Andrés Herrera 'Pájaro'. Músico

"Siempre he sido 'guitarrista de', pero ante todo tenía claro que era músico"

  • El guitarrista sevillano, que tras muchos años a la sombra de otros artistas ultima su esperado segundo disco tras el éxito de 'Santa Leone', abrió el concierto de Bob Dylan en Zaragoza.

La madre le consiguió su primera guitarra juntando cupones de Avecrem. Del padre, proyeccionista de un cine de verano en Torreblanca y cofrade de la Sevilla periférica, heredó el gusto por el western, las bandas sonoras de Morricone y las marchas de Semana Santa, que silbaba tan armónica e incansablemente que acabaron por darle su nombre. A tocar aprendió viendo a sus hermanas ejecutar sus cancioncillas santurronas de las monjas en el salón de casa, y luego siguió de oídas, sin clases, ni maestro, ni conservatorio, fijándose en los conciertos de la Sevilla rockera de finales de los 70. Muchos lo conocieron hace tres años, cuando publicó, casi con 50, su primer disco propio, Santa Leone. Pero en realidad Andrés Herrera, Pájaro, nacido en 1963 en el Parque Alcosa, donde sigue viviendo, llevaba toda la vida tocando. Para otros, eso sí. Los hermanos Raimundo y Rafael Amador, Kiko Veneno, Pepe Begines o por supuesto Silvio (Fernández Melgarejo, naturalmente) contaron con este guitarrista fino, luminoso y lleno de swing. Mientras ultima su esperado segundo disco, que verá la luz de nuevo en el sello Happy Place, se ha dado el gustazo de añadir un galón muy especial en su pecho de veterano del rock & roll: abrir un concierto para Bob Dylan. Fue este domingo en Zaragoza, en la segunda fecha de la gira nacional del que hasta hace nada, para Pájaro, y para tantos otros, era sólo una leyenda que habitaba en otro plano de la existencia.

-Desde que publicó Santa Leone, que encandiló a la crítica y le granjeó un público más amplio, todo parece ir sobre ruedas...

-No nos podemos quejar. Desde entonces sólo han pasado cosas buenas, es cierto. Hemos dado muchísimos conciertos por toda España y también en el extranjero. Nada más sacar el disco estuvimos en el festival ese de Austin, en Texas, el South by West. Aquello es un pepinazo, y de repente te ves dándole la mano a gente como James Hunter, al que admiro mucho... Fue todo muy flipante.

-¿Qué significa para usted Bob Dylan?

-Para mí, y para muchos, ha sido una guía; La Guía. Es un superdotado. Yo me acuerdo, con 12 o 13 años, de ponerme unas gafas de sol de mi padre delante de un espejo con una guitarra acústica para emular a Dylan. Sin cantar en inglés, por supuesto, todo inventado, pero me lo pasaba pipa. Eso lo he hecho con tres: con Elvis, con Dylan y con Jimi Hendrix. Después tuve la suerte de tocar con Silvio, y coño, yo decía: después de esto, ¿qué me puede pasar más grande? Pues míralo: Dylan. Es un lujo. Porque yo sigo siendo un niño todavía, bastante, bastante, bastante niño, o al menos eso me dicen mis colegas, que tengo que madurar un poco. Pero en fin, para mí esto de tocar para Dylan es como un sueño cumplido. Vaya, que todavía no me lo creo.

-¿Hay que ser un poco niño para dedicarse al rock & roll?

-Yo creo que hay que ser un poco niño para dedicarse a la vida. Porque en el momento en que nos damos cuenta de que hemos madurado, olvidamos lo que hemos sido siempre y eso no funciona. Para seguir ilusionado con la vida, para ver los colores y respirar bonito no se puede dejar de ser niño. Da igual la profesión que tengas.

-No sé cómo anda de inglés, pero si tuviera la oportunidad de hablar con Bob Dylan, ¿qué le diría?

-Para mí Dylan siempre ha sido una fotografía o un disco. Es como si fuera irreal, así que si lo veo de cerca lo mismo me parecerá que estoy en los carnavales de Cádiz. Supongo que sólo con mirarlo él se daría cuenta de la admiración que siento hacia él. Debe de estar más que acostumbrado, incluso puede que le moleste, ¿no? Tiene que ser muy complicado ser Bob Dylan, no poder vivir tu vida tranquilamente como todo el mundo. ¡Coño, es un mito viviente!

-Hábleme del nuevo disco que está ya ultimando. ¿Se parecerá a Santa Leone?

