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El éxito de Clinton abre el camino a un cambio de rumbo en Corea del Norte

  • Las dos reporteras indultadas supieron que serían libres cuando se hallaron ante el ex presidente norteamericano · Los expertos creen que Kim Jong Il está desesperado por reabrir relaciones con EEUU

Las dos periodistas estadounidenses indultadas por Corea del Norte de su condena por ingreso ilegal se encontraron ayer con sus familias en Estados Unidos, al término de una sorpresiva misión del ex presidente Bill Clinton a Pyongyang. Llorando, la coreano-estadounidense Euna Lee, de 36 años, estrechó en sus brazos a su hija de 4 años al pie del avión que aterrizó en el aeropuerto de Burbank, cerca de Los Angeles. Su compañera Laura Ling, una chino-estadounidense de 32 años, abrazó a varios familiares ante un cartel que decía "Bienvenida a casa".

Bill Clinton descendió luego por la escalera antes de darle una palmada en la espalda a quien fuera vicepresidente, Al Gore, uno de los fundadores de la cadena de televisión Current TV para la que trabajaban ambas periodistas cuando fueron detenidas el 17 de marzo por haber atravesado ilegalmente la frontera entre Corea del Norte y China.

"Cuando pasamos la puerta y estaba frente a nosotros el ex presidente Bill Clinton tuvimos un shock, pero en ese instante supimos que la pesadilla de nuestra vida llegaba a su fin", declaró, con la voz entrecortada.

Con su misión, Clinton reavivó las esperanzas de reanudar el estancado diálogo con Corea del Norte sobre el desarme nuclear por medio de una osada táctica que incluyó una "exhaustiva conversación" con el "querido líder" Kim Jong Il.

Los observadores comentaron que la cobertura televisiva de Kim y Clinton aclaró por qué Corea del Norte estaba dispuesta a liberar a las reporteras. El material aportado por la televisión norcoreana mostró a funcionarios sonrientes que saludaban a un Clinton también sonriente y a las dos mujeres liberadas cuando los norteamericanos subían a bordo de un avión privado rumbo a la libertad.

A pesar de que Kim apareció considerablemente delgado, las escenas en que mostraba su radiante sonrisa y vitalidad desenfadada con Clinton probablemente acallen las crecientes especulaciones de que padece una grave enfermedad.

"En la cena, Kim demostró que está en condiciones de conversar durante horas con Clinton", dijo Yang Moo Jin, un profesor universitario surcoreano de estudios sobre Corea del Norte.

Los observadores afirmaron además que el lenguaje corporal de Kim reflejó claramente el deleite por la oportunidad de enmendar los frágiles lazos con Estados Unidos antes de que pudieran ultimar un plan para la sucesión de Kim y un programa de restructuración económica.

"La inusual hospitalidad que Corea del Norte brindó a Clinton podría ser una señal de la desesperación de Corea del Norte por reducir tensiones y mejorar los lazos con Estados Unidos", señaló un diplomático surcoreano.

La supuesta buena disposición a la desesperada, encaminada a mejorar las relaciones con Washington, está fundada en la creciente necesidad de Pyongyang de ayudas exteriores para respaldar una campaña de restructuración económica.

El líder comunista de Corea del Norte ha prometido a los 23 millones de personas en el país que revitalizará la renqueante esconomía para 2012.

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