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Estalla el experimento de Gobierno entre el PP austríaco y los ultranacionalistas

  • La coalición entre los conservadores y el FPÖ ha durado 17 meses y es el tercer intento fracasado de 'domesticar' a la extrema derecha

  • Los ultras están incluso dispuestos a apoyar una moción de confianza contra sus antiguos socios 

Un activista con una careta que representa al canciller austriaco, Sebastian Kurz (centro), este martes  en una protesta delante de la Cancillería en Viena.

Un activista con una careta que representa al canciller austriaco, Sebastian Kurz (centro), este martes en una protesta delante de la Cancillería en Viena. / Florian Wieser (EFE)

Un vídeo con cámara oculta. Un escándalo de corrupción. Elecciones anticipadas. Ruptura de la alianza de Gobierno. Esa ha sido la vertiginosa sucesión de acontecimientos desde el viernes en la crisis política que vive Austria y que este lunes sumó enteros con el abandono de los ultras de la coalición con el PP austríaco (ÖVP).

Si hace 17 meses los dos partidos prometieron un nuevo estilo de hacer política, alejado de los conflictos internos que durante años lastraron las sucesivas grandes coaliciones entre conservadores y socialdemócratas, ahora se ha confirmado que ese experimento está, de momento, acabado.

Los ministros del ultranacionalista FPÖ han anunciado su salida de la coalición con el ÖVP, en protesta por la destitución del responsable de Interior, el controvertido Herbert Kickl, del ala más derechistas del partido.

La marcha de Kickl era la condición que el líder popular y canciller, Sebastian Kurz, había puesto para mantener la coalición, después de que el pasado viernes se filtrara un vídeo en el que el ya exjefe del FPÖ, Heinz-Christian Strache, se mostraba dispuesto a dar contratas públicas a cambio de financiación ilegal.

Disculpas de Strache 

Strache, que calificó la filtración como un "atentado político" y al mismo tiempo producto de un borrachera, aseguró el sábado que no había hecho nada ilegal, pidió disculpas y presentó su renuncia como jefe del partido y vicecanciller.

Al anunciar el domingo que iba a pedir su destitución, Kurz aseguró que si Kickl hubiera seguido ese ejemplo, habría contribuido a que se realizara una investigación imparcial y sin sombra de intervención sobre el contenido del vídeo.

El canciller, que ha defendido desde el estallido de la crisis una y otra vez la gestión y las reformas puestas en marcha por la coalición, sí tuvo que reconocer que el vídeo ha provocado una pérdida de confianza en la política y ha dañado a todo el Gobierno.

Pocos minutos después del anuncio de Kurz, el FPÖ anunció no sólo que retira a sus ministros -Interior, Defensa, Exteriores, Sanidad e Infraestructuras-, sino que no descarta apoyar una moción de censura contra el canciller.

Poco antes, Kickl había acusado a Kurz de tener una "borrachera de poder" por querer arrebatarle la cartera de Interior, que según sus seguidores ha llevado con el mayor de los éxitos.

Esta guerra abierta entre los dos socios de coalición ha roto la hasta ahora aparente concordia entre ambos partidos, que cerraron el diciembre de 2017 un pacto de Gobierno en el que la lucha contra la inmigración era un pilar esencial.

Ni las declaraciones xenófobas y antisemitas de varios dirigentes del FPÖ, ni los vínculos del partido o sus miembros con grupos supremacistas blancos o neonazis, ni el hecho de que Kickl haya motivado que muchos servicios secretos occidentales no se fíen ya de Austria, habían logrado romperla.

La coalición entre ÖVP y FPÖ estalla a contados días de las elecciones europeas de este fin de semana, y en medio de un fuerte debate sobre si los partidos conservadores del continente deben o no pactar con la extrema derecha populista.

El Partido Popular Europeo (PPE) ha insistido en rechazar esa colaboración de cara a unos comicios europeos de los que las encuestas prevén que los partidos ultras saldrán muy fortalecidos.

De hecho, el FPÖ se ha unido a la alianza que promueve el ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, y en la que participa también la francesa Marine Le Pen.

Pero, más allá de la cita electoral europea, los partidos austríacos tienen ya la vista y el discurso puestos en las elecciones anticipadas anunciadas por Kurz para septiembre.

El canciller ha dicho ya que sólo su partido puede asegurar la estabilidad, aspirando a la mayoría absoluta con el argumento de que ni los ultras ni los socialdemócratas pueden ser socios de Gobierno.

El opositor partido socialdemócrata SPÖ, por su parte, señala a Kurz como responsable de esta crisis, por haber permitido que el FPÖ llegue al Gobierno.

La líder del SPÖ, Pamela Rendi-Wagner, pidió el lunes la marcha de todos los ministros, incluidos los democristianos, y un Gobierno de expertos hasta las elecciones.

De momento, el escándalo parece haber hecho un moderado daño electoral al FPÖ.

Escaso daño electoal al FPÖ

Según un sondeo publicado el lunes por la televisión OE24, antes de anunciarse que el FPÖ abandona el Ejecutivo el partido lograría el 18%, sólo cinco puntos menos que antes de la filtración del vídeo.

El ÖVP de Kurz sacaría un 38% (+4) y los socialdemócratas el 26% (+1), mientras que los liberales Neos sacarían un punto más, hasta el 9%, y Los Verdes ecologistas un 5%.

Anton Pelinka, uno de los politólogos más respetados de Austria, recordó este martes en declaraciones a Efe que esta es la tercera vez que fracasa el intento de "domesticar" al FPÖ en el Gobierno.

La primera fracasó cuando en 1986 el fallecido Jörg Haider escoró el partido a la derecha, rompiendo así una coalición con el SPÖ.

La segunda fue hace 17 años, cuando una coalición entre el ÖVP y el FPÖ de Haider provocó el rechazo e incluso sanciones de la Unión Europea, y acabó explotando debido a divergencias internas en la formación ultranacionalista. EFE

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