reformas en cuba La venta de coches, un mercado floreciente aunque con trabas burocráticas

Un concesionario ambulante

  • Los cubanos regularizan en masa los documentos para poder adquirir un coche tras la reforma del mercado de compraventa de vehículos realizada por Raúl Castro

Dos meses después de que el presidente Raúl Castro autorizara la compraventa de autos en Cuba, unos 15.000 cubanos han regularizado sus documentos de propiedad, paso obligatorio para enajenarlos, en un mercado floreciente aunque con obstáculos tras medio siglo de prohibición.

Desde que entró en vigor la norma, el 1 de octubre, 4.304 autos cambiaron de dueño en la isla, 994 de ellos donados por sus propietarios a familiares, otro beneficio de la reforma legal, informó el diario oficial Granma.

El periódico del Partido Comunista destacó que las Oficinas del Registro de Vehículos han emitido desde entonces "14.630 certificados de inscripción", exigencia para su traspaso, aunque reconoció que se trata de un proceso "todavía joven" y no exento de "incidencias", si bien existe "voluntad de eliminarlas".

"De manera positiva transcurre en el país la implementación del decreto", que "regula la transmisión de la propiedad de los vehículos" y "tiene como principal objetivo flexibilizar esos trámites y eliminar prohibiciones", dijo el informativo de la televisión.

Estos 4.304 traspasos en dos meses, cifra que puede ser baja en otros países, representan un movimiento muy dinámico en un mercado prácticamente paralizado durante medio siglo.

En las calles de La Habana se ven ahora muchos anuncios de compra y venta de autos, mientras que el portal digital de anuncios clasificados revolico.com, el más visitado en Cuba, a pesar de ser ilegal, ha multiplicado sus ofertas de autos y también de casas. "Cambio un apartamento de un cuarto, con balcón a la calle, por un carro moderno pequeño", decía uno de los anuncios.

La compraventa de autos y viviendas, incluidas entre más de 300 reformas impulsadas por Raúl Castro para dar eficiencia al agotado modelo económico cubano, permitió de paso blanquear un mercado subterráneo, pues pese a la prohibición, los cubanos se las ingeniaban para vender vehículos de forma ilegal.

Uno de los mecanismos para burlar la ley era mantener el título del auto a nombre del antiguo dueño, lo que le traía dificultades si el comprador tenía problemas con la Policía.

Pedro, uno de los miles de profesionales cubanos que pudieron comprar autos soviéticos antes de 1990, contó que aún no ha logrado ponerse de acuerdo con el hombre al que vendió su Moskvich en 4.500 dólares hace siete años y al que ahora exige un pago adicional de 500 dólares para legalizar la propiedad.

"Está peleón, pero si no me da el dinero, el carro jamás será de él, son las leyes de la calle", declaró a la AFP Pedro que, como miles de cubanos, adquirió su auto con una cláusula: la prohibición de venderlo.

La reforma beneficia también a los que deciden abandonar la isla, unos 38.000 cubanos engrosan cada año una comunidad de casi dos millones repartida en Estados Unidos y España principalmente, pues deroga la confiscación de bienes que sufrieron los emigrantes durante 50 años.

Ernesto Medina, un taxista cuarentón, compró el Lada de una tía que se marchó de Cuba antes de que fuera levantada la prohibición. "Pensamos que lo perdíamos, pero llegó Raúl con su ley y ya es nuestro", explicó Medina, que considera "fabulosas las medidas que está aplicando ".

Hasta 1990, los cubanos sólo podían comprar autos si el Gobierno les daba un cupo por "méritos laborales". Lo pagaban a plazo, a precio subsidiado: un Lada costaba unos 200 dólares (al cambio actual), 10 veces menos que en otros países de América Latina. Todo esto desapareció con el "periodo especial", pues la venta de autos con subsidio se acabó súbitamente con la profunda crisis económica que sufrió la isla tras la desintegración de la Unión Soviética, su principal mercado, y fuente de créditos, ayuda y tecnología durante 30 años.

Casos excepcionales eran los músicos y profesionales que ganaban altas sumas de dinero en el exterior, y que recibían un permiso especial para adquirir un vehículo. En el mercado libre sólo se podían transferir los viejos coches norteamericanos, conocidos popularmente como almendrones, importados antes del triunfo de la revolución de Fidel Castro en 1959, muchos de los cuales, equipados con motores diesel de Europa o de Japón, ruedan ahora como taxis por La Habana.

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