Elecciones USA

Guía para entender los comicios americanos

  • Algunas claves sobre el proceso electoral estadounidense, muy diferente al modelo vigente en España.

Trump y Clinton, en un debate electoral. Trump y Clinton, en un debate electoral.

Trump y Clinton, en un debate electoral. / Justin Lane (Efe) (Nueva York)

Durante este martes 8 de noviembre los estadounidenses tienen la tarea de elegir a la persona que representará su país durante los próximos cuatro años. Se habla mucho sobre ello pero ¿entendemos cómo los americanos eligen a sus representantes?

La forma que tienen de elegir a su presidente es muy diferente a la que tenemos en España.

Se escogió el mes de noviembre porque ya había terminado la época de las cosechas, no habían dado lugar a las siembras y las nevadas todavía no habían comenzado a caer, cosa que facilitaba que la población se movilizase para poder asistir a votar.

El martes fue el día elegido porque así afectaba poco a la labor de los campesinos, que quedaban excluidos los miércoles que eran los días del mercado en esos años. Los domingos se desecharon debido a que la religión estaba muy presente y no parecía compatible poner el mismo día una votación y un servicio religioso.

La nación siguió la pauta del estado de Nueva York, ya que este tenía fijado en martes el día de sus comicios.

Las elecciones presidenciales son muy distintas a como se realizan en España.

En las elecciones presidenciales el ciudadano estadounidense no vota directamente a los candidatos a presidente, sino que elige a los ganadores del colegio electoral en cada estado. Quien obtenga la mayoría con la suma de los votos resultantes de los colegios electorales, gana las elecciones.

Es posible que se gane en número de votos pero se pierdan las elecciones, como ya pasó en 2000 con la derrota de Al Gore a pesar de haber conseguido más votos en total que George W. Bush.

La forma de elección del presidente por los Colegios Electorales es parte de la estructura original de la Constitución del país, aunque muchas personas desconocen que el presidente es elegido de esta forma.

Incluso hay debates sobre la forma de elección del presidente y si el actual es el sistema que debe de imperar. Ha habido propuestas para cambiar esta forma de elección, pero el apoyo de los estados no ha sido suficiente para cambiarlos.

Esta elección de que los Colegios sean los que eligen al presidente se decidió ante la negativa de las dos opciones que se plantearon en su momento: la elección por voto popular o que el Congreso eligiese al presidente.

Bajo el sistema del Colegio Electoral, los electores son escogidos por los votantes en cada estado además del distrito de Columbia.

El número de electores es de 435 miembros, uno por cada miembro de la cámara de los representantes además de 100 senadores y los 3 del distrito de Columbia. En resumidas cuentas, 538 personas son los encargados de escoger al presidente.

El número oscila cada diez años en función del censo electoral.

El método para seleccionar a los electores varía en función del estado. Normalmente, los electores son seleccionados por los partidos políticos durante las convenciones estatales. También pueden ser funcionarios electos por el estado, afiliados a uno de los candidatos presidenciales o líderes del partido.

La Constitución dice que ninguno de los senadores, congresistas o persona nombrada a su cargo por el Ejecutivo puede ser un elector.

Los votantes son los que eligen a los electores durante los comicios. El nombre del elector por el Colegio Electoral puede aparecer junto al nombre del candidato a presidente en la papeleta, aunque esto último es decisión del estado.

Una vez que se escogen a los candidatos a los colegios electorales, son necesarios 270 de estos votos para obtener la presidencia y la vicepresidencia del gobierno. Los elegidos no tienen la obligación de votar por el candidato que obtenga el voto popular, aunque normalmente el elector mantiene lo que ha decidido el pueblo.

El sistema de elección es muy distinto al de España, donde se reparten los votos entre los partidos. Cuando llegan las elecciones parece que en los Estados Unidos sólo hay dos partidos: los republicanos y los demócratas. Pero esto no es así. Este bipartidismo existe gracias a los Colegios Electorales.

La mejor forma de entender el sistema americano es trasladándolo a España.

En España cada comunidad tiene asignada un número de escaños en el congreso en función de la población de dicha comunidad. Poniendo el ejemplo de la comunidad andaluza, el año 2011, fecha de las anteriores elecciones generales, los andaluces tuvieron que escoger a 60 diputados. En 2008 escogieron a 61. Esto se debe a la población; el número de candidatos depende de la cantidad de habitantes de la comunidad. Esto es igual que en Estados Unidos. El cambio se produce en lo siguiente. En el año 2011 los andaluces decidieron que el Partido Popular ganase las elecciones con el 45,57% de los votos, lo cual le reportó 33 diputados, seguido del Partido Socialista Obrero Español con el 36,57% de los votos y 25 diputados, y por último Izquierda Unida con el 8,26% de los votos y 2 diputados.

