La renovación del laborismo Los conservadores avanzan en su objetivo por conquistar a la clase media

¿Quiénes son los nuevos 'tories?

  • El estereotipo del partido se caracteriza por representar a las clases adineradas, pero hoy busca convertirse en una formación capaz de atraer al votante de centro y a los jóvenes

De militares, financieros o abogados a fervientes cristianos, funcionarios o estudiantes, el Partido Conservador de David Cameron abarca hoy mucho más que la derecha tradicional y avanza en su objetivo de conquistar el terreno más disputado: la clase media.

Los tories ya no son lo que eran -mayores de 65 años, ellos con "tweed" o raya diplomática, ellas con traje chaqueta y perlas-, sino que se han convertido, al menos en apariencia, en un partido variado capaz de atraer al votante de centro.

El congreso conservador celebrado este año y que concluyó recientemente en Birmingham (centro inglés), ha contado esta vez con la participación de un "mayor número de jóvenes que nunca", asegura Colin Hughes, un concejal de la ciudad que se ha ocupado de recibir a los congresistas "debutantes".

"Hace ocho años, cuando yo asistí a mi primer congreso, sólo se veían jubilados sentados en sus sillas comiendo sandwiches, mientras que ahora el ambiente es mucho más vibrante, hay una permanente ebullición de ideas", dijo.

Aunque los ancianos respetables continúan sentados en sus sillas, lo cierto es que empiezan a proliferar los grupitos de veinteañeros, la mayoría chicos trajeados y bien peinados, en general blancos y muchos con acento de colegio de pago.

Son jóvenes que al igual que Warren Clegg, de 20 años, no han conocido más Gobierno que el laborista y critican "el exceso de burocracia y control del Estado", en detrimento de "la libertad individual y las oportunidades para quienes luchan por ganárselas".

El excesivo control estatal, la presunta cultura laborista de "altos impuestos y gasto desmesurado", con inversiones públicas que supuestamente no funcionan, parecen ser los principales agravios de los militantes conservadores respecto a la era del Nuevo Laborismo.

Tras pensárselo varios años, Sophie Chapman, una ama de casa de 41 años que dedica "veinte horas semanales" a ayudar a su parroquia en Lincoln, ubicada en el centro de la ciudad, decidió afiliarse al partido de Cameron porque considera que "es el que mejor puede ocuparse de los desfavorecidos".

Chapman comulga con las ideas del cada vez más influyente Centro de Justicia Social promovido por el ex líder del partido Ian Duncan Smith, quien, con su retorno y promoción de los valores tradicionales, ha captado el interés de buena parte de los conservadores.

El proyecto de Cameron, quien en su día se propuso sanear la "resquebrajada sociedad" británica, propone combinar una gestión económica liberalizadora con medidas sociales que favorezcan la cohesión, al estilo de los tories de antes de Margaret Thatcher.

Algo muy parecido a lo que quiso conseguir también el ex primer ministro laborista Tony Blair, en su empeño por conquistar "la Inglaterra del medio", aunque para ello tuviera que alienar a las bases de su partido.

"Actualmente todos los conservadores importantes se comportan como si estuvieran en una fiesta de disfraces en la que sólo vale un traje, el de Blair", comenta el mordaz columnista del diario The Daily Telegraph -o Torygraph, como también se conoce- Craig Brown.

Aunque la sintonía con Blair perdió brillo a su salida del Gobierno por la puerta trasera, parece que ahora vuelve a triunfar, ya que, como apunta el periodista, "se detecta una cierta nostalgia" por el ex premier debido al poco entusiasmo que ha despertado su sucesor, Gordon Brown.

Dibujar el estereotipo del Partido Conservador ya no es tan fácil como lo era antes.

Desde sus inicios en el siglo XVII, primero como agrupación monárquica que se integraría en el partido de los Tories -derivado del irlandés "tóraidhe", o bandolero-, hasta el Partido Conservador moderno, fundado en 1834, la formación se caracterizó por representar a las clases adineradas del país. "Hoy en día ya no se ven tantos antiguos coroneles del Imperio, con sus mostachos rizados y viejos uniformes, ni señoras con peinados imposibles", explica Dave Brown, dibujante de The Independent.

Sin embargo, los diputados de todos los partidos "comparten la misma imagen de políticos profesionales", señala, aunque "tras mucha observación", Brown ha podido identificar dos rasgos comunes del nuevo Conservador: "Tiene una tez inusualmente rosada, posiblemente atribuible al descubrimiento de la crema hidratante o lograda con el paso de los años tras las duchas frías en el internado y un peinado al estilo del que yo solía llevar cuando tenía unos 14 años", bromea el caricaturista.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios