Cultura

La noche de Tomás de Perrate

  • El cantaor utrerano publica su tercera obra de estudio, producida por Ricardo Moreno, en la que continúa actualizando el legado

Tomás de Perrate. Producido por Ricardo Moreno y Juan Reina. Guitarras: R. Moreno, Antonio Moya y Diego del Morao. MRP Producciones

Un Tomás de Perrate nocturno, íntimo, con aires, infundios e ínfulas de club. Este tercer disco del hijo de Perrate, aunque no está producido, como su precedente, por Ricardo Pachón, sigue en cierto modo la inercia de aquel en la búsqueda de un sonido contemporáneo y eléctrico para el flamenco de pura cepa del cantaor utrerano. Claro que con la marcada personalidad del guitarrista Ricardo Moreno, arreglista y productor de la nueva entrega. Lo que Ricardo Moreno aporta es una guitarra más versátil, pero también menos expresiva que lo que suele ser tradición en el flamenco. Incluso en la guitarra jonda contemporánea, que se ha mirado, y se sigue mirando, cada vez más en el espejo noctívago y lunar del jazz, el rock y el pop. Ahí está, por ejemplo, la bajañí de Diego del Morao en las Perraterías, uno de los cantes más destacados de esta obra. Cuando la guitarra flamenca hace acto de presencia, este disco crece; y el cante citado, junto con la soleá, es lo mejor de la entrega. También porque son los lugares donde Tomás de Perrate se siente más cómodo ya que se trata de un territorio que le pertenece por derecho. No obstante, el cantaor siempre se ha mostrado inquieto y, como en entregas anteriores, incluye versiones de clásicos del cancionero hispano contemporáneo. Así Se nos rompió el amor que ya hicieran a la forma flamenca sus paisanas Fernanda y Bernarda. Tomás lo hace con mesura, con mucho respeto, sin romperse. Con arreglos de viento cool que se repiten en los tangos del Piyayo. Eso sí, con ese gusto, ese sabor, propio de la canción por bulería de Utrera. Con ese impulso demorado que hace que la tensión emocional crezca y crezca. La misma fórmula sigue en Te vi que, además de Fito Páez, su creador, lo han cantado voces tan señeras como Mercedes Sosa o Caetano Veloso. Las Perraterías son unas bulerías tradicionales marca de la casa. Aunque en esta ocasión la casa sea Gaspar de Utrera y la tradición incluya melodía y letras populares de hace 100 años deliciosamente arregladas para la amalgama flamenca. El virtuosismo rítmico y la naturalidad, por ejemplo en las sentenciosas coplas de tres versos, son la nota dominante.

En el Infundio también demuestra su buen hacer con los trabalenguas. Incluye una nueva entrega de sus Seguiriyas didácticas con batería que, siendo deliciosas, no agotan ni mucho menos el carácter ni la melodía, ni tan siguiera el ritmo, de este palo clásico del flamenco. Con buenas letras de nueva factura, firmadas por Ana Carrasco. Los tangos del Piyayo se aderezan con coros pop y vientos caribeños.

Estamos ante un disco cómplice e inteligente. De producción exquisita, con importantes y muy medidas variaciones instrumentales. También algo cerebral y en el que se echa de menos, salvo en los dos lugares señalados, ese espacio para que el artista vuele con total libertad, se deje empapar de emoción, y emocione así al oyente, como Perrate suele hacer. Tomás de Perrate ha hecho un disco nocturno, golfo y zumbón. Una obra con un punto canalla, con matices y sombras, tanto en la voz como en los arreglos. Me falta, no obstante, algo más de la contundencia solar, flamenca, que el cantaor atesora. Porque Tomás es un intérprete raro en el panorama contemporáneo: su voz es de una solidez pétrea, casi mineral. Por eso es capaz de emocionar también a media voz, un privilegio que está al alcance de pocos. Sólo que esta vez ha querido darnos la otra cara: la noche, la sombra. Por ejemplo: se echa de menos una guitarra sólida, gorda, una fuerte y extensa red que sostenga el cante, para que éste vuele con seguridad. En este sentido, la guitarra que más me gusta es la de Antonio Moya en la soleá, aunque también parece algo resfriada de ese viento del norte, de ese gusto por la sombra, la oscuridad. Quizá la percusión efectiva y la forma en la que está grabada la guitarra le resta algo de eficacia a la soleá que es, con todo, portentosa, como no podía ser menos. Un cante que con la Perratería y el Infundio, es lo que más me ha gustado.

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