-Como es hijo de los mismos padres, si no es el color del pelo, los ojos sí los tendrá parecidos. Aunque no nos estamos basando en la misma fórmula. Aparecerán motivos y cosas que recordarán al primero, pero vamos a intentar que sea diferente, que sea original y un poco una sorpresa. El primer disco era más de América del Norte y éste es más del sur de Estados Unidos e incluso de América, porque vamos a pasar por Chile, por unos cuantos países para recuperar canciones de Quilapayún o de Víctor Jara, que tiene algún tema, como El derecho de vivir en paz, que lleva guitarras eléctricas. ¿Por qué tendríamos los rockeros que hacer sólo canciones de rockeros?

-¿Tiene ya título y fecha de publicación?

-Mira, voy a ser valiente, me pueden matar por esto pero voy a decirlo. La fecha de sacarlo no puede pasar de diciembre porque ya lo tenemos totalmente cerrado. Y estamos barajando nombres. El que yo quiero ponerle es He matado al ángel. Es de un trozo de una canción que dice: "Yo he matado al ángel con mis propias manos / escondí sus alas dentro del sagrario". Me gusta usar esas cosas. No por la historia de la religión, sino porque vivimos donde vivimos y está en el aire. Nuestra cultura judeocristiana no nos la quita ya ni Dios.

-Si Santa Leone de algún modo compendiaba su vida, sus amistades, sus grandes fuentes como guitarrista, ¿qué historia cuenta el segundo?

-Pues los últimos tres años. No puede ser de otro modo porque las canciones tienen que ser de verdad, tienen que ser reales para que te las puedas creer. En el fondo la fotografía viene a ser siempre la misma: la de un chaval con muchas orejas y mucha nariz y ya no tan canijo que se muere por la música. Es la única manera que conozco de alcanzar la tranquilidad. Soy hiperactivo y tocar la guitarra es realmente una terapia.

-Muchos le descubrieron cuando publicó el primer disco a pesar de que llevaba muchísimos años haciendo música en un segundo plano, ¿cómo se sintió cuando experimentó ese nuevo recocimiento?

-Bueno, es una cosa que todavía está pasando. Mi estado de ánimo y muchas otras cosas han cambiado desde que sacamos el disco. Por ejemplo, ayer iba por mi barrio y me viene una chiquilla de 17 o 18 años y me dice [pone voz solemne y cómica]: "¿Usted es el hombre que va a tocar con Bob Dylan?". ¡Coño, que me quedé cortado! La niña, vaya tela... Le pregunté cómo se había enterado y me dijo: "Lo sabe todo el mundo, tío". Qué quieres que te diga, me da mucha alegría que un hijo de Sevilla sea querido por las cosas buenas que le pasan.

-¿Vivir en primera persona el éxito de manera tardía en lugar de con 20 años lo cura a uno de tonterías?

-Totalmente. Poco a poco te vas dando cuenta de que después de tantos años tocando la guitarra eres una persona pública, y es un poco... raro, ¿no? Vas por la calle y la gente se queda mirándote. Pienso que las cosas de la vida tienen que ir poco a poco. Es mucho mejor subir escalones así, afianzándote cuando llegas a un descansillo. Es muy gratificante. Yo siempre he sido guitarrista de pero siempre tuve las cosas muy claras y sabía que yo era músico, que yo tenía que componer. Pero no encontraba el momento. Cuando lo hice fue ya por necesidad, no económica, sino personal. Necesitaba realizarme. Mira, yo creo que lo que hay que ser en la vida es auténtico, más que bueno, entre otras cosas porque qué es ser bueno: hay muchas formar de ser bueno. Todas las personas dejan una obra en la vida, y tu obra no tiene que ser artística, la gran obra de tu vida puede consistir en ser un buen padre, no hay cosa más importante ni manera mejor de cambiar el mundo. Pero yo además soy guitarrista y quería hacer mi música.

-Ha tocado con muchos pero si hay alguien a quien siempre se le asocia, inexorablemente, ese es Silvio. Usted mismo suele recordarlo en sus conciertos, así que asumo que no le molesta que muchos lo conozcan como el-guitarrista-de-Silvio...

-Ah, no. No, no, no. En absoluto. Cómo me va a molestar. Es un honor. El único hijo varón que tengo se llama Silvio. Como homenaje a mi padre podía haberle puesto mi nombre, pero ya lo llevo yo. Y Silvio fue el segundo padre, el rockero, que yo tuve. Y sí, he tocado con mucha gente y muy grande, pero la verdad es que ser la mano derecha de Silvio... Para mí fue como si un extraterrestre apareciese en Sevilla y de pronto lo cambiara todo. No era un tío responsable a la hora de subirse a un escenario y cantar, siempre iba con la golfería de "pues ahora no voy a cantar", pero bueno, no hacía falta, la gente ya se encargaba de cantar sus canciones. Yo me voy a morir diciéndolo: el mejor, para mí, la estrella de la que yo he estado más cerca, fue Silvio. Como persona, como amigo y como artista.

