El neoderechismo alemán, representado por Alternativa por Alemania (AfD), radicalizó ayer su discurso hacia un "patriotismo sin complejos", envalentonado por su auge electoral y entre violentas protestas en la calle de manifestantes de izquierda.
Stuttgart, capital del próspero land de Baden-Württemberg, fue escenario en la apertura del congreso de la AfD de dos formas de radicalización de signo contrario: la del populismo derechista emergente y la de quienes pretendían cerrarles el paso por la fuerza. Unos 500 detenidos temporalmente, de un total de 1.500 manifestantes, alguna barricada con neumáticos ardiendo y grupos de encapuchados tratando de abrirse paso hasta el centro de congresos, a 15 kilómetros del casco urbano, fue el balance de la jornada.
Las autoridades locales habían dispuesto un férreo cordón de seguridad en las inmediaciones del recinto ferial, destinado a impedir encontronazos entre los cerca de 2.000 delegados de la AfD y los izquierdistas. Los conatos de bloqueo empezaron a primera hora de la mañana y a mediodía la situación parecía bajo control.
La AfD representa a un "patriotismo sin complejos", dispuesta a "presentar resistencia a la llegada incontrolada de inmigración de otras culturas" y a impedir que "en pocos años acabemos no reconociendo nuestro país", proclamó su copresidente, Jörg Meuthen.
El idioma alemán sufre "violaciones lingüísticas", a merced de las distorsiones con que se utilizan en las redes sociales y de la presencia de esa inmigración, prosiguió entre frenéticas ovaciones. Meuthen fue la voz del ala radical, que aboga por prohibir los símbolos del Islam -desde minaretes al burka- por considerarlo una "ideología anticonstitucional", mientras la líder y rostro más mediático del partido, Frauke Petry, llamaba a la cohesión.
Los 2.000 delegados, concentrados en una sala cuyo aforo no daba para acogerlos a todos -ni tampoco a la abultada presencia de los medios de comunicación-, ovacionaron con pasión al primero y con más o menos complacencia a Petry. La AfD está crecida, apuntalada en el voto de protesta contra la llegada de refugiados a Alemania -1,1 millones de peticionarios de asilo recibió el país, en 2015- y la erosión de los grandes partidos de la coalición de Angela Merkel.
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