Residencia de mayores

Vedruna, un micromundo confinado

  • La Residencia de Mayores de Puerto Real lleva casi tres meses cerrada a cal y canto

  • Han logrado esquivar al virus convirtiendo el centro en un búnker

Familiares de una de las residentes acuden a saludarla tras el cristal

Familiares de una de las residentes acuden a saludarla tras el cristal

El tiempo parece haberse parado en la Residencia de Mayores Joaquina Vedruna, que en Puerto Real gestiona la congregación de Hermanas Carmelitas de la Caridad. La puerta principal del centro se cerró el 14 de marzo y no se ha vuelto a abrir. Solo el personal, que accede por una puerta trasera, ha podido entrar y salir de una residencia convertida en un búnker para lograr dar esquinazo al coronavirus. Y hasta el momento lo han logrado. Vedruna es ‘Covid Free’.

Lo atestiguan los test que han realizado en este tiempo a los 40 residentes y al personal del centro que ha redoblado esfuerzos. Fueron los enfermeros que realizaron los test, junto con los miembros de Infantería de Marina del Tercio de la Armada que realizaron labores de desinfección, las únicas personas ajenas al centro que han pisado las instalaciones.

En Vedruna el tiempo se paró, pero solo el tiempo que transcurre en el exterior de sus muros. En el interior, la vida ha seguido con el esfuerzo de toda la plantilla y de las hermanas de la congregación, que han proporcionado a los mayores los habituales cuidados y un extra de cariño y afecto en nombre de las familias que en todo este tiempo no han podido estar con ellos.

Familiares y amigos de los mayores han acudido a diario a saludarles tras el cristal Familiares y amigos de los mayores han acudido a diario a saludarles tras el cristal

Familiares y amigos de los mayores han acudido a diario a saludarles tras el cristal / Residencia Vedruna (Puerto Real)

Pero el contacto no se ha perdido. Los grandes ventanales del edificio, en el que los mayores disfrutan de las vistas de la Bahía, se han convertido en todo este tiempo en un peregrinar de familias que acudían a diario para lanzar besos, abrazos simulados y simplemente dejar una sonrisa que alimentaba a los mayores. También ellos se quedaban con la tranquilidad de que todo iba bien, de que las desgarradoras noticias que se producían en residencias de todo el país no se estaban repitiendo en Vedruna.

En el interior la vida ha seguido. Han mantenido los talleres que ofrecían y las cabezas del personal no han parado de idear actividades para ocupar a los mayores. En el patio del centro, el que frecuentan para tomar el aire, ha sido de nuevo el centro de la vida diaria. Y aunque habitualmente la han usado, durante el confinamiento han redescubierto la azotea de Vedruna, que lo mismo ha servido para tomar el sol, que para hacer algo de ejercicio o convertir su suelo en una bolera. El ingenio de todos lo ha hecho, una vez más posible.

Los mayores juegan a los boles en la azotea del cenbtro Los mayores juegan a los boles en la azotea del cenbtro

Los mayores juegan a los boles en la azotea del cenbtro / Residencia Vedruna (Puerto Real)

En la rutina de los mayores no ha faltado la misa diaria. Afortunadamente para ello cuentan con la ayuda del Padre Troya, un sacerdote ya jubilado que reside en Vedruna y que no ha faltado ni un solo día a su eucaristía. Si había que cuidar un poco más la imagen personal, las trabajadoras convertían una habitación en el 'Salón de Belleza Vedruna’, y por allí pasaban todos los mayores para cortarse el pelo o cambiar de peinado. En todos estos meses han celebrado la Semana santa, las cruces de mayo o la festividad de Santa Joaquina de Vedruna. Ahora, se preparan para hacer lo mismo con la feria.

Uno de los talleres en los que participan los mayores Uno de los talleres en los que participan los mayores

Uno de los talleres en los que participan los mayores / Residencia Vedruna (Puerto Real)

En todos estos meses dos momentos complicados y felices al mismo tiempo: las celebraciones del Día del Padre y de la Madre. Dos jornadas en las que el teléfono no paraba de sonar para que los mayores recibiesen sus felicitaciones. Para ello la Residencia creó un sistema de videoconferencia, para mantener el contacto con el exterior. A todos empezó a sonarles familiares palabras que jamás habían pronunciado: Skype, Whatsapp o Facebook; nuevos canales de comunicación que han aprendido a la vejez. Han ido con los tiempos también en lo gastronómico. No han faltado las tardas de cumpleaños o una buena olla de caracoles cuando ha comenzado la temporada.

En la dirección del centro están muy satisfechos por como se ha evolucionado en una situación tan complicada para todos. Por eso, la desescalada, la apertura del centro, se la toman con mucha cautela. No quieren abrir sus puertas y que todo vuelva a ser como antes, al menos hasta que todo pase. Trabajen en protocolos de seguridad para que vuelvan los abrazos, pero que vuelvan con seguridad.

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