-¿Qué cosas aprendió de él que luego le sirvieron como persona y en su carrera musical?

-Sinceramente, la más importante, a cuidarme. Silvio era un genio, pero también era una persona muy autodestructiva...

-Existe la imagen divertida de Silvio, sus batallitas, pero fue un personaje bastante trágico...

-Lo fue, pero no lo mostraba el tío. Eso era lo más grande de Silvio. Jamás te contaba un problema o una pena, y para eso hay que ser muy Silvio. Se partía una pierna y hasta los cuatro días no te enterabas. Era muy especial. Cualquier persona no aguanta lo que esa persona aguantó. A pesar de tener una vida se puede decir que cenicienta, era el tío que te alegraba el corazón. ¡Qué bonito! Era admirable. Era brillante. Jamás le vi hace nada mediocre en la vida. Ni un solo gesto. Jamás.

-En los muchos años que pasó tocando para otros, ¿se vio en algún momento haciendo cosas absurdas o de algún modo era capaz de disfrutarlo siempre?

-Para ser un buen cocinero hay que pasar por limpiar platos. Así lo veo yo. Hay cosas en el trabajo que no te gustan, pero está bien conocerlas para no repetirlas. En 35 años que llevo tocando profesionalmente algunas cosas he tenido que hacerlas por pura necesidad, pero no me siento mal ni arrepentido, sino que simplemente... ya no las hago más. De todos modos nada ha llegado a cortarme el rollo como para decir "vaya tela, tío, dónde carajo me he metido". Nunca. Incluso los Chanclas, que para muchos eran una orquestita, eran unos músicos excelentes. Me lo pasé muy bien, estuve 10 años con ellos y además gané mi dinerito.

-Sobre los grupos sevillanos siempre ha pesado eso del estigma periférico. Que ha existido y existe, pero por otro lado, ¿cuánto de autocomplacencia hay a veces, cuántas cosas se han perdido y cuántos talentos no han llegado a más por el qué bien se vive aquí?

-Ahora no tanto, pero hace 20 años un músico, si quería vivir de su trabajo, se tenía que ir a Madrid. Por eso muchas veces ha habido gente haciendo una música bestial pero se ha quedado aquí y nos la hemos comido con papas. Y muchas veces nos hemos dedicado a ser los más chulos de nuestro barrio. Pero no mola. Hay que sacar lo nuestro para afuera. Y para eso te tienes que mojar. Yo no hago música para Sevilla, yo hago música para las personas, para todas las personas. El grupo es muy local pero se entiende fuera, siempre he percibido un feeling alucinante. Esto va de eso: de ganar partidos y tirar para arriba. Ahora mismo, por decirlo así, hemos sido campeones de Segunda y toca ahora darlo todo en Primera. A ver si nos mantenemos...

-Usted es un defensor incondicional del mestizaje, y su misma música habla por usted...

-Es que eso viene de siglos. Aquí nos hemos mezclado en la antigüedad y en la modernidad. A mí me toca las narices que haya aviones con bombas atómicas al lado de mi casa, pero gracias a las bases de los americanos llegaron los discos de rock & roll. Esta ciudad ha acogido todas las culturas y eso se nota. Yo vengo de judíos. He estado investigando. En mi casa siempre se ha dicho "vamos a hacer el sábado", aunque ya no era para rezar, sino para limpiar. Somos, afortunadamente, una mezcla de todos los que han venido por aquí. Somos todos mixtolobos y eso es bueno. Yo tengo dos perros, uno de raza y el otro mestizo, y el mestizo le da 18.000 vueltas porque el de raza es demasiado delicado y el mezcladito es muy gitano y le cabe . No quiero ponerme chovinista, pero de Andalucía ha salido mucho arte, no sólo música, y no puede ser casual.

-¿Qué otras músicas le emocionan además del rock & roll?

-Escucho de todo, según el estado de ánimo, pero estoy enamorado de Pavarotti. Los italianos me encantan: Rossini, Puccini... La música que a mí me eleva el espíritu y me hace decir "ole" es la música clásica. No sabes lo que flipo con la ópera. Algunas me las sé enteras. Todavía no he pisado el teatro de la ópera, pero el día que vaya me desmayo allí. O Mozart, que lo escuchas y tienes la sensación de que es la música... ¡de un niño! Qué cosa más bonita. Tan fácil de escuchar y tan difícil hacerla... Silvio decía que la música es el silencio bien contado, y a algunos les cuesta toda una vida darse cuenta, pero sí, eso es la música.

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