Testimonios de solicitantes gaditanos

Los nombres tras los números del Ingreso Mínimo Vital

  • María del Carmen, Rachid y Beatriz cuentan sus experiencias en la tramitación de esta prestación estatal

Una fila de usuarios de una organización social.

Una fila de usuarios de una organización social. / Fito Carreto

 A pesar de que el Ingreso Mínimo Vital, una novedosa prestación estatal que entró en vigor el pasado 10 de junio, viene a reforzar las garantías sociales para los sectores más vulnerables de la sociedad, el retraso en su tramitación y algunas lagunas en su reglamentación dejan desamparados a algunas personas y colectivos.

"El que hizo la ley, hizo la trampa"

María del Carmen, madre de cuatro hijos, recibe menos de la mitad del IMV esperado

María del Carmen echa mano al dicho popular para resumir cómo ha sido su tramitación del Ingreso Mínimo Vital (IMV): “El que hizo la ley, hizo la trampa”.

Esta isleña tiene cuatro hijos pequeños –el mayor tiene 12 años–, no trabaja y su marido solo hace eventualmente en la hostelería. Fue de las primeras que en el pasado mes de julio solicitó el Ingreso Mínimo Vital.

“Lo que hice fue pedir cita directamente en las oficinas de la Seguridad Social para que me atendieran presencialmente”, explica. No tuvo ningún problema a la hora de realizar los primeros trámites. La funcionaria que la atendió comprobó que reunía los requisitos para acceder a esta ayuda económica, registró la documentación y tramitó el correspondiente expediente asegurándole que no tendría ningún problema. Hasta le hizo las cuentas y le aseguró que, dada su situación y con los 4 hijos que tiene la familia, le corresponderían 1.015 euros mensuales.

La sorpresa llegó unas semanas después, en agosto, cuando recibieron la notificación del IMV. Su solicitud había sido aceptada pero por una cantidad muy inferior a lo que esperaban y a lo que se les había dicho. Menos de la mitad. “No me lo podía creer, sobre todo porque para acceder al IMV hemos tenido que renunciar a la prestación que recibíamos por tener hijos a cargo”.

Lo único que le quedó entonces a María del Carmen fue presentar la oportuna reclamación, cosa que ya no pudo hacer en la misma oficina sino ya a través de la web. “Todavía estamos esperando una respuesta”, afirma al referirse a la lentitud de los trámites burocráticos y a lo difícil que resulta resolver on line un entuerto administrativo. No han vuelto a saber nada desde agosto, aunque eso sí –afirma– han empezado a cobrar las ayudas por la cantidad asignada inicialmente. “Espero que se arregle, la verdad es que no lo entendemos. Conocemos casos de parejas sin hijos que han recibido más que nosotros”.

"¿Cómo voy a cotizar un año si no puedo trabajar?"

Rachid, 34 años y con un grado de discapacidad del 87%, le han denegado la prestación

Rachid es una laguna, un agujero, un apéndice olvidado en el necesario pero incompleto Ingreso Mínimo Vital, una prestación que parece hecha a su medida dada su situación de extrema vulnerabilidad y que, sin embargo, lo obvia, lo borra.

Rachid, que hoy día tiene 34 años, llegó a España desde Marruecos en 2006 en los bajos de un camión cuyo destino era Algeciras. Y a Algeciras llegó y en Algeciras le ocurrió lo que, lamentablemente, cambiaría su vida para siempre. Rachid se cayó de su escondite , el camión lo arrolló y “tras mucho tiempo en coma ingresado en el Hospital Puerta del Mar” logró volver a la vida, eso sí, con un grado reconocