Elecciones en el reino unido

El Reino Unido se enfrenta a los comicios más inciertos en décadas

  • Los conservadores podrían regresar al poder y los laboristas, hundirse hasta niveles históricos · Los resultados de los liberal-demócratas serán esenciales para conocer el futuro político de los británicos

El Partido Conservador británico puede regresar hoy al poder después de trece años en la oposición; los laboristas cosechar sus peores resultados del último cuarto de siglo y los liberal-demócratas convertirse en una opción real de superar el tradicional bipartidismo británico. Eso es, básicamente, lo que reflejan las últimas encuestas antes de que los electores tomen hoy la palabra.

Todos estos aspectos y muchas otras incógnitas (entre ellas el futuro político de Gordon Brown) comenzarán a despejarse tras el cierre de los colegios electorales, a las 23:00 (hora española).

El sistema electoral del Reino Unido es muy peculiar y distinto al de la mayoría de los países europeos, puesto que es mayoritario en lugar de proporcional. Lo que significa que los partidos no tienen tradición de hacer coaliciones, sino que el partido que consigue el mayor número de asientos en el Parlamento, casi siempre la mayoría absoluta, es el que decide el nombre del primer ministro.

Durante decenios el Partido Laborista y el Conservador se han ido turnando para gobernar el país. En esta ocasión, sin embargo, por primera vez aparece un novedoso elemento encaminado a desafiar a ambos: Nick Clegg, el joven y magnético líder del Partido Liberal Demócrata.

Como si fuera un nuevo Obama caído del cielo parece que Clegg y su partido podrían tener hoy en sus manos elegir quién será el futuro primer ministro.

Tal como asegura Joe Twyman, sociólogo de la empresa de encuestas británicas YouGov: "Nadie sabe qué sucederá finalmente". La última vez que el Reino Unido ha estado en una situación parecida fue en 1974 cuando no hubo un partido mayoritario y los laboristas, que obtuvieron una ligera ventaja, llegaron a un pacto con los liberales. No llegó a ser una coalición, pero se entendieron los unos con los otros. "Creo que algo parecido puede ocurrir esta vez", afirma Twyman.

La constitución interna del Partido Liberal es muy compleja y no da pie a formar pactos. No pueden cerrar un acuerdo formal con ningún partido hasta después de las elecciones cuando todos los escaños hayan sido elegidos. Las encuestas no son capaces de predecir la composición del Parlamento, ni las ofertas que conservadores y laboristas lanzarán a los liberales para formar gobierno si es que lo necesitan.

Twyman también apunta que tradicionalmente el Partido Liberal-democráta tiene más lazos en común con los laboristas que con los conservadores. Prueba de ello es que fue fundado en 1988 como producto de la unión del Partido Liberal descendientes de los whigs (que habían caído a la tercera fuerza política desde 1922) y del Partido Social Demócrata, una escisión del Partido Laborista en 1980. Desde el punto de vista estrictamente ideológico, los liberales comparten más ideas en común con los laboristas que con los conservadores.

Stephen Barber, candidato liberal para el distrito de Chipping Barnet, afirma a este diario que "los partidos conservadores y laboristas lo han hecho muy mal y los liberales llegamos con ganas de un cambio, de gobernar de manera diferente".

Parece que la aparición del candidato adecuado, Nick Clegg, en el momento adecuado ha sido un factor decisivo para su inesperado avance.

Barber también apunta que la fuerza del candidato ha venido reforzada por un mensaje muy acertado: "Crear una Gran Bretaña más justa". "Los liberales pensamos que se puede gobernar de una manera más democrática, más abierta, conectando la política con los ciudadanos", apunta Barber. Como muestra de ello algunas de las propuestas más llamativas de los liberales son dar una amnistía a los inmigrantes ilegales que llevan más de diez años residiendo en Inglaterra, recalibrar el sistema de impuestos, de manera que los que ganen más paguen más y devolver dinero a las familias más perjudicadas, apostar por la Unión Europea y por la entrada en el euro (algo inédito en la historia del Reino Unido), y cambiar el legendario sistema bipartidista por el proporcional multipartidista, que opera en la mayoría de los países.

Twyman recuerda que por primera vez en la historia del Reino Unido se ha producido un debate de tres partidos en lugar de dos, algo muy raro teniendo en cuenta el sistema bipartidista británico. Un Reino Unido descontento con los escándalos económicos de sus líderes, la crisis y la guerra de Afganistán busca una alternativa y, precisamente, Clegg se ha convertido en una bocanada de aire fresco.

Jorge Santiago, Coordinador del Máster en Asesoramiento de Imagen y Consultoría Política (Maicop) de la Universidad Pontificia de Salamanca afirma a este diario que la gran pregunta es por qué se ha permitido un debate a tres en un sistema bipartidista. "Cuando se piensa en estas cosas hay que intentar descifrar quién se beneficia y quién saca partido de estos debates", afirma el experto. Todo parece apuntar a que la estrategia laborista fue introducir un elemento sorpresa en los debates, Nick Clegg, para restar votos al Partido Conservador y evitar que obtuviera mayoría absoluta. Pero los conservadores han sabido reaccionar y en el último debate Cameron puso a Clegg contra las cuerdas.

En opinión de los expertos la gran pregunta es si hoy los liberal-demócratas mantendrán sus expectativas o el globo se ha pinchado definitivamente.

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