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Ciudad Bolívar, refugio de los fantasmas de la guerra colombiana

  • Entre enero y julio pasados llegaron desde Bogotá 39.950 personas huidas de la guerra ·Viven de la limosna en la calle.

El drama de los desplazados en Colombia tiene su exponente en Ciudad Bolívar, un barrio pobre del sur de la capital donde los despojados de sus tierras se han convertido en incómodos fantasmas para el Estado.

Entre enero y junio pasados llegaron a Bogotá 39.950 personas huidas de la guerra que se libra en otras regiones, un 74 por ciento más que en el mismo periodo de 2007, según la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) de Colombia, datos que el Gobierno inmediatamente negó.

Estas nuevas víctimas, que en su gran mayoría va a parar a Ciudad Bolívar, se unen así a las más de 50.000 familias registradas en la capital por las autoridades.

Tras décadas en la oscuridad, el drama de los desplazados se hizo evidente en 2005, cuando la Corte Constitucional obligó al Estado a reconocer la crisis humanitaria y restablecer los derechos a las víctimas.

Así lo explicó el director ejecutivo de la Federación Nacional de Vivienda Popular (FENAVIP), Germán Ávila, uno de los expertos que conforman la comisión de seguimiento creada por el Constitucional para asegurar el cumplimiento de esa sentencia.

"Antes los desplazados eran un incómodo paisaje en los semáforos de las ciudades", señaló Ávila, quien llamó la atención sobre el "alto nivel de desarraigo y de colapso del Estado" por esta situación.

Un drama que se repite sistemáticamente y que genera temor en sus protagonistas, quienes, sin recursos, caen en el exilio forzoso.

"Llegan en un bus, lo importante es salir de la zona en cualquier transporte, acuden a la ciudad porque se dice que hay apoyo, pero al llegar se dan cuenta que es una utopía y se ven abocados a pedir limosna, a dormir en la calle".

Así describe la odisea de los desplazados Luz Miriam Garzón, presidenta de la junta comunitaria de Potosí, en Ciudad Bolívar, donde la organización española Solidaridad Internacional lleva a cabo un plan de mejoramiento de vivienda para las víctimas de la guerra.

Luz Miriam, sin embargo, no ofrece datos específicos sobre el número de desplazados en Potosí: "no es posible tener un censo, por seguridad", matiza, al explicar que los llegados en los últimos años no quieren hacerse visibles, temerosos de que puedan ser encontrados por quienes les expoliaron sus tierras y les abocaron al exilio.

Es por eso que la mayoría de los desplazados de Ciudad Bolívar rehúsan hablar , no quieren ser identificados por miedo.

Dora Inés Zárate, una mujer de 52 años y curtida por el dolor, que llegó a Potosí en 1983, sí accede a relatar su historia.

"Yo era niña, en este tiempo se perseguía por política, mi padre era conservador y empezaron a perseguirnos, hasta que lo cogieron. Llegaron a casa y le pegaron el tiro en la espalda, le destrozó el hígado, no pudimos transportarlo a un hospital, se desangró y murió", explica.

Después la familia fue perseguida, motivo por el que se trasladó a Ciudad Bolívar, donde su vida tampoco fue fácil.

"En 1991 empezó una persecución por la policía debido a las tomas que nos tocó hacer por los servicios, la luz, el agua, el teléfono; entonces nos tildaron de gente subversiva. Me allanaron la casa y se llevaron a mi hijo", a quien le dieron un tiro y quedó ciego, antes de morir tiempo después de cáncer, según Dora.

Pasados los años, esta mujer es una de las beneficiarias del programa de Solidaridad Internacional, que, en convenio con el gobierno de la comunidad autónoma de Valencia, le entregó más de dos millones de pesos (unos 1.000 dólares, unos 700 euros) para el mejoramiento de su vivienda.

Solidaridad Internacional empezó a trabajar en Potosí en 2004, desde entonces ha invertido entre 600 y 700 millones de euros en los hogares de los desplazados, explicó a Efe Víctor Velasco, responsable de esta ONG en Colombia.

"Ciudad Bolívar es un caso muy especial, una zona histórica de recepción de desplazados, una zona de abandono por las autoridades", agregó, al aclarar que "los recursos que invierte el Estado son insuficientes".

Velasco tiene claro cuál es el papel de la cooperación internacional en esta zona de Bogotá: "hacer que las instituciones colombianas vean el problema y se hagan responsables".

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