Los Tomahawk, los misiles estadounidenses que acaparan protagonismo en el conflicto Rusia-Ucrania
Estos proyectiles de alta precisión, con 6,25 metros de longitud y 1.400 kilos de peso, podrían ser entregados por Trump a Ucrania, algo que Rusia considera "un acto hostil"
Trump acuerda reunirse con Putin en Budapest para acabar con la guerra en Ucrania
Los misiles Tomahawk vuelven a la primera línea del debate internacional tras la sugerencia del presidente estadounidense Donald Trump de entregarlos a Ucrania, una propuesta que ha tensado aún más las relaciones con Rusia. Estos proyectiles, que miden 6,25 metros, pesan aproximadamente 1.400 kilos y llevan el nombre del hacha de guerra de los indios norteamericanos, son codiciados por el gobierno de Zelenski como herramienta para presionar a Putin en las negociaciones para finalizar el conflicto que comenzó en febrero de 2022.
El líder ruso, Vladímir Putin, ha sido contundente al advertir que la entrega de estos misiles de crucero de largo alcance solo serviría para "dañar considerablemente" las relaciones con Estados Unidos. "Para ser sincero, quizás tenga que hablar con Rusia sobre los Tomahawk. ¿Quieren tener misiles Tomahawk dirigiéndose hacia ellos? No lo creo", declaró Trump el pasado domingo, quien este viernes recibirá nuevamente a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, en la Casa Blanca.
La posible entrega de estos misiles de crucero ha elevado la tensión diplomática entre Washington y Moscú, especialmente después de que Serguéi Narishkin, director del Servicio de Espionaje Exteriores de Rusia, afirmara que su país "considerará ese paso, si se lleva a cabo, como hostil". Mientras tanto, Zelenski ya se ha reunido en Washington con representantes de empresas armamentísticas estadounidenses que producen estas tecnologías militares.
Características técnicas de los Tomahawk: precisión y potencia
Con una longitud de 6,25 metros con el propulsor incluido y una envergadura de 2,6 metros, estos misiles de crucero estadounidenses fueron diseñados en la década de los setenta y han sido utilizados por EE.UU. en más de 2.000 ocasiones en diferentes conflictos internacionales. Su alcance máximo puede superar los 2.000 kilómetros, dependiendo del modelo, y vuelan a una velocidad subsónica de 880 kilómetros por hora a baja altura para evitar ser detectados por los radares enemigos.
Una de las características más destacadas de estos proyectiles es su capacidad para transportar hasta media tonelada de explosivos en sus ojivas, la parte delantera donde se aloja la carga explosiva. Existen cinco modelos diferentes, cada uno con capacidades específicas adaptadas a distintos tipos de objetivos y misiones militares. El sistema Tomahawk completo está compuesto por el misil, un centro de planificación y un sofisticado sistema de control de navegación equipado con receptor GPS.
Estos misiles de crucero cuentan con diversas modalidades operativas según el objetivo a atacar: desde versiones convencionales con carga explosiva hasta variantes de fragmentación, antibúnker y tácticas con capacidad de reprogramación en vuelo mediante comunicaciones satelitales. Esta última característica permite modificar objetivos o recibir información en tiempo real durante el ataque, lo que los convierte en un arma extremadamente versátil y precisa.
Historia y precedentes de uso en conflictos internacionales
El Tomahawk ha sido un elemento clave en numerosas operaciones militares estadounidenses desde la Guerra del Golfo a principios de los años 90. Según su fabricante, es considerado el misil de crucero más avanzado del mundo, habiendo experimentado importantes mejoras en cada nueva versión desarrollada. Su bautismo de fuego a gran escala se produjo durante la operación Tormenta del Desierto liderada por Estados Unidos contra Irak.
En 2011, estos misiles también fueron empleados durante las operaciones militares de la OTAN contra el régimen de Muamar Gadafi en Libia, demostrando su eficacia en misiones de precisión. Posteriormente, en octubre de 2016, el Pentágono los utilizó para bombardear instalaciones en Yemen desde posiciones en el Mar Rojo. Y en abril de 2017, durante su primera presidencia, Donald Trump ordenó un ataque con misiles Tomahawk contra la base aérea siria de Al Shayrat en respuesta al presunto uso de armas químicas por parte del gobierno de Bashar al-Asad.