En Estados Unidos no hubiese sido así. En América al haber ganado el PP con el 45,57% de los votos, todos los diputados hubiesen ido a parar al PP. Con lo cual, el PSOE e IU no hubiesen obtenido representación por parte de la comunidad andaluza.

Esto hace que sea muy complicado que otro partido que no sean los republicanos o los demócratas puedan entrar en el poder, ya que el partido que gana un estado se lleva todos los electores, por muy poca que haya sido la diferencia entre un partido y el otro.

No podemos olvidar ni dejar en segundo plano la Cámara de los Diputados y el Senado.

La Cámara de Diputados está formada por 435 Congresistas elegidos cada 2 años y adjudicados proporcionalmente a los 50 Estados que conforman los Estados Unidos. Simplificando las cifras, a cada Estado le correspondería un Congresista por cada 625.000 habitantes con la previsión de que algunos estados con poblaciones inferiores a este número tendrán derecho a uno. Cada Estado está dividido en tantos distritos electorales como el número de Congresistas que le corresponda y los limites de dichos distritos son regularmente redefinidos para garantizar la proporcionalidad de su población.

En cambio, el Senado está formado por 100 Senadores a 2 por Estado. Los senadores son elegidos por un mandato de 6 años de forma escalonada. Es decir, no se eligen cada 6 años a los 100 senadores. Cada 2 años terminan su mandato un tercio de los senadores y se realizan las correspondientes elecciones.

Los estados tienen todos la misma representación de senadores, independientemente del número de habitantes de un territorio. Este número no es proporcional, a diferencia de los congresistas, donde sí varía en función del censo de cada estado.

Según la fecha de su primer nombramiento se usan los términos senior (el más antiguo) y junior (el más reciente) para los dos Senadores del mismo Estado. Estos términos no se usan como meros apodos, al contrario ya que el Senado funciona según un rígido criterio de antigüedad. Todos los puestos más importantes del Senado como presidencias de las comisiones, jefes de las mayorías y minorías senatoriales, portavoces etc., corresponden por derecho a los senadores más antiguos, siendo la única excepción el puesto de Presidente del Senado, que corresponde al vicepresidente de la República.

Este sistema tiene resultados curiosos, ya que la antigüedad es tan importante que hay una tendencia en los estados pequeños –y poco significantes– de reelegir sus senadores una y otra vez –por encima de consideraciones partidistas– para de esta forma aprovecharse del enorme poder que, con el tiempo, pueden acumular. Hay senadores que han sido reelegidos hasta 7 veces (42 años de mandato) y que aguantan en el puesto hasta su muerte para dar a su junior la oportunidad de acumular a su vez altas cuotas de poder. Un auténtico caciquismo parlamentario.

Una de las cuestiones importantes referentes a las elecciones americanas es la elección del cabeza de cartel que afrontará la carrera a la presidencia de los Estados Unidos.

Para elegir a los congresistas lo hacen de manera muy similar a la forma en la que los españoles los escogen, a diferencia que en España se hace cada cuatro años y en Estados Unidos o hacen cada dos. Dividen cada uno de los 50 estados en distritos y es por sufragio directo y mayoría simple: el candidato (que puede ser del partido republicano, demócrata o independiente) con más votos es el elegido para representar a todos los ciudadanos de ese distrito en la Cámara de los Representantes. Dichos candidatos han debido pasar previamente una especie de primarias donde miembros de su partido votan qué candidato en concreto van a presentar a estas elecciones y, eso sí, se pueden presentar indefinidamente al Congreso.

Para las primarias de los dos grandes partidos (demócratas y republicanos) lo que hacen es una congregación de la mayoría de gente con peso en el partido en una convención general y allí delegados y superdelegados traídos de cada estado del país votan por su candidato ideal dentro del partido para presentarse a las presidenciales. Los delegados, que han salido elegidos mediante elecciones primarias (pueden ser abiertas a todo el mundo, semicerradas o cerradas) o mediante los caucus que son unas asambleas donde se reúnen los simpatizantes de un mismo partido y votan a mano alzada a favor de los delegados que van a representar al candidato de su partido. Estos delegados van con su voto ya definido hacia un candidato en esta convención (previamente acordado), mientras que los llamados superdelegados básicamente votan a quien quieren; cada partido tiene sus propias reglas para esto. Una vez definidos los posibles candidatos, el siguiente trabajo es recaudar la mayor cantidad posible de fondos para financiar la campaña y las convenciones. La elección definitiva se realiza en las convenciones, una fiesta electoral que se celebra entre los meses de julio y agosto durante tres días en una ciudad previamente escogida.

Generalmente, suele haber unos cuantos candidatos a presidente en estas convenciones, aunque la mayoría de las veces se reduce a dos o quizás tres nombres como opciones realistas de salir victoriosos de dichas convenciones generales.

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