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El ministro del Interior de Egipto sale ileso de un atentado

  • El Gobierno, que teme una escalada violenta, promete "mano de hierro" frente al terrorismo

El intento de asesinato del ministro egipcio del Interior, Mohamed Ibrahim, que sobrevivió ayer a una potente explosión en El Cairo, abre una nueva fase en la crisis política egipcia, entre temores a una escalada terrorista.

Con la época de atentados de los 90 muy presente, las autoridades egipcias prometieron "mano de hierro" en su lucha contra el terrorismo para impedir que esta lacra regrese al país.

Ibrahim salió ileso del ataque, que causó al menos 24 heridos, entre civiles y policías, según el Ministerio de Sanidad, además de importantes daños materiales en los vehículos y edificios cercanos.

El atentado fue perpetrado poco después de las 10.00 en la avenida Mustafa al Nahas, en el barrio residencial de Ciudad Naser, donde vive Ibrahim, que en ese momento se trasladaba con su convoy hacia la sede del Ministerio del Interior.

Todavía existe confusión sobre la explosión. En un principio, Interior achacó el estallido a una bomba colocada en un maletero y detonada por control remoto, pero después no descartó un ataque suicida, ya que en la zona se encontraron restos humanos.

El ministro aseguró que en el ataque hay implicados "elementos extranjero y egipcios", al tiempo que recordó que desde hace semanas advertía de que la situación en Egipto podía caer en el terrorismo.

Según constató Efe, la explosión causó la destrucción total de las fachadas de una tienda de ropa femenina y de una farmacia, así como de los cristales de locales y viviendas situadas en un radio de 50 metros. Vehículos y motos calcinados o destrozados, restos de neumáticos y de otras piezas salpicaban la avenida.

Agentes y efectivos de la Policía Científica se desplegaron en el lugar, apoyados por civiles y perros, mientras los vecinos seguían curiosos los eventos desde sus ventanas.

Ibrahim ha sido criticado por los seguidores del depuesto presidente Mohamed Mursi por el violento desalojo en agosto de las acampadas islamistas que pedían su restitución y por la campaña de represión contra los Hermanos Musulmanes.

La cofradía condenó el atentado, al igual que la alianza islamista que apoya a Mursi, reiterando que sus acciones son y serán pacíficas pese a las diferencias que pudieran tener con Ibrahim.

La llamada Coalición Nacional de Defensa de la Legitimidad afirmó que rechazan "cualquiera acción violenta, incluso contra los que han perpetrado crímenes contra el pueblo", y apuntó que este suceso puede ser usado por las autoridades para prorrogar el estado de emergencia y aumentar la represión y las detenciones.

De igual modo, el grupo radical Gamaa Islamiya, autor de numerosos actos terroristas hasta que renunció a la violencia en 2003, se desvinculó del atentado y advirtió de que esos actos "abrirán la puerta a un conflicto sangriento".

Desde hace semanas las autoridades egipcias sostienen que hacen frente al terrorismo, y el Gobierno destacó ayer que el atentado no le apartará de su lucha contra este fenómeno con "toda firmeza y fuerza".

Por su parte, la Presidencia afirmó que "no permitirá que el terrorismo, derrotado por el pueblo egipcio en los 80 y 90, vuelva nuevamente a mostrar su feo rostro". "El Estado se compromete ante su pueblo a que los que perpetran actos terroristas, sea cual sea su tendencia (política), no escaparán de la espada de la ley y del puño de la Justicia".

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