Provincia de Cádiz

Diario de una "diferenciada"

  • La fórmula laboral del SAS arroja a la mayor parte de sus empleados a una situación de precariedad que la Junta critica en la empresa privada

El Servicio Andaluz de Salud es posiblemente la empresa andaluza, entre las grandes, que cuenta con un mayor volumen de precariedad laboral en sus plantillas. Dependiendo de la contabilidad, y no de la carga de trabajo, el SAS puede dejar de contar, como ha pasado en las últimas semanas, con centenares de trabajadores, aunque éstos lleven en la empresa una cantidad de tiempo que en cualquier otra empresa los habría convertido en indefinidos. Lo puede hacer porque cuenta con una inmensa bolsa de eventuales, todos los que han ido cubriendo puestos que no se cubrían con unas oposiciones que no se convocan desde hace siete años. De este modo, el sistema se nutre de una suerte de fijos discontinuos, en los que profesionales cualificados pueden llegar a tener un sistema muy parecido al de los trabajadores agrícolas.

La falta de seguridad en el trabajo y el control político sobre las plantillas, con cuadros directivos que, aunque se han reducido con respecto a los de hace unos años, siguen teniendo en muchas ocasiones un mando que va más allá de lo técnico, genera una cautela a la hora de hablar desde dentro de la situación laboral. "Hay mucho miedo", explica una responsable sindical cuando se le pide que nos dé nombres de profesionales que estarían dispuestos a hablar desde dentro, sin siglas, sobre el funcionamiento interno. Elisa, especialista en medicina intensiva desde 2001 y que trabaja en el hospital de Puerto Real, ha conseguido salvarse de la última 'purga', como ellos mismos la llaman cada vez que un grupo de compañeros suspenden temporalemente su vinculación eventual con la empresa. Sucede cada cierto tiempo.

La historia de Elisa es un recorrido por todos los escalones de vinculación laboral en precario con la sanidad pública. Sus inicios en el SAS los compatibilizó con un trabajo en la sanidad privada, donde existía una mayor previsión sobre las necesidades laborales. Durante tres años, de 2002 a a 2005, Elisa tuvo una relación esporádica con el SAS cubriendo guardias de fin de semana y en verano. "El SAS contrataba el día de la guardia y, antes de que te quitaras la bata para salir, ya estabas en situación de despido. La fórmula tenía un difícil encaje legal, pero era la fórmula habitual.

En 2006, Elisa, tras cuatro años de vinculación con la empresa, tener un hijo y desvincularse por ser incompatible una cosa y otra, dio un importante paso profesional en el sistema público sanitario: obtuvo un contrato diferencial, así llamado porque pasaba a ser "personal diferenciado" del SAS. La principal diferencia consistía en el sueldo. Hacía lo mismo que sus compañeros con plaza fija, pero cobraba menos. Los horarios en el SAS se dividen en tres: jornada ordinaria (mañanas), continuidad asistencial (tarde) y complementaria (noche). El gran ahorro para el SAS estaba en la complementaria, donde los "diferenciados" cobraban la mitad que sus compañeros fijos. "Se podía dar el caso que un celador cobrara por una noche más que un médico especialista", recuerda Elisa, que apunta que todavía, aunque pocos, aún se dan casos de "diferenciados", cuyo encaje legal ofrecería serias dificultades a una inspección de trabajo. Otra ventaja que tenían los "diferenciados" para el SAS estribaba en que en el contrato, que era retribuido a un promedio nunca muy por encima de los 1.700 euros al mes, se incluía la exclusividad, acabando con ese pluriempleo tan abundante en la sanidad española que se mueve entre lo público y lo privado. Eso valía para los que empezaban, para los "diferenciados".

La decisión (o no decisión) del SAS de no sacar plazas fijas, oposiciones, desde 2007, generó unas pseudooposiciones. Elisa tuvo la suerte de presentarse a uno de esos exámenes y aprobarlo. Fue a un tribunal con todos los aliños: el representante médico, el sindical, el administrativo. Y acertó con el caso clínico. Ganó la plaza. La plaza de eventual. Corría 2012. Su vinculación con la empresa ya era de once años. Aquel examen le garantizaba empleo por cinco años y no había cumplido ni uno y se redujo la jornada laboral al 75%, no por una mejora sindical, sino por un recorte salarial. Ese 75% supone que hay un día a la semana en el que no acude a trabajar porque el SAS dice que no se lo puede pagar. "Dentro de dos años volveré a estar en el abismo. El SAS no tendrá ninguna obligación conmigo. Pero nosotros no dejaremos de atender a los pacientes, también juegan con eso. Pese a la extraña situación laboral en la que estamos, ningún profesional de la sanidad parará un hospital".

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