Batallas electorales

Alcalá del Valle, yo soy aquel emigrante...

  • El pueblo gobernado durante doce años por Dolores Caballero, y donde "la derecha no tiene cabida", no encuentra solución al problema de la emigración estructural

Un vecino de Alcalá del Valle nos muestra la estatua del Emigrante.

Un vecino de Alcalá del Valle nos muestra la estatua del Emigrante. / Jesús Marín

Dijo Italo Calvino que “la ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, surcado a su vez cada segmento por raspaduras, muescas, incisiones, cañonazos...” Bien, pero luego está Alcalá del Valle. Me explico. Siguiendo la recomendación de Las ciudades invisibles me acerco a la Plaza del Emigrante buscando las huellas del pasado alcalareño en su estatua central, la del jornalero con la maleta a cuestas, pero, pronto, me despierta la sabia reunión: “el temporero, muchacha, eso ha pasado, pasa todavía y pasará; nos fuimos los abuelos, se fueron los padres y se van los hijos”. Es decir, las huellas del pasado en Alcalá del Valle también son las del presente y, ojalá que no, las del futuro.

No es resignación –¿quién se atreve a acusar de conformismo a uno de los pueblos más luchadores de toda nuestra provincia? El que le sacó a la Junta el proyecto de una carretera que ni siquiera estaba proyectada (bueno, ahora el trazado de la carretera de Lora se está reproyectando...); el de los dignos agricultores que se unieron en cooperativa para defender sus productos; el que reza por igual a San Isidro, a San Roque y al Ché, Hasta la victoria siempre–. No, no es resignación, es calendario y sabiduría.

La emigración es estructural en este municipio “semincomunicado”, “cien por cien jornalero” pero con “un término rural tan escaso” que apenas caben “a una fanega de tierra per cápita” con lo que el jornalero “tiene que alquilar tierras en otras poblaciones cercanas”. ¿Pero el espárrago da? “Da, pero no para todo el calendario agrícola, esto es un círculo de paro y miseria”. Para romperlo, se van de temporeros a Francia, a enganchar el albaricoque, la manzana, la fresa y lo que haya que enganchar. Seis o nueve meses fuera. Ni la Romería del primero de mayo pueden disfrutar con sus familiares. Se van... y vuelven... y una generación, y otra..., en una extraña y rural versión del Eterno Retorno.

A los abuelos, a los padres y a los hijos los han visto hacer y deshacer maletas algunos de los honorables hombres que se sientan en la tranquila plaza sólo zarandeada por los gritos de los chiquillos en el patio del colegio que se levanta justo enfrente. Que niños alcalareños hay en buen número, una media de 20-25 nacimientos al año, que no está nada mal. Y todavía se recuerda, cuando ese mismo edificio albergaba una guardería para niños de temporeros que vivían allí (sí vivían con unos monitores mientras sus padres trabajaban fuera) y que llegó a alcanzar “los 200 zagales”.

Entre estos hombres que guardan la memoria del pasado y del presente de la localidad despunta Alfonso Fernández, que habla con la resolución de un ministro y la humildad de un maestro. “Es que este señor encabezó la lista del Partido Comunista en su primera legislatura y fue el primer teniente de alcalde de nuestro primer Ayuntamiento democrático”, avisa el compañero Pedro González.

Junto a la Casa de la Juventud de Alcalá del Valle se puede observar una placa en recuerdo a Ernesto 'Ché' Guevara. Junto a la Casa de la Juventud de Alcalá del Valle se puede observar una placa en recuerdo a Ernesto 'Ché' Guevara.

Junto a la Casa de la Juventud de Alcalá del Valle se puede observar una placa en recuerdo a Ernesto 'Ché' Guevara. / Jesús Marín

El consejo de sabios tiene claro que el poder local no tiene capacidad ni instrumentos para romper con esta maldición del destino de temporero. Gobierne quien gobierne. “Son otras escalas del poder, más altas, las que pueden propiciar el desarrollo del pueblo en este sentido”. Ahí queda. Gobierne quien gobierne... IU o PSOE, se entiende. “La derecha no tiene cabida en este pueblo”, lema que repiten orgullosos muchos de los alcalareños. Lema y realidad: la derecha nunca ha tocado poder.