Además de estos conflictos, Estados Unidos ha desplegado estos proyectiles en guerras como las de Afganistán y la antigua Yugoslavia, consolidándolos como uno de sus principales recursos militares para ataques de precisión a larga distancia. Su historial de uso efectivo es uno de los motivos por los que Ucrania lleva tiempo solicitándolos para mejorar su capacidad ofensiva contra objetivos rusos.
El papel de los Tomahawk en las negociaciones Trump-Putin-Zelenski
La posible entrega de estos misiles a Ucrania se ha convertido en una pieza clave del nuevo tablero diplomático tras el regreso de Trump a la Casa Blanca. El mandatario estadounidense, que ya logró propiciar un alto el fuego en la Franja de Gaza, parece estar utilizando la carta de los Tomahawk como una herramienta de presión en sus negociaciones para intentar poner fin al conflicto entre Rusia y Ucrania.
Los Tomahawk serán sin duda uno de los temas centrales en la reunión que mantendrán Trump y Zelenski este viernes en Washington, así como en el próximo encuentro que el presidente estadounidense tiene previsto con Putin en Budapest. Ambos líderes concertaron esta cita durante una conversación telefónica mantenida recientemente, en la que el mandatario ruso expresó claramente su postura sobre la posible entrega de estos misiles a Ucrania.
Según Putin, estos proyectiles "no cambiarán la situación en el campo de batalla, pero dañarán considerablemente" las relaciones entre Moscú y Washington. Esta advertencia refleja la importancia estratégica que Rusia otorga a evitar que Ucrania pueda disponer de armas de largo alcance capaces de alcanzar territorio ruso profundo, un límite que hasta ahora Estados Unidos ha respetado en sus envíos de armamento a Kiev.
¿Qué ventajas militares aportarían los Tomahawk a Ucrania?
La adquisición de misiles Tomahawk supondría un salto cualitativo importante para las capacidades ofensivas ucranianas, permitiéndoles atacar objetivos rusos a distancias mucho mayores de las que pueden alcanzar con su arsenal actual. Con un alcance que puede superar los 2.000 kilómetros, estos proyectiles podrían golpear instalaciones militares y logísticas situadas en profundidad dentro del territorio de la Federación Rusa.
Uno de los principales atractivos de estos misiles para el ejército ucraniano es su precisión y capacidad de evadir defensas aéreas. Al volar a baja altura y contar con sistemas avanzados de navegación, los Tomahawk tienen un alto índice de efectividad para alcanzar sus objetivos, incluso aquellos bien protegidos. Además, su capacidad de reprogramación en vuelo permitiría a Ucrania realizar ajustes tácticos durante las operaciones.
Sin embargo, analistas militares señalan que la entrega de estos sistemas requeriría también una compleja infraestructura de apoyo y entrenamiento especializado para los operadores ucranianos. Asimismo, se plantean dudas sobre las plataformas de lanzamiento disponibles, ya que Ucrania no cuenta actualmente con los buques, submarinos o bombarderos desde los que habitualmente se disparan estos misiles, aunque existen versiones terrestres que podrían ser adaptadas para su uso.
La industria armamentística detrás del Tomahawk
El principal fabricante de los misiles Tomahawk es la corporación estadounidense Raytheon Technologies, una de las mayores empresas de defensa del mundo. La producción de estos sofisticados proyectiles involucra tecnología de punta y representa importantes contratos para la industria armamentística norteamericana, con un coste por unidad que oscila entre los 1,5 y los 2 millones de dólares, dependiendo del modelo y sus especificaciones.
No es casualidad que Zelenski se haya reunido en Washington con representantes de empresas del sector de defensa durante su visita. Estas compañías ven en el conflicto ucraniano una oportunidad para demostrar la eficacia de sus productos en condiciones reales de combate, además de abrir nuevos mercados para la exportación de armamento estadounidense a países aliados preocupados por la amenaza rusa.
La decisión final sobre la entrega de estos misiles a Ucrania no solo tiene implicaciones geopolíticas sino también económicas para la industria de defensa de Estados Unidos, que ha visto aumentar significativamente sus beneficios y cotización bursátil desde el inicio del conflicto en 2022. Cualquier anuncio en este sentido podría tener un impacto inmediato en los valores de estas compañías en los mercados financieros.
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