Curtido por el sol, la arena y la rudeza de la guerra en el desierto, Mohamed Abdelaziz, muerto ayer a los 68 años, fue el hombre que llevó la lucha por la independencia saharaui de los campos de batalla a los pasillos de la ONU, donde aún sigue la pelea por la autodeterminación. Enfermo de cáncer de pulmón, el histórico guerrillero y político dirigió el destino de su pueblo hasta el último aliento pese a que los continuos dolores lo obligaron a guardar cama y a ausentarse para ser tratado en hospitales europeos.

Numerosas incertidumbres y sombras rodean la vida del hasta ayer presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y líder del Frente Polisario, desde la ciudad en la que nació un 17 de agosto de 1947 a las relaciones que mantuvo con el Gobierno de Argelia. Hijo de una familia humilde, estudió Medicina y se licenció en Rabat, donde entabló contacto con los círculos independentistas saharauis e inicio sus primeras acciones en favor de la autodeterminación. En 1968 ya formaba parte de la fundación del Movimiento Nacional de Liberación Saharaui, el primer grupo que utilizó la lucha armada contra el colonialismo español. Y en 1973 se unió al círculo de fundadores del Frente Popular de Liberación de Saguia El Hamra y Río de Oro, más conocido como Frente Polisario, organización enraizada en el socialismo árabe que creía en la lucha armada para la libertad.

Abidin Bucharaaya, delegado en Andalucía del Frente Polisario, declaró que Abdelaziz seguirá siendo un referente para el pueblo saharaui, que "más que nunca, deberá seguir unido luchando por nuestro pueblo", señaló.

Gely Ariza, presidenta de la Federación de Asociaciones de Amistad con el Pueblo Saharaui, destacó su capacidad de unir a su pueblo. "Fue un gran político, un gran combatiente y un gran presidente para todos los saharauis repartidos por el mundo", declaró Ariza, quien mostró su esperanza de que los saharauis sigan juntos en su objetivo de lograr la independencia.