Provincia de Cádiz

Ausente entre ciudades

  • Las 10.500 hectáreas del Parque Natural de la Bahía de Cádiz son una confluencia extensa de parajes variados 29 empresas turísticas y 36 acuícolas, autorizadas a operar en la zona

El Parque Natural de la Bahía de Cádiz duerme como un páramo errante entre cerca de medio millón de personas que viven a su alrededor. Una tierra en silencio, casi olvidada a veces, que permanece a la espera de alcanzar más visibilidad en la mente del ciudadano. Hace 25 años que este lugar dejó de ser un vertedero para ser cobijo de una importante variedad de aves venidas desde todos los rincones de Europa. Generaciones de gaditanos han ido dejando patente esa sensación de desconocimiento de las potencialidades medioambientales de la Bahía, ahora la dinámica comienza a romperse. La promoción del paraje natural está consiguiendo sus frutos, cada vez es más frecuente que los días festivos acudan más personas ávidas de disfrutar del entorno.

Las 10.500 hectáreas del parque se reparten entre las poblaciones de Cádiz, San Fernando, Chiclana, Puerto Real y El Puerto. Las virtudes manifiestas del lugar piden, poco a poco, un hueco en la agenda de las administraciones. Normalmente, contar con una reserva natural es un bien anhelado, en muchos núcleos urbanos, como zona de esparcimiento verde. Hay algunos ejemplos evidentes de vastos ecosistemas en mitad de grandes bestias urbanísticas, uno de esos casos es Buenos Aires. La ciudad porteña maneja ese juego de contrastes paisajísticos a la perfección. Su tesoro ecológico se esconde tras rascacielos de los más tradicionales especuladores argentinos.

En este preciso instante, entra a colación la importancia de contar con el Parque Natural de la Bahía en todo su esplendor, lograr imbricar en las mentes la consciencia de poseer una riqueza verde, para así abandonar la actitud innata de codiciar y relegar a segundo plano lo que ya se tiene.Y no sólo se trata de la importancia que tiene para el ciudadano este recinto, detrás de la historia de este entorno está la de la explotación del ecoturismo, el asentamiento de empresas de acuicultura y la producción de empleo generada por el parque.

"El parque es uno de los mayores espectáculos ornitológicos del mundo", comenta el director del Parque Natural Bahía, Antonio Gómez, mientras observa algunos de los bancos de aves surcando el cielo de diciembre. Centenares de expertos ornitólogos y foráneos amantes de las aves se aproximan a la Bahía para ver la diversidad de la avifauna, unos 80 tipos de especies, que se congregan durante todo el año. En la época más concurrida de pájaros, hay entre 80.000 y 100.000. La vegetación también tiene su sitio de relevancia. La salicornia es una de esas hierbas de moda en los herbolarios y en las cocinas de gourmet, por algo se vende a 40 euros el kilo. Otro manjar es la conocida como sepina, de un valor considerable, sobre todo, en países como Francia y Portugal. Según explicó Antonio Gómez a este diario durante su visita al parque, la historia de la sepina se remonta a la época del asedio napoleónico. Los franceses se sirvieron de tal producto para alimentarse y desde entonces es un bien codiciado al norte de los Pirineos. "Ocurre que a veces no sabemos ni lo que tenemos, lo que un día pensamos que no vale, al otro puede valer", asegura Gómez, en referencia a las posibilidades, a veces desconocidas, que proprorciona el entorno.

Por otro lado, el ecoturismo entra a escena cada vez más, aunque siempre teniendo en cuenta las limitaciones propias de explotar turísticamente un espacio natural. En cuanto a la incidencia empresarial, la pasada primavera se llegó a organizar una visita guiada con grandes firmas para que tuvieran en cuenta las virtudes de la zona. Actualmente, la Junta contabiliza 29 empresas que desarrollan actividades relacionadas con el turismo. Por ejemplo, algunas de las posibilidades ofertadas son paseos en kayak o excursiones con una porción de aventura al castillo de Sancti Petri. Por el momento, hay siete senderos habilitados para uso público, tres miradores, un jardín botánico, un centro de interpretación y siete observatorios de aves. Uno de los factores vitales para que se pueda aprovechar el entorno es habilitar entradas claras y señalizadas al parque y situarlas al alcance del transporte público. Una tarea que aún continúa pendiente. "Tenemos la idea de facilitarle a la gente las entradas al parque, hemos identificado zonas colindantes con los núcleos urbanos para focalizar las entradas", dice Gómez. También se buscarán abrir puntos hosteleros con algunas concesiones puntuales e incluso puntos de venta de productos acuícolas producidos en los terrenos. Hasta el momento, tan sólo hay tres chiringuitos autorizados y un restaurante.

El parque Bahía emplea a 500 personas, estima el director. La mayoría de ellas, se dedican al marisqueo, pero también buena parte se enmarca dentro del tejido empresarial. Las autorizaciones para investigar desde 2004 ascienden a 94, asentándose el lugar omo paraje clave para la investigación. Por otra parte, en la actualidad existen entre 15 minas de sal y 99 granjas marinas en el Parque Natural. Aunque mención aparte merecen las 36 empresas acuícolas que se dedican a la cría y comercialización de peces en los cultivos extensivos, semiextensivos e intensivos del entorno. Estas empresas están integradas exclusivamente por pymes privadas, de las que 32 son microempresas, tres son pequeñas empresas, y sólo hay una mediana empresa. El pescado de estero es el producto estrella de comercialización, aunque su precio en el mercado ya no es el que era antes. Tanto es así que ahora ha cambiado la forma de sacar beneficio. "El pescado de estero ha bajado mucho de precio por cuestiones de competencia. Ahora se gestionan los esteros para otra cosa", asevera Antonio Gómez. El director del entorno explica que "se han construido unos espacios que se alquilan para las fotos. Un día para tal actividad cuesta entre 300 y 400 euros. Gestionan el tema del estero para la fotografía de naturaleza, le ven más punta económica que vender el pescado tradicionalmente".

Uno de los centros acuícolas semiextensivos cercanos a la playa de Camposoto abrió las puertas de su recinto para mostrar cómo se lleva a cabo un despesque. En este caso, se iba a hacer una donación a la UCA de 36 especies reproductoras de dorada para que fueran objeto de investigación. Previamente, la noche anterior se baja el nivel del canal para facilitar la captura de los pescados. Para evitar que se ahoguen los peces, se introduce agua marina para oxigenar mientras no se procede a volver a llenar el canal. Los operarios utilizan unas redes que usan como una bolsa para arrastrar y después proceder a la selección de especies que van a ser extraídas. El encargado de la empresa, que emplea a ocho personas, asegura que la calidad está más certificada al tener el género un tratamiento específico y una monitorización durante las 24 horas del día. Otro de los problemas a los que se enfrentan las empresas de esta índole es al fenómeno del furtivismo. Personas que intentan pescar ilegalmente en las granjas marinas privadas, como reconoció el responsable del recinto.

El Parque Natural Bahía de Cádiz espera ahora encontrarse, despertarse de su ausencia, para ser, al fin, parte clave en la historia de la provincia.

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