Israel J. Alexander. Fundador de La Suite Bizarre

"Decidí dejar España cuando escuché aquello de 'opá, yo voy a hacé un corrá"

  • Llega desde Berlín la heterodoxa propuesta de La Suite Bizarre con su funk psicodélico preñado de referencias sexuales. Actuará la noche del sábado en uno de los escenarios del Monkey Week

 Dentro del inmenso prisma sonoro del Monkey, Le Suite Bizarre ocupa un espacio insólito por su originalidad y sus elevadas dosis de diversión. El proyecto, afincado en Berlín, mezcla  el funk de los setenta y la psicodelia. Israel J. Alexander, responsable del invento, sólo ha encontrado la libertad creativa escapando de la mediocridad y encontrando su sitio en el extranjero. Además de referencias sexuales y el funk, la honestidad ocupa el centro de su universo decadente y desnudo.

-¿Por qué La Suite Bizarre?

-La Suite Bizarre es 'el sitio de mi recreo'. Decidí crearlo por la necesidad de expresar lo que me mueve. Trabajé en otros proyectos, edité varios álbumes e hice cientos de conciertos, adquiriendo la experiencia para crear y afrontar un nuevo reto. Admiro a los músicos que están en continua búsqueda. Qué grandes Bowie, James Brown, Marvin Gaye...

-Todos subrayan sus similitudes con Prince.

-Prince es un compendio de los grandes de la música reciente. Buscar la similitud por el contenido sexual de las letras sería sólo una apreciación superficial; en La Suite Bizarre hay mucho más contenido new wave, electrónica alemana de los 70 o sonido Manchester; y la puesta en escena pretende acercarse a Iggy Pop, Beck o George Clinton. Hay gente que se adelanta décadas a su tiempo, y Prince es uno de ellos. Más que inspiración es admiración.

-Los títulos de sus dos últimos discos son Extraordinary, Obscene, Violent y Sex is Medicine. ¿Provocación u honestidad? 

-Son títulos provocativamente honestos. Propongo el sexo como liberación real. Nuestra realidad es sexual. Todo el universo se mueve por ello. Pero también es una actitud estética. Me resulta muy aburrido casi todo lo que veo o escucho. El negocio de la música en España no se caracteriza por sus propuestas arriesgadas, ni a nivel estético ni de producción. Desde que me planteé el sonido de La Suite Bizarre aposté por este concepto, lo que se refleja en la portada y en el nombre de los discos, en la puesta en escena de la banda y en la producción.

-En su periplo musical parece ocupar una etapa esencial Manchester. ¿Existe en España una escena musical similar?

-Hubo un tiempo en el que estuve muy influenciado por el sonido Manchester. Las mezclas del primer álbum se hicieron allí, aunque actualmente no queda rastro de esa escena. De hecho la encontré pobre de ideas y salas. La industria musical tiene la capacidad de reaccionar al ver despuntar a 4 o 5 bandas en un radio de pocos kilómetros: les ponen una etiqueta y a sacar dinero fácil. Poco tenían en común Happy Mondays, Stone Roses o Primal Scream, que ni siquiera eran de allí… En cuanto a la escena española, ha dado muy buenas bandas y músicos muy completos. Incluso ha habido escenas similares, pero tardías. Adoré el Súper 8 de Los Planetas, pero la única novedad que había en él es que estaba cantado en español.

-Sus canciones suenan decadentes, pero a la vez parecen proceder de una fiesta infinita. 

-No vas descaminado, pero es algo que me cuesta ver hasta que me lo recuerdan. Creo que hay algo de lo que soy y algo de lo que pretendo. Casi siempre ocurre que el músico puede hacer una valoración de su trabajo después de haber transcurrido un tiempo considerable. Tengo dos nuevos discos grabados y aún no editados, los escucho y mi percepción de ellos va cambiando a medida que va pasando el tiempo. 

-El funk lleno de referencias sexuales no es habitual en España. ¿Por eso emigró?

-Exactamente, a eso me refería con esa carencia de riesgo. Ha sido una cuesta arriba en el ámbito español, y no tan pronunciada en Alemania, donde conseguí rápidamente sello y agencias interesadas en el álbum. La Suite Bizarre se gestó fuera de España porque siempre supe que mis intenciones difícilmente tendrían cabida aquí. El mercado musical español me resulta extraño y aburrido. Decidí dejar España fue cuando escuché "Opá, voy hacé un corrá". Me parece un insulto a la gente que pone todo en su obra. Hace días vi Frenesí en la ciudad, la movida madrileña. Hace 30 años había de todo sonando al mismo tiempo. Pero es que antes de 'La Movida' estaban Smash, Máquina, Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán y Triana; ahora es uniformidad absoluta.

-Le gusta Beck. Me da que le debe tener cariño al Midnite Vultures, su disco más criticado.

-Muchas grandes obras no son bien recibidas al principio. El primer disco de Veneno o La leyenda del tiempo fueron incomprendidos en su momento, y ahora, después de 30 años, sabemos apreciarlos. Aconsejo que cuando un disco tenga mala crítica se le ponga especial atención porque es probable que se escape al conocimiento de quien lo critica.

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