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El presidente polaco lanza un órdago a la UE al negarse a firmar el Tratado

  • Lech Kaczynski se ampara en el no irlandés para demostrar una vez más que él y su partido son un problema para la Unión · Las dudas alcanzan también a la República Checa y al presidente alemán

El presidente polaco Lech Kaczynski, un euroescéptico preocupado por su existencia frente al gobierno europeísta del primer ministro Donald Tusk, ha desafiado de nuevo a la Unión Europea (UE) al anunciar en una entrevista que no quería ratificar el Tratado de Lisboa. "Por el momento, el tema del Tratado de Lisboa no tiene sentido", afirmó el presidente al diario Dziennik.

Y eso que el parlamento polaco aprobó en abril la ratificación del Tratado, clave para la reforma de las instituciones europeas.

En virtud de la Constitución polaca, el presidente es quien debe ratificar los tratados en última instancia. "El presidente tiene el derecho pero no el deber de firmar", explicó a la AFP Piotr Winczorek, un experto en derecho constitucional.

Aunque el Parlamento puede anular un veto presidencial a una ley, ninguna cláusula permite que se ratifique un tratado si el presidente se opone a ello. "Ni el Parlamento ni el gobierno tienen margen de maniobra", agregó Winczorek.

El anuncio del cambio de parecer de Lech Kaczynski en el primer día de la presidencia semestral francesa de la UE asesta un duro golpe a los esfuerzos del jefe de Estado francés Nicolas Sarkozy, que contaba con lidiar únicamente con el no de Irlanda.

La politóloga Lena Kolarska-Bobinska estima, no obstante, que la fecha del anuncio es "pura coincidencia", ya que la entrevista con el periódico gira en torno al pasado comunista de Polonia.

"Para el presidente, es la ocasión de imponerse, de mostrarse en la escena política nacional, para mostrar que tiene otro punto de vista sobre cuestiones claves", estimó. "El partido de los hermanos Kaczynski es cada vez menos popular y Europa es uno de los temas importantes para este partido" que juega las cartas del catolicismo, del euroescepticismo y del alejamiento del comunismo, explicó.

Desde su derrota en las elecciones legislativas de octubre, los conservadores van muy rezagados respecto a los liberales de Donald Tusk en los sondeos.

Lech Kaczynski y su hermano, el ex primer ministro Jaroslaw Kaczynski, son los dirigentes más impopulares en Polonia a día de hoy. Los gemelos no tienen reparo en oponerse a los demás dirigentes europeos con tal de proteger sus intereses políticos internos.

Así lo demostraron durante los dos años en los que llevaron las riendas del poder en Polonia, multiplicando las fricciones con la UE, principalmente en lo relativo a las arduas negociaciones del Tratado de Lisboa.

Acabaron dando su acuerdo al Tratado, pero si fracasara no les apenaría lo más mínimo ya que se han cansado de repetir que el actual Tratado de Niza es más ventajoso para Polonia.

"Tendremos sin duda una nueva crisis política", estima el politólogo Kazimierz Kik. "Si Kaczynski firmara el Tratado, sería un éxito para Tusk", agregó.

Por de pronto, Tusk pidió al presidente que recapacitara porque "no es así cómo se construye la posición de Polonia en el mundo". La decisión del Presidente también podría acelerar la Europa de dos velocidades, temen los europeístas polacos.

"Francia, Alemania, y quizá otros países, dejarán de lado a aquellos que tienen complejos", advirtió Stanislaw Zelichowski, un dirigente del Partido Campesino PSL, aliado de los liberales.

Nuevas brechas se abren también en Alemania y la República Checa. El presidente alemán Horst Kohler declaró que retrasará la firma del tratado aprobado ya por el Bundestag (parlamento alemán) hasta que el Tribual Constitucional decida sobre determinados aspectos, siguiendo una petición del Tribunal.

Por ello, la firma de Alemania al Tratado durante la presidencia de Sarkozy se considera también improbable. Lo mismo ocurre con la República Checa, que quiere esperar a una decisión del Constitucional antes de aprobarlo.

El comunicado del Elíseo pidió a la República Checa que considere realmente si desea retrasar la ratificación del Tratado de Lisboa. El país se quedaría "muy aislado en Europa".

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