Cultura

Voz de azúcar quemada

  • La cantaora malagueña Virginia Gámez presenta su primer disco como solista con grandes colaboraciones.

Soñé. Virginia Gámez. Fundación Unicaja

Virginia Gámez hace con su voz quemada, muy dulce y sentimental, la llamada Malagueña del Niño de Huerto que muchos estudiosos, entre los que me encuentro, consideran que es una recreación de la malagueña del Mellizo. La guitarra, deliciosa, la pone Andrés Cansino. La voz de Gámez suena templada, natural. Por rondeñas, con la gran guitarra de Juan Ramón Caro, y con una percusión delicada, hace dos melodías de la modalidad conocida como "chica". Y de Málaga a Huelva, en los fandangos titulados Ramillete. El tema se abre con los inevitables estribillos a coro, pero contiene un par de cantes de mucha enjundia y un gran arreglo de guitarra.

En la bulería por soleá hace acto de presencia una de las grandes bailaoras de hoy, La Lupi, paisana de Gámez. Voz caliente, muy afinada, oscura, con brillantes resoluciones de los tercios. Incluye una letra deliciosa firmada por José de la Tomasa, que además canta la toná que cierra el disco. El estilo de Gámez es torrencial, por condiciones físicas y también por temperamento. Pero cuando se ajusta disciplinadamente a la melodía clásica de lo jondo el resultado es excepcional. En la milonga encontramos la guitarra delicada de Curro de María y el violín de Nelson Doblas.

El resto del disco, tangos con Curro de María, tanguillos, alegrías y bulerías con Daniel Casares se mueve en el terreno de la canción aflamencada con estribillos a coro y arreglos ligeros. En Música de mi locura, original de Mayte Martín, escuchamos la voz de su creadora cantando con Gámez. Es una de esas canciones sentimentales con progresiones descendentes tan características de la cantaora catalana.

Virginia Gámez (Málaga, 1978) se inició artísticamente con sólo 9 años en los tablaos de su ciudad natal. Ha obtenido primeros premios en los concursos de La Unión y Loja, entre otros. Está vinculada a la Fundación Cristina Heeren de Sevilla, donde completó su formación flamenca y donde ejerce la enseñanza de su arte en la actualidad. Es una cantaora con peso, conocedora del canon tradicional, y que domina admirablemente el compás jondo. Por ello su nombre aparece habitualmente en los carteles de los festivales de verano andaluces.

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