Las fuerzas ucranianas y los separatistas prorrusos respetaron ayer en general el primer día del alto el fuego decretado el viernes, aunque empañado por algunos incidentes aislados denunciados por los dos bandos enfrentados en el este de Ucrania.

El presidente ucraniano, Petro Poroshenko, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, constataron en una conversación telefónica que la tregua firmada el viernes en Minsk con la mediación de Rusia y la OSCE se respeta en general hasta el momento y resaltaron la importancia del control internacional para garantizar su éxito.

La manifiesta voluntad del líder ucraniano de no poner en peligro el cese de hostilidades, que contrasta con su hasta hace poco inquebrantable defensa de la operación militar, tendrá que resistir en los próximos días a las más que previsibles escaramuzas en los dos bandos.

Los primeros incidentes, algunos atribuidos a saboteadores que quieren reventar el acuerdo, tuvieron lugar ya el viernes, aunque incluso el líder de los rebeldes de Donetsk, Alexandr Zajarchenko, apuntó que pudieron deberse a que la orden de dejar de disparar no llegó a todos los combatientes.

El más grave ocurrió en Schastie, cerca de Lugansk, donde al menos 11 miembros del batallón de voluntarios ucraniano Aidar murieron a manos de las milicias tras caer en una emboscada.

Por su parte, los separatistas denunciaron la muerte de cuatro civiles de madrugada como resultado del fuego de artillería ucraniano contra Donetsk.

Otro líder rebelde denunció que las tropas de Kiev aprovechan la tregua para acercar su artillería y blindados a sus posiciones en lugar de alejar el armamento pesado de las inmediaciones de las ciudades, como se acordó en Minsk.