la crisis de oriente próximo El pequeño país vuelve a su tradicional inestabilidad

El Líbano se asoma al vacío

  • Hezbolá se niega a entregar a los cuatro sospechosos de haber organizado el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri pero descarta una nueva guerra civil

El Líbano se enfrenta a "desafíos cruciales" después de que el tribunal que investiga el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri emitiera hace una semana acusaciones y órdenes de arresto contra miembros del movimiento chií Hezbolá, una pieza clave del Gobierno, señalaron analistas y diplomáticos occidentales.

El asesinato de Hariri, el 14 de febrero de 2005, fue atribuido a Siria y sus aliados en el Líbano, causó conmoción nacional e internacional y desató una ola de protestas masivas que obligaron a Damasco a retirar sus tropas del Líbano después de 29 años. El régimen sirio siempre ha negado cualquier tipo de relación con el asesinato.

El Tribunal Especial de la ONU para el Líbano fue creado para investigar el asesinato del político en un atentado. Tres jueces del Tribunal entregaron al fiscal del Líbano la primera tanda de acusaciones, que incluyó cuatro órdenes de arresto contra miembros de Hezbolá, que cuenta con algunos de sus miembros en el Gobierno.

Las autoridades libanesas tienen 30 días para atender a las acusaciones y ejecutar las órdenes de arresto. Sin embargo, no está claro si el Gobierno hará cumplir las órdenes de arresto contra los miembros de Hezbolá. "El Gobierno liderado por Hezbolá, encabezado por el primer ministro Najib Mikati, se enfrenta sus desafíos más serios y cruciales", dijo el experto internacional en leyes Shafik al Masri. "Lo más importante para este Gobierno es no entrar en confrontación con la comunidad internacional por el tribunal de la ONU", añadió.

Los políticos libaneses se encuentran profundamente divididos en torno al tribunal: el Gobierno, una coalición liderada por Hezbolá, lo critica; la oposición, liderada por Saad, el hijo de Hariri y ex primer ministro, insiste en que el tribunal es una herramienta importante para impartir Justicia.

El enfrentamiento entre las dos partes alcanzó su punto culminante el 12 de enero, cuando Hezbolá y sus aliados derribaron el Gobierno de Saad Hariri, apoyado por Occidente, por su negativa a impedir que el tribunal investigara el asesinato de su padre.

El actual primer ministro, Mikati, se dio prisa en asegurar a los libaneses y a la comunidad mundial que no iba a haber luchas internas en el país después de las acusaciones. "Debemos lidiar de forma responsable y realista con las acusaciones", dijo Mikati. "Todo acusado es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad", agregó.

Hezbolá, apoyado por Irán y Siria, argumenta que el Tribunal especial para el Líbano está politizado y que fue designado para desestabilizar al país, por lo que pide al Gobierno libanés que ponga fin a su cooperación.

Un diplomático occidental que vive en Beirut dijo que el actual Gabinete, por la naturaleza de su composición, tendrá dificultades en lidiar con los futuros procedimientos del tribunal. "Tenemos dos bandos aquí, uno que acepta el tribunal y ve Justicia en él, y el otro cuyos miembros (de Hezbolá) están siendo acusados de un crimen y que cree que el tribunal es una forma de arrastrar al Líbano a la guerra civil".

"El problema es que este Gabinete no representa a todas las facciones rivales de la arena política libanesa, está formado por personas que en su mayoría no creen en el STL o sus conclusiones", dijo el diplomático.

El 13 de junio, Mikati formó un Gobierno de 30 miembros dominado por la coalición liderada por Hezbolá después de cinco meses de vacío político. La coalición de Hariri decidió boicotear cualquier Gabinete formado por Mikati.

El líder druso, Walid Jumblatt, alguna vez estrecho aliado de Hariri pero que en los últimos meses se movió en dirección a la coalición de Hezbolá, dijo que "la Justicia requiere de nosotros que evitemos caer en la trampa de las agendas internacionales, de forma similar a como ocurrió en el pasado".

"La paz civil es más importante que todas las demás cuestiones y el diálogo es la única forma de evitar los conflictos y tensiones". agregó Jumblatt.

Por su parte, el líder de Hezbolá, Hasan Nasrala, aseguró que nadie podrá detener a los sospechosos del asesinato de Hariri pero descartó que vaya a haber una guerra civil en el Líbano.

"Ninguna fuerza podrá detener a los mencionados en el acta de acusación... ni en 30 días, ni en 30 o 300 años", dijo Nasrala en una videoconferencia transmitida por las televisiones libanesas.

Aun así, "no habrá conflicto entre suníes y chiíes, no habrá guerra civil. Todos deben confiar y estar tranquilos. Debe haber un Gobierno responsable y dispuesto a tratar de modo nacional un acontecimiento de dicha índole", indicó el líder chií durante la mencionada alocución.

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