El fallo de la Corte Constitucional de Colombia que dejó fuera de carrera al presidente Álvaro Uribe hacia una segunda reelección no sólo representa un durísimo golpe a la coalición de derecha que gobierna desde 2002, sino que es el punto de partida de la campaña para los comicios del 30 de mayo.

Aunque varios candidatos recorren el país desde hace semanas, la expectativa en torno a si Uribe podía postularse o no era una especie de barrera que impedía el normal desarrollo de las campañas, pues los aspirantes hacían cuentas de sus posibilidades dependiendo de la presencia o ausencia de un hombre que se convirtió en un fenómeno de la política colombiana de la era moderna.

Uribe ganó las elecciones de 2002 y, en contra a lo que ocurre con otros mandatarios que caen en las encuestas, comenzó a ganar popularidad con su mano fuerte contra la guerrilla, por lo que el Congreso aprobó una enmienda constitucional para que pudiese postularse otra vez en 2006. Lo hizo y ganó con una enorme ventaja popular.

Sin embargo, el interés de un sector del oficialismo para prolongar su mandato hasta 2014 mediante un referéndum que cambiara ora vez la Carta Magna, chocó con el criterio de la Corte Constitucional, que encontró vicios de fondo y forma en el proceso.

Los candidatos y precandidatos de la oposición y de movimientos independientes coinciden en afirmar que la ausencia de Uribe no cambia mucho sus planes, aunque se muestran tranquilos porque al menos en teoría se elimina el riesgo de la falta de equilibrio por las ventajas mediáticas y electorales que puede sacar un presidente-candidato.

Sin embargo, de puertas para adentro todos saben que sus posibilidades aumentan de gran forma sin la presencia en la baraja de quien sin duda es el presidente con más respaldo de la historia reciente del país.

El fallo de la corte catapultó de inmediato a Juan Manuel Santos como candidato del oficialista Partido Social de Unidad Nacional (UN), la colectividad que impulsó el fracasado referéndum.