Educación y movilidad social

Agujeros en la escalera

  • La existencia de un sistema educativo de estructura desigual o la saturación de títulos ponen trabas al ascensor social 

  • Para la OCDE, mejorar la equidad en educación es "urgente" al aumentar la brecha social  

En Cádiz capital, el 50% de la oferta educativa proviene de centros concertados.

En Cádiz capital, el 50% de la oferta educativa proviene de centros concertados. / D.C.

Tomemos el caso de Inma. Su familia era de la barriada Juan XXIII de Jerez: su padre, albañil; su madre, ama de casa. Fue a colegios públicos. Era buena estudiante: no por un sentido de “futuro”, esa losa amorfa sobre cualquier adolescente sino, simplemente, porque le gustaba. Fue gracias a la ayuda inicial de uno de sus hermano, mecánico, que pudo hacer frente al primer año de Psicología en Sevilla. Después, tiró a base de becas. Hizo el doctorado, se comió varios años de paro y precariajes diversos hasta que, en 2010, le hicieron un contrato indefinido. Es profesora en la Facultad de Educación y en el Máster de Criminología, y desarrolla una investigación centrada en el maltrato de género. Como su caso, dice ella misma, hay muchos otros: “¿Tú nunca vas a dejar de estudiar?, me dicen mis padres”. Por su experiencia, para Inmaculada Menacho, la labor que realizan institutos y colegios es encomiable “pero, si el resto del entorno no ayuda, están muy limitados. En mi caso, por ejemplo, la figura de mi madre fue esencial –reflexiona–. Echando la vista atrás, veo que siempre fue muy moderna conmigo, me dio mi espacio para estudiar: en mi casa, nunca vi leer periódicos ni nada de eso, pero siempre he tenido apoyo”. 

Becas Becas

Becas

Inma es la carne del dato. A pesar de la crisis, la educación sigue siendo la mejor herramienta de mejora social. Y, cuando leemos mejor, podríamos leer también: la única. Dicho esto, no quiere decir que el sistema funcione fluidamente –ya saben, hay algunos animales más iguales que otros–. Si un alumno de clase desfavorecida acude a un centro educativo de mayor nivel socioeconómico, obtiene hasta 78 puntos más sobre los 500 puntos de la famosa escala de competencias de PISA. Una barbaridad. 

El último Informe de Equidad en Educación desarrollado por la OCDE sitúa a España en el ecuador de la tabla (48%). La mitad de los estudiantes españoles de clases pobres se concentra en escuelas de condiciones desfavorecidas: unos alumnos que luchan contra una doble desventaja. No es un dato demoledor, pero los analistas invitan a abrir los ojos en una sociedad de poscrisis, o neocrisis, o como queramos llamarlo.

“La Agencia Andaluza de Evaluación Educativa lleva alertando desde hace tiempo de la escasa capacidad de intervención que tiene el sistema educativo dentro de la situación socioeconómico de los alumnos –comenta el escritor Pablo Gutiérrez, profesor de Secundaria en Sanlúcar–. Ni en los colegios ni en los institutos encontramos signos que digan que no sólo enseñamos conocimientos académicos, sino formas de mejorar las vidas de los alumnos. Quienes tienen buenos resultados ya estaban predispuestos a tenerlos. La conclusión de estos informes es bastante desoladora: viene a decir que lo mejor que podemos hacer con los alumnos es no estropearlos”. Casos como el que abre el reportaje existen “y le dan sentido a todo. Pero también hay años en los que no se dan”.

Para Gutiérrez, el ascensor falla, sobre todo, por un marco de desigualdad social: “Es una responsabilidad que no se puede trasladar de lleno al sistema educativo –afirma–. Sabemos que la crisis ha hecho lastre en las clases medias y bajas, que son las que tienen más problemas con el sistema educativo. Para afrontar la desigualdad, la solución tiene que ser global. Esto no es una peli de Sidney Poitier: una clase no se te transforma porque tú seas muy buena persona y voluntarioso. Si no hay medidas que mejoren la vida de una familia, un colegio no va a cambiar un barrio. Puede ser un dinamizador pero las políticas sociales influyen mucho más que las educativas”.

De los tres focos de influencia, familia, amigos y escuela, “esta última no es, ni mucho menos, la más influyente: el factor barrio es mucho más poderoso. Para que mejore la escuela, tiene que mejorar el tejido social. ¿Quién se bate el cobre en los barrios, en las 3000 viviendas?Pues la escuela pública y los sanitarios: ese es el único bastión de la administración. Eso ya es un milagro, pero no lo puede todo”, comenta Gutiérrez, responsable de títulos como Los libros repentinos o Cabezas cortadas.

Para el autor, la desigualdad en el sistema educativo parte de su misma estructura: “Los mejores profesores están en la pública, con unas oposiciones durísimas, pero son los centros concertados los que arrojan mejor fama, ¿por qué? No es porque se busque la excelencia educativa: lo que se busca (como explica Owen Jones) son contactos. La concertada propone un segundo nivel de segregación: sus centros casi nunca están en los barrios, sino en los centros históricos; lógico, al estar ligados a parroquias o edificios eclesiales”. La concertada “intenta dar una imagen de excelencia, como si fueran colegios privados. Con excepciones, no hay sitio para los alumnos complicados, con riesgo de exclusión social o inmigrantes, no suele haber alumnos Down o autistas... Una de las cosas más terroríficas que se pueden hacer, por mal organizada, es repartir a 150 chavales que te hayan llegado de las pateras en tres centros. Los revientas. Así que, para hablar de resultados –continúa Pablo Gutiérrez–, juguemos con las mismas herramientas, en el mismo campo. ¿Trucos? El truco vasco: 9000 euros por alumno en vez de 4000”.

