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Aferrado al efecto búmeran y a Napolitano

Enrico Letta no se da por vencido al cabo de cinco meses de gobierno y lucha por mantenerse a flote. Por eso el jefe del Ejecutivo italiano no dimitirá y jugará sus cartas en la cuestión de confianza mañana en el Parlamento. De esta manera, el espectacular intento de Berlusconi de tratar de hacer caer la gran coalición de Letta, como ya hiciera con la de Mario Monti, podría tener un efecto búmeran para il Cavaliere.

El ex primer ministro pretende forzar la convocatoria de nuevas elecciones y obtener un mejor resultado, pero no sólo los ministros del Gobierno de Letta a los que obligó a dimitir están en contra de la celebración de nuevos comicios. Tampoco los quiere el presidente italiano, Giorgio Napolitano, quien vuelve a tomar las riendas.

Berlusconi, de 77 años, la figura central desde hace casi dos décadas de los conservadores italianos, está muy acostumbrado a dar órdenes sobre la democracia interna del partido y a ser obedecido a ciegas, pero ahora parece estar ante el caos: su partido, el Pueblo de la Libertad, amenaza con una división o incluso con su desmantelamiento.

Un nuevo pacto con la derecha moderada parece posible. Y Letta podría contar con el apoyo de los tránsfugas del campo de Berlusconi. "El mundo de Berlusconi nunca se había embrollado tanto con Berlusconi", describía el diario turinés La Stampa el caos político actual.

Y Letta tiene un aliado en el Palacio del Quirinal en el que puede confiar: Napolitano, de 88 años, que continúa ejerciendo la Jefatura de Estado pese a que hace tiempo debería estar jubilado.

Si Letta perdiera mañana la cuestión de confianza, este bloqueo ya habitual en Italia volvería a poner el poder en sus manos. Y el presidente no quiere nuevas elecciones sin haber aprobado antes una reforma electoral. Lo más probable es que pusiera en marcha un Gobierno de transición bajo la dirección del ministro de Economía Fabrizio Saccomanni o el ex jefe de gobierno Giuliano Amato.

"El primer ministro empieza a creer que ese muro Berlusconi que se desmorona poco a poco puede colapsar realmente", concluía el Corriere della Sera, aunque Berlusconi diga que los electores italianos no se merecen "un partido de traidores".

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