alguna manera todos los registros del piano, que luego llevaría a formaciones más amplias. Con muy pocos recursos es capaz de levantar un mundo sonoro maravilloso. El primer número empieza con una sola nota, un do, y luego le añade un re; todo se construye con esas dos notas. Cada nuevo número va añadiendo una altura más hasta completar en el último los doce sonidos de la escala cromática. Y en ese camino Ligeti va explorando nuevos registros. Por ejemplo, el número 7 es un ostinato en la mano izquierda que es un homenaje a la música electrónica. El número 2 se hizo famoso porque Kubrick lo usó en la banda sonora de Eyes Wide Shut

–Y Stockhausen, tan preocupado por no repetirse nunca...

–En sus 19 Klavierstücke hay en efecto ese deseo de ruptura con todo lo anterior. Stockhausen exprime todos los recursos del instrumento, usando todo tipo de técnicas extendidas, introduciendo el ruido o creando sonidos directamente en el arpa del piano. Quizás este número 9 sea el más conocido, con ese acorde que se repite al principio 142 veces en diminuendo para conseguir un efecto hipnótico en el oyente. Ese acorde seguirá apareciendo luego como auténtico leitmotiv a lo largo de toda la pieza. Es una obra sorprendente, la pieza más emblemática de toda la colección y por eso quise meterlo en el disco.

–¿Cuál es la recepción de estas obras en concierto?

–A priori me siento con el deber de mostrarlas e insistir en que el público escuche esta música. Además de este repertorio, que es ya más tradicional, suelo interpretar música de nuestros días. Intento mostrarlo y programarlo con naturalidad entre otros repertorios. En mis conciertos convive la música actual con la tradición. Y la respuesta siempre ha sido muy favorable. Me he encontrado con programadores que no me han dejado programar una serie de obras. En EEUU, en la que los ciclos suelen tener carácter privado, tienen más reticencias. Pero luego el público viene al final del concierto y te agradece que toques esas obras, y casi siempre son las que más gustan. Es verdad que un aficionado medio igual no está preparado para un programa entero de música actual. Por eso apuesto por la convivencia de la música actual con la tradicional, con absoluta naturalidad. Lo hago también mezclando con otras artes. Por ejemplo, en Oceánica, un espectáculo que tengo con el bailarín Maximiliano Sanford y en el que se escucha música de Shostakóvich, Granados, Albéniz, David del Puerto o Rebecca Saunders. La respuesta del público es extraordinaria, facilitada porque hay una dramaturgia, una historia detrás.

–¿Y los programadores mantienen las reticencias antiguas? ¿Nada cambia?

–Por mi carácter optimista quiero pensar que algo está cambiando, pero sí, hay reticencias. Pienso que tenemos que creer más en la música de hoy, tanto los programadores como los intérpretes. Cuando nosotros creamos, el público empezará a creer. A veces te encuentras con un problema de conocimiento o de información. Hay programadores que meten en el mismo saco a Ligeti, Shostakóvich y Sánchez Verdú. Todo es música contemporánea. 

–¿Es entonces un problema de etiqueta?

–Sin duda, algo de eso ahí.

–¿Por qué el legado contemporáneo está asumido en las artes plásticas y no en la música?

–Hay varios factores, creo yo. Durante décadas se despreció al público. Toda la corriente de Darmstadt, de París... y eso lo estamos pagando aún hoy, aunque eso se haya superado y ahora convivan estéticas de todo tipo. Así que ese argumento se nos está cayendo, hay que encontrar otras respuestas. Creo que en el arte plástico hay un componente activo del que lo consume. Da más tiempo a reflexionar en pintura que en música. No sé si el público está preparado para la concentración que requiere la escucha, sobre todo viniendo de esa corriente serial que consistía en no repetir nada y que lo hacía todo mucho más exigente. En cambio, las instalaciones sonoras la gente las asume con mucha más naturalidad, porque vas moviéndote y la consumes un poco a voluntad, no es lo mismo que sentarse a escuchar.

–Segundo disco para IBS, que se ha convertido en el sello clásico español por antonomasia.

– Es un privilegio repetir con IBS. Paco Moya ha hecho un producto extraordinario, con una calidad de grabación impresionante. He sido muy feliz de haber estado otra vez en sus manos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios