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Jazz

Un poeta del jazz

  • Dos singulares discos grabados en Europa reivindican la jerarquía del pianista estadounidense Tommy Flanagan, fallecido hace 20 años

El pianista estadounidense Tommy Flanagan (Detroit, 1930–Nueva York, 2001).

El pianista estadounidense Tommy Flanagan (Detroit, 1930–Nueva York, 2001). / D. S.

Cuentan que fue el escritor y crítico de jazz de The New Yorker Whitney Balliett quien lo bautizó como "poeta del jazz", encandilado por su capacidad para extraer del instrumento tonos y texturas de lírico talante. Y nuestro protagonista no dudó en bautizar uno de sus álbumes más difundidos –Jazz Poet (1989)– con dicho sobrenombre. Para entonces Thomas Lee Flanagan (1930-2001) ya era un pianista reconocido y venerado, aunque su trayectoria hubiese arrancado décadas antes, desde una posición más modesta asociada a una fase adolescente en la que ejerció como músico profesional y que lo llevaría a integrarse en los grupos del trompetista Thad Jones, el vibrafonista Milt Jackson o el guitarrista Kenny Burrell.

Heredero de la tradición pianística de su ciudad natal, Detroit, donde destacaba el gran Hank Jones, Flanagan formó parte de una generación integrada también por relevantes colegas como Barry Harris o Roland Hanna. Aunque su inicial influencia procedía de Bud Powell, supo ir perfilando una escritura más reflexiva, estimulada por su traslado a Nueva York en 1956. Allí se convirtió en un habitual de la escena hasta el punto de inscribir su piano en sesiones de All Stars como The Cats (1959) junto a John Coltrane y en títulos cardinales de la crónica jazzística: Saxophone Colossus (1956) de Sonny Rollins, The Incredible Jazz Guitar Of de Wes Montgomery y Giant Steps del propio Coltrane, estos dos últimos de 1960.

Portada del álbum 'Solo Piano'. Portada del álbum 'Solo Piano'.

Portada del álbum 'Solo Piano'. / D. S.

Pero seamos francos: Flanagan nunca quiso ser ni fue una estrella y su dimensión dentro del hard-bop dominante de aquellos años no descolló, por más que prosperara gracias a sus asociaciones con Oscar Pettiford, J. J. Johnson, Miles Davis o Harry Sweet Edison. El salto definitivo vendría de la mano de su entrada en el grupo de Ella Fitzgerald en 1963. En él permaneció hasta 1965, repitiendo presencia entre 1968 y 1978. Para entonces ya llevaba décadas grabando a su propio nombre aunque con velada repercusión. Tuvieron que llegar los años 70 para que su elegancia y riqueza afloraran plenamente en álbumes como Tokyo Recital (1975) o Eclypso (1977), a los que precede en análogo nivel este Solo Piano grabado en solitario en Zúrich en febrero de 1974 e inédito hasta décadas después. ¿El escollo? Flanagan siempre confesó sentirse incómodo en registros en solitario y se decantaba por contextos grupales o duetos con otros pianistas –Jaki Byard, Hank Jones...– en la mayoría de sus entregas. Un gesto , por otro lado, acorde con una personalidad introvertida y reservada.

portada del álbum 'In His Own Sweet Time' portada del álbum 'In His Own Sweet Time'

portada del álbum 'In His Own Sweet Time' / D. S.

Trece años después de su última toma como líder, Flanagan impartió aquí su clase agarrado a un repertorio de estándares que partía de su referente Bud Powell con Parisian Thoroughfare y Wail a la cabeza y que desfilaba luego por otras debilidades con especial atención al medley dedicado a Billy Strayhorn. De pulsación firme pero sutil, dinámico en su noción armónica y rítmica, aquel pianista discreto de los 50 era ya una autoridad en la materia cuya entidad se reforzaría con los años, prestando especial atención al formato de trío.

El Birdland Jazz Club de Neoburgo del Danubio (Alemania) fue testigo el 9 de octubre de 1994 de otra de esas exiguas exposiciones en solitario de su pianismo, afortunadamente plasmada en un trabajo que es ahora pero que pudo no ser, ya que In His Own Sweet Time permaneció archivado 26 años hasta su publicación en 2020. De nuevo, afloró su fobia al monólogo y el fundador del sello ENJA, Matthias Winckelmann, atesoró esta sesión en directo como oro en paño, consciente de sus atributos. Preciso y meditativo, Flanagan repasa con agudeza su santoral, con Tadd Dameron y el tándem Ellington/Strayhorn al frente, e incluso incorpora una composición propia como Untired Blues. Una faceta compositora que refuerza la singularidad de esta pareja de discos convertidos en íntimos espacios de encuentro, sin intermediarios, con un pianista distinguido como pocos.

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