La encrucijada iraquí Washington cree que se trata de un paso clave para su retirada militar

Elecciones a la sombra de Sadam

  • Los iraquíes acuden mañana a las urnas por tercera vez desde la invasión de 2003, pero la democracia sigue sin calar en un país dividido, corrupto y cansado

Iraq llega a las elecciones parlamentarias de mañana en medio de una enrevesada situación política, fuertes divisiones sectarias, deficiencias en los servicios básicos, un elevado desempleo y con un país cansado de la guerra y el terrorismo. Los pilares del actual sistema político fueron creados a partir de la Constitución que elaboró el Parlamento elegido en enero del 2005, dos años después de que fuera derrocado el régimen de Sadam Husein en una masiva invasión militar encabezada por EEUU.

Pero a pesar de que desde entonces ha habido dos elecciones (las parlamentarias de diciembre de 2005 y las provinciales de enero de 2009), la democracia sigue sin calar en la mente de muchos iraquíes que simpatizan con las ideas del pasado. "La gente de todo el mundo agradece la democracia, pero en Iraq es diferente, porque es una sociedad sectaria, y en este país la democracia fallará", sostiene Mohamed Qasem el Kahabi, de 51 años y administrador de profesión.

El actual primer ministro, Nuri al Maliki, una figura de bajo perfil hace cinco años, fue designado para el cargo el 22 de abril del 2006 porque fracasaron las otras alternativas de gobierno, pero el desgaste sufrido desde entonces hace peligrar su continuidad.

"No ha habido grandes logros (desde el año 2006), a lo que se suma la pérdida de armonía política", dice el analista político y profesor universitario Mahdi Jalil.

El sectarismo político que dominó los anteriores comicios parlamentarios llevó al país a un conflicto armado que se agudizó a partir de 2006 y que remitió sólo cuando Estados Unidos aumentó el número de tropas presentes en este país.

Los soldados norteamericanos, junto con el Ejército iraquí y milicias gubernamentales, lograron derrotar a los grupos insurgentes, pero no han podido parar la ola terrorista ejecutada por rivalidades sectarias o por grupos vinculados a Al Qaeda.

A la violencia se suma la falta de oportunidades en un país en el que, según datos extraoficiales, la tercera parte de la población económicamente activa está en desempleo y en el que el Estado se ha convertido en la principal fuente para generar puestos de trabajo. En un país que basa su economía en el petróleo, que aporta el 90% de los ingresos del Estado, la cuarta parte de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, y la sensación de abandono ha arraigado en los habitantes de centros urbanos.

Líderes políticos como Abdel Mahdi, del Consejo Supremo Islámico Iraquí, el principal partido chií y antiguo aliado de Al Maliki, describen como "catastrófica" la situación de los servicios básicos y sostiene que el Gobierno ha fracasado en dar soluciones. Los analistas políticos señalan también que, según se acercaban estas elecciones, se han agudizado los problemas políticos que vienen afectando a Iraq en los últimos años, como las tensiones sectarias, la corrupción y la falta de acuerdo para apadrinar ideas comunes.

Estas divisiones se hicieron latentes con la discusión de la ley electoral y se agudizaron con el anuncio de que unos 500 candidatos no podrían participar por supuestas vinculaciones con el régimen de Sadam Husein.

Esa prohibición, muy criticada en círculos políticos suníes porque muchos de los candidatos excluidos eran de esa etnia minoritaria, representó un retroceso en los esfuerzos de reconciliación y levantó sospechas de injerencia de los líderes chiíes de Teherán.

Todo ello se suma a la intención de Estados Unidos de retirar sus tropas en Iraq progresivamente, hasta fines de 2011, una decisión que tendrá positivas repercusiones políticas de quienes defienden la bandera del patriotismo, pero que puede dejar mucho por hacer. "Las tropas de Estados Unidos puede que estén de salida, pero es muy pronto para abandonar Iraq a los caprichos de los conflictos internos y las rivalidades regionales", sostiene en su último informe sobre Iraq el Crisis Group, con sede en Bruselas y dedicado al análisis de conflictos en todo el mundo.

Las elecciones serán también un paso clave para la progresiva retirada militar de Estados Unidos, una presencia que genera sentimientos encontrados en este país y que incomoda a los líderes políticos.

Actualmente hay cerca de 96.000 efectivos, pero los planes de EEUU son retirar la mitad de esos militares antes del 1 de septiembre, cuando se asiente la situación política.

Los acuerdos de seguridad bilaterales suscritos en diciembre del 2008 estipulan la retirada total a fines del 2011, un calendario que la nueva Administración de Barack Obama ha dicho que no va a cambiar.

"La violencia de ahora no está ligada a los norteamericanos, estén o no estén", declara el legislador independiente Azat al Shabandar, próximo al primer ministro iraquí, Nuri al Maliki.

Cerca de 3.500 soldados norteamericanos han perdido su vida en Iraq desde el inicio de la invasión, pero la exposición de las tropas cada vez es menor y los muertos en combate se limitan a operaciones esporádicas.

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