Coronavirus Cádiz

De la venta ambulante a salvar las cosechas que nadie recoge

  • Un centenar de senegaleses residentes en Puerto Real trabajan ya como temporeros tras perder el trabajo en el inicio de la pandemia

  • La APDHA recaudó fondos para pagar sus desplazamientos

Un grupo de senegaleses agradecen la ayuda que han tenido para llegar a los campos en los que trabajan.

Tras las mascarillas que llevan en las largas jornadas de trabajo bajo el sol del campo se intuye la sonrisa de un grupo de senegaleses a los que el coronavirus le arrebató su principal medio de vida y, al mismo tiempo, les brindó una nueva oportunidad: trabajar como temporeros del campo y contribuir a salvar un sector también dañado por el cierre de fronteras que impidió la llegada de trabajadores.

El virus lo ha sacudido todo y en materia de empleo ha sido devastador. Uno de los sectores afectados fue el de la venta ambulante, a la que se dedica la mayor parte de la comunidad senegalesa que reside en Puerto Real. Cuando arrancó la pandemia vivían en el municipio alrededor de 200 ciudadanos del África subsahariana. Otros muchos, también residentes en la Villa, habían viajado en esas fechas a su país natal del que, de momento, no pueden volver.

El confinamiento, el cierre de la hostelería o la cancelación de todo tipo de eventos públicos hizo que perdiesen su forma de ganarse la vida y llegar a una situación complicada para todos, pero muy especialmente para un colectivo con poco arraigo social, que no se mueve bien en las administraciones y que no está acostumbrado a tener que recurrir a entidades para pedir ayuda.

Pero en esos momentos no estuvieron solos. La delegación local de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía inició una campaña para ayudarles. Gestionó la entrega de alimentos procedentes del Banco de Alimentos de Cádiz, a través de los Servicios Sociales Municipales, y abrió una campaña solidaria en la que solicitaron ayuda económica para otras necesidades también básicas como medicamentos o suministros de luz, agua o gas.

Y aunque la ayuda la recibieron muy agradecidos, lo cierto es que la comunidad de ciudadanos de Senegal no quería vivir de la buena voluntad de la gente. Quería volver a trabajar, aunque eran conscientes de que el mundo en el que se movían había cambiado y no era posible. Fue entonces cuando el campo, un sector en el que algunos de ellos ya habían trabajado, se planteó como una alternativa.

Tras decretarse el estado de alarma y cerrarse las fronteras, muchos de los habituales trabajadores temporeros procedentes de Marruecos o Rumanía, no pudieron entrar en España y los campos andaluces, especialmente los de la zona de Huelva, alertaron de que la falta de mano de obra podía provocar un desastre en los cultivos.

Una pareja de senegaleses en el campo en el que trabajan Una pareja de senegaleses en el campo en el que trabajan

Una pareja de senegaleses en el campo en el que trabajan / DCA

Así, la APDHA, en colaboración con otras entidades como ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores), se puso a trabajar para solventar todos los inconvenientes con los que se encontraron. Uno de ellos fue la documentación. Explica Amin Souissi, responsable de inmigración de la Asociación Pro Derechos Humanos en Cádiz, que "algunos de ellos no podían trabajar porque no han podido trabajar porque no tenían la documentación en regla o porque tenían permiso para trabajar en la venta ambulante por cuenta propia pero no por cuenta ajena".

El movimiento geográfico era otro de los inconvenientes ante la imposibilidad de salir de la provincia, por lo que "las empresas con las que contactamos les enviaron certificados de que iban a ser contratados para que pudieran moverse", dice Souissi. A esto sumaban que la situación de los senegaleses era tan precaria que no tenían recursos económicos para poder desplazarse a otras provincias. De nuevo la APDHA les ayudó gracias a lo que han logrado recaudar en la campaña solidaria en la que se han volcado los puertorrealeños y otros muchos vecinos de la provincia.

Ahora son 99 hombres y mujeres, algunas familias al completo, los que han salido de Puerto Real hasta Huelva, Lérida, Murcia o Logroño. En algunos casos con experiencia en el campo y en otros a iniciar una nueva aventura en unos campos en los que van a trabajar para salvar cosechas y que se pueda hacer realidad eso de que "el campo no para" y que los productos lleguen a tiempo para el consumo. 

Desde estos campos muchos de ellos han enviado fotografías, y vídeos de agradecimiento a la APDHA y a todos aquellos que han colaborado para que inicien una nueva etapa.

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