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Rusia intenta recuperar el papel mediador en el Cáucaso

  • Tras su cuestionado papel en la guerra de Georgia en agosto pasado, el Kremlin interviene en el arreglo del conflicto de Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán

El presidente ruso, Dimitri Medvedev, logró ayer que Armenia y Azerbaiyán negociaran el arreglo del conflicto de Nagorno-Karabaj, en un intento por recuperar el papel mediador de Rusia en el Cáucaso, cuestionado tras la guerra con Georgia.

Conseguir sentar cara a cara a los presidentes de Armenia, Serge Sargsian, y Azerbaiyán, Iljam Aliev, ya de por sí es un logro que también se planteaba el Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), mediador en el arreglo del conflicto e integrado por EEUU, Francia y Rusia.

Pero ahí terminan los logros de esta reunión.

Medvedev fue el único de los tres participantes que compareció ante la prensa para leer la declaración conjunta.

Aliev y Sargsian "acordaron continuar la labor para el arreglo político del conflicto karabají", anunció el jefe del Kremlin.

Sin embargo, el papel exclusivo de Rusia y su líder parece terminar aquí, pues la declaración sólo menciona la mediación del Grupo de Minsk.

Los presidentes, dice el documento, "reiteraron la importancia de la continuación de los esfuerzos mediadores de los copresidentes del grupo de Minsk de la OSCE en base a la Reunión de Madrid de noviembre de 2007 y las posteriores discusiones a fin de elaborar los principios básicos del arreglo político".

Este arreglo deberá basarse en "los principios y normas del derecho internacional y las decisiones y documentos aprobadas en dicho marco", dice la declaración.

Y cada "etapa y aspecto" de dicho arreglo deberá ir acompañado por "garantías internacionales jurídicamente vinculantes de todas sus etapas y aspectos".

Rusia, que en agosto pasado intervino militarmente en el conflicto entre Georgia y sus territorios secesionistas de Abjasia y Osetia del Sur y luego reconoció su independencia, pretende marcar ahora diferencias entre esos conflictos y otros focos separatistas en el espacio de la antigua URSS, Karabaj en Azerbaiyán y Transnistria en Moldavia.

"Los sucesos de agosto (en Georgia) demostraron que todo problema grave debe resolverse partiendo de los principios internacionales, en base a las negociaciones. Ninguna otra forma dará resultados positivos", manifestó el líder ruso en la reunión de ayer.

Pero los conflictos abjasio y surosetio, Cisdniester y el Karabaj sirven al Kremlin para retener el posible acercamiento de Moldavia y Azerbaiyán a Occidente.

Igual que el reconocimiento de Abjasia y Osetia del Sur es un claro aviso a los posibles seguidores de Georgia en su acercamiento a la OTAN y a Occidente.

Entre 1991 y 1994, la guerra azerbaiyano-armenia por el control de Karabaj, enclave armenio en territorio azerbaiyano, supuso la muerte de unas 25.000 personas en ambos bandos y fue ganada por los armenios, que contaron con el apoyo técnico-militar de Rusia. La derrota no sólo supuso para Azerbaiyán la pérdida del enclave y la expulsión de allí de la población no armenia.

Las tropas de Armenia y de los separatistas armenios del Alto Karabaj ocuparon casi un tercio de todo el territorio azerbaiyano, con un saldo adicional de casi un millón de refugiados internos en el país del Cáucaso Sur.

Las diferencias entre las partes son grandes, ya que Azerbaiyán exige la retirada incondicional de las tropas armenias, que serían sustituidas por fuerzas de pacificación para conceder una amplia autonomía a Nagorno-Karabaj.

Por su parte, Erevan defiende el derecho a la autodeterminación del enclave.

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