Sin embargo, hay ciudadanos que desean un cambio, como Rafael Trujillo, como Águeda García, como Rafi Ponce... ¿Será el nuevo partido Alcalá Somos Todos el depositario de sus esperanzas? Quizás para algunos... “El candidato es joven pero está muy preparado, es abogado y no veas como va de aquí”, se señala, Trujillo, los labios. “Hablar, hablan todos, lo que hay es que hacer”, contesta Águeda que aunque cree que Loli Caballero, alcaldesa durante 12 años de Alcalá del Valle, “le ha echado dos ovarios”, le achaca, al igual que otros vecinos, cierta dejadez “en los últimos años”. “Que no se puede estar tantos años en un sillón” (la versión en plata de el poder corrompe), según otra vecina que no quiere dar su nombre “porque aquí nos conocemos todos...”

Todos se conocen en una población sobre papel de algo más de 5.000 habitantes pero donde sólo unos 3.000 residen todo el año. Que cerca de 1.000 que se van a Francia o, en tiempos, a Alemania (es curioso comprobar que de los 102 habitantes empadronados en la localidad nacidos en el extranjero un 19,6% sean procedentes del país germano y un 13,7% de tierras galas) y los que restan de la cuenta se van de nuevo, que hay un repunte tras el batacazo de la crisis, a buscar el jornal “en la costa”. La costa de Málaga, claro, que Alcalá del Valle está a 35 minutos en coche de Ronda y a dos horas de Cádiz, con la que sólo está conectada a través de transporte público por un autobús que sale a las seis y media de la mañana.

Alcalá del Valle está lejos. Es la última frontera de la atractiva Ruta los Pueblos Blancos. Pero no le llega el turismo como a la vecina Setenil. De eso se quejan los alcalareños. También de la droga. Les preocupa la impunidad con la de “los buenos coches” se pasean con descaro por sus bien delineadas calles con conductores “a los que no se les conoce ni oficio ni beneficio”. Que nos conocemos todos en el pueblo...

Trabajadoras (son unos 135 en temporada) en el departamento de manipulación de la cooperativa Los Europeos. Trabajadoras (son unos 135 en temporada) en el departamento de manipulación de la cooperativa Los Europeos.

Trabajadoras (son unos 135 en temporada) en el departamento de manipulación de la cooperativa Los Europeos. / Jesús Marín

La droga preocupa, la delincuencia preocupa y la falta de seguridad. ¿Es tan peligrosa Alcalá del Valle? “No creas, la misma droga que en toda la sierra, y no diría yo que ni de los sitios peores. Lo que ocurre es que sólo hay 5 policías locales y a las once de la noche están en su casa porque son tan pocos que ni turnos se pueden hacer. Está la Guardia Civil, sí, pero no pueden intervenir dentro del pueblo si no se les requiere y además tienen que atender a más territorio”, argumenta de camino al Centro de Salud José María Gil, enfermero nacido en Madrid pero que reside en Alcalá desde hace 20 años. José María echa de menos tener un cine o un teatro a la mano, pero le encanta que todavía se dé los buenos días por la calle y que los vecinos lo conozcan por su nombre.

Porque tiene Alcalá del Valle esa buena educación natural que sólo nace desde la empatía y la solidaridad, del pensamiento de que juntos somos más fuertes... (“aunque no sabe usted como se pone esto con las elecciones, aquí no hay seguidores, hay fanáticos de los partidos, cuando yo pienso que lo mejor es no tener mayorías absolutas, las mayorías absolutas son rodillos...”)

Solidaridad y fuerza que supieron demostrar, por ejemplo, en una tenaz movilización popular con la que se logró sacar del cajón el proyecto de mejora de la CA-9107. Aunque, como lamentablemente es demasiado habitual, cuando se iniciaron las obras del trazado problemas inesperados en el terreno han llevado a la paralización de los trabajos y la necesidad de un nuevo proyecto.

Fuerza y solidaridad que, en buena parte, dieron vida al que es hoy el único motor económico de la población, la cooperativa Los Europeos que, aunque nació en 1989 para impulsar el cultivo de cereal de las explotaciones familiares alcalareñas, se ha convertido en la iniciativa que ha puesto en el mapa la industria del espárrago de la localidad, con una producción este año de 700.000 kilos de espárragos que exportan a Francia, Italia, Holanda, Suiza, Alemania y, este año por primera vez, a Polonia.

Espárrago y aceite (que invirtieron unos buenos dineros en una almazara en 2009) son los principales productos de esta cooperativa que actualmente cuenta con 1.300 socios (95% de Alcalá del Valle) y donde ahora se están investigando otros cultivos como el de las plantas aromáticas (tomillo, principalmente). Todo, como explica Basilio Trujillo, con el firme objetivo “de poder dedicarnos a cultivos durante todo el año en Alcalá y alrededores y que la gente no se tenga que ir porque, por ahora, es algo que no se ha resuelto”.

Y es su principal problema. El pasado repitiéndose en el futuro.

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