Michelle Obama, una abogada educada en Princeton y Harvard, se ha convertido, con la toma de posesión de su marido como presidente de Estados Unidos, en la nueva primera dama, papel que si bien no tiene un carácter político, sí ha ido ganando más peso con el paso de los años debido en gran medida a la personalidad de algunas de las inquilinas de la Casa Blanca.

Para la ceremonia de este martes, en la que muchos ojos estaban puestos en ella, la ya primera dama eligió un vestido con pedrería con abrigo a juego de color amarillo-verdoso de la diseñadora cubano-estadounidense Isabel Toledo, acabando así con la expectación sobre quién sería el diseñador del traje elegido para el histórico momento.

Desde Martha Washington hasta Laura Bush, muchas han sido las esposas de presidentes que han pasado por la Casa Blanca. En un primer momento su papel se limitaba a ser la anfitriona de las cenas y fiestas en el palacio presidencial, además de marcar la moda, para poco a poco irse implicando en actividades humanitarias. 

Tras Eleanor Roosevelt, que se convirtió en "los ojos y oídos" de su marido, Franklin D. Roosevelt, al estar éste postrado en una silla de ruedas, las primeras damas se fueron implicando aún más en cuestiones políticas, sobre todo de índole social (educación, sanidad o medio ambiente).

Michelle Obama, de 45 años, nació en una familia humilde de Chicago y es hija de una secretaria y de un empleado de la planta de agua de la ciudad. Se crió en un apartamento de un solo dormitorio en un barrio predominantemente negro, pero el hecho de que acudiera a una escuela racialmente mixta hizo que se mezclara con facilidad con chicas blancas de su edad. De hecho, ella misma ha reconocido que fue en la universidad donde se dio cuenta de que era negra.

En Princeton realizó una tesis sobre cómo los estudiantes negros deseosos de entrar en un mundo blanco podían mantenerse apegados a su cultura y raíces, para a continuación graduarse en Derecho en Harvard. A continuación, Michelle Obama entró a trabajar en un bufete de abogados, donde conocería al que hoy es su marido. Actualmente, es la vicepresidenta del hospital de la Universidad de Chicago, un trabajo a tiempo parcial que le deja tiempo para cuidar de las dos hijas del matrimonio, Malia, de 10 años, y Sasha, de 7.

Michelle ha asegurado que "el servicio a la comunidad ha sido una gran parte" de su vida, algo en lo que coincide con Barack Obama. Durante la campaña electoral tuvo un papel cada vez más importante, no limitándose sólo a presentar a su marido, sino que protagonizó numerosos actos en solitario y concedió entrevistas. "Me gusta más de lo que pensé que lo haría", reconoció.

Sin embargo, ha dejado claro que su prioridad es la de ser madre, más allá de asesorar a su marido en distintas cuestiones, como ha hecho hasta ahora. "Mi primer trabajo, para ser honestos, va a seguir siendo el de 'madre en jefe'", afirmó en una entrevista en octubre. 

De hecho, durante la larga campaña electoral, primero por las primarias y ahora por la Casa Blanca, Michelle Obama trató de conjugar su papel de madre de dos hijas pequeñas con el de esposa del candidato, poniendo de manifiesto su capacidad de oradora que le ha llevado a reunir a miles de personas en sus actos en solitario. Es más, su discurso durante la Convención Demócrata fue uno de los más aplaudidos.