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Una bomba de relojería

  • La situación de los palestinos refugiados en el Líbano empeora día a día, con sus derechos fundamentales recortados y sin ninguna esperanza para los jóvenes

Una vida marcada por la pobreza, el desempleo, la marginación y la falta de derechos es el destino de casi la mitad de los 400.000 palestinos que malviven en los doce campamentos de refugiados en el Líbano.

Establecidos después de la creación del Estado de Israel en 1948, cuando miles de palestinos se vieron obligados a huir de sus hogares, los campamentos están formados por chabolas o casas de cemento en pésimas condiciones de salubridad.

Además, las aguas residuales corren por las calles de estos asentamientos, en los que los cables eléctricos cuelgan por doquier conectados a algún enlace que permite alumbrar las casas.

Para el centro de análisis International Crisis Group (ICG), la situación en los campamentos, de la que acusa a los sucesivos gobiernos libaneses, es "catastrófica" y supone una "bomba de relojería".

En ellos es habitual ver a los niños corriendo descalzos por las calles, con los pies llenos de barro, mientras que muchos jóvenes y adultos permanecen sentados sin hacer nada.

De hecho, uno de los principales problemas es la falta de empleo, pues según cálculos de Suheil Natur, director del Centro de Desarrollo Humano, el número de desempleados en los campamentos es del 70%, aunque la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa) dé la cifra de 40.

El Líbano no concede los derechos básicos a los refugiados palestinos ya que teme su asentamiento definitivo, lo que desestabilizaría aún más la frágil situación del país, resultante de décadas de conflictos armados y crisis políticas.

Además de tener prohibido el ejercicio de algunas profesiones, así como la compra de bienes inmobiliarios o la creación de asociaciones, los refugiados palestinos no tienen acceso a la Seguridad Social.

En un intento de cambiar esta situación, el Gobierno libanés aprobó una ley que permite a los palestinos ejercer a partir de ahora unas 50 de las 75 profesiones que tenían prohibidas.

Pero, como dijo a Efe Natur, "entre la teoría y la práctica hay una diferencia". Aunque los refugiados puedan ejercer ahora algunos trabajos, siguen sin poder beneficiarse de una cobertura médica gratuita.

El director del Centro de Desarrollo Humano, situado en el campamento de Mar Elías, en Beirut, explicó además que el desempleo afecta tanto a las personas sin estudios como a las instruidas.

Estas últimas, a pesar de contar con un título universitario, deben trabajar sin contrato ni permiso de trabajo, así como sin Seguridad Social ni vacaciones pagadas.

Frustrados por esta situación, la mayoría de los jóvenes palestinos licenciados deciden emigrar a otros países, aunque, en la mayoría de ellos encuentran el mismo tipo de discriminación, según opinan muchos de estos jóvenes, a los que además les es casi imposible obtener un visado para entrar a la Unión Europea.

El presidente del Comité líbano-palestino, Jalil Mekaui, aseguró a Efe que el Líbano trata de hacer todo lo que está a su alcance para mejorar la situación de los refugiados palestinos.

"Convocamos conferencias para obtener fondos para mejorar sus condiciones de vida e instamos a la Unrwa a que nos ayude a ello", afirmó Mekaui, quien aseguró además que el Líbano reconstruirá el campamento de Naher el Bared, donde en 2007 se enfrentaron violentamente el grupo radical suní Fatah al Islam y el Ejército libanés.

A pesar de estos esfuerzos, el Líbano reclama con insistencia la aplicación de la resolución 194 del Consejo de Seguridad de la ONU, que estipula el regreso de los refugiados palestinos a su tierra y la concesión de una indemnización a aquellos que no lo deseen.

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