Pablo Gutiérrez: "Lo que se busca en la concertada no es excelencia educativa sino contactos"

Aldea gala en tantas cosas, Cádiz capital también lo es respecto al porcentaje de oferta educativa: un 50% corresponde a centros concertados. Al contrario de lo que señala Gutiérrez, por condicionamientos físicos, los centros se encuentran repartidos por toda la ciudad:“Y es una ciudad fuertemente administrativa, con muchos funcionarios, que tienen una mayor cultura de lo concertado –comenta el educador Agustín García Lázaro–. Hay otras cuestiones no desdeñables en los que optan por este modelo:el contar con amistades estables, un entorno conocido y una línea de trabajo común”. En sus cuarenta años de dedicación, García Lázaro ha pasado por todos los palos del sistema educativo: “Sí que lamento, por ejemplo, la escasa publicidad que tienen centros de carácter público que hacen una labor excelente. El colegio más solicitado en Jerez es precisamente uno de ellos, el Blas Infante. ¿Por qué eso no se dice?”.

Parece que está instalada socialmente esa asunción de que, si quieres algo bueno, tienes que pagarlo: “Ahora que parece que Finlandia tiene la clave de esto, no está de más recordar que la educación finlandesa es absolutamente pública, con profesores bien pagados, tampoco nada excepcional”, comenta García Lázaro, que aprovecha para subrayar los “graves recortes” que se han producido en los últimos años, tanto a nivel nacional como de la Junta. 

“Tal vez la sensación es que, al pagar, aunque sea poco, puedes exigir”, explica Simon Pearlman, profesor de inglés en Active Language con veinte años de experiencia. Sus dos hijas asisten a centros públicos españoles: “Una buena educación no tiene que ver con lo que pagues por ella. O no debería –opina–. Para el que quiera aprender, siempre hay opciones. Por ejemplo, nosotros tenemos cursos gratis, sin objetivo concreto, impartidos por profesores que se están sacando la titulación”. Con la perspectiva del de fuera, Pearlman señala dos cuestiones que “crujen” en el sistema. Por un lado, las desmesuradas vacaciones de verano, “que descentran muchísimo”. Por otro, la clara anemia de las horas de idiomas dentro del programa oficial: “Insuficientes, en la mayoría de los casos, para obtener un B2, que en teoría, idealmente, es lo que se espera si terminas el bachillerato –explica–. Por eso, la mayor parte de los centros tienen acuerdos con academias o desarrollan ellos mismos grupos de apoyo. Y el idioma es vital en cuestiones de movilidad, aunque sea como criba laboral”. Incluso en la Red de Centro Bilingües, “que en principio era una buena idea –apunta Agustín García Lázaro–, se han ido dando pasos atrás”. 

Dolores Serrano Cueto, compositora y profesora de música en la Escuela Municipal de Danza en San Fernando, cree que la educación irá por buen camino si incide en “las motivaciones y la curiosidad. Necesitamos una sociedad que llegue a conocerse, a comprenderse y a comprender al otro. Hemos de avanzar en el uso del manejo de los medios tecnológicoa y, muy importante, del manejo de la información”. Para Serrano Cueto, además, la inversión en educación y en cultura debería ser prioritaria, y las enseñanzas artísticas “mimarse” y formar un todo, dejar de ser secundarias.

Qué sirve y qué no. Saberes últimos e inútiles. Llegamos a otro de los agujeros: las titulaciones. “Actualmente, los FP de grados superior y medio tienen mayor índice de salidas laborales que los universitarios –indica García Lázaro–. Pero, todos los años, nos encontramos engrosando las filas de primero de bachillerato a chavales que no han encontrado plaza en FP”.

Agustín García Lázaro: "Llegado cierto nivel, los de clases altas estudian fuera, así que el sistema se perpetúa"

La generalización de grados y licenciaturas ha producido una saturación en la oferta que se salva a través de másters y posgrados , esto es: con dinero. “La calidad de títulos es muy diferente de unas universidades a otras –apunta García Lázaro–.Y, llegado cierto nivel, los de clases altas estudian fuera, así que el sistema se perpetúa. Hay que empezar a facilitar el acceso a una educación superior y de posgrado de calidad”.

“Si hablamos de la educación como motor de promoción social, está claro que llegamos tarde –indica Francisco Poveda, inspector de educación recientemente jubilado–. Pero es que, en Andalucía más que en cualquier otro sitio, no podemos olvidar de dónde venimos. En el siglo XIX, cualquier pueblo de Castilla tenía su escuelita: en Andalucía, no. En Andalucía, hace 40 años, no todos los niños tenían la oportunidad de ir a la escuela. El éxito de la cohesión social, que ha sido brutal, no lo valora PISA, por ejemplo. Aunque sí que creo que las escuelas a las que asisten los alumnos más vulnerables deberían recibir aún mayor apoyo desde la administración”.

“A pesar de todo –continúa–, soy optimista ante la escuela como gran elemento igualador. Creo que la educación es el arma para cambiar la sociedad, para que las personas cambien las cosas, pensando por sí mismas y considerando a los demás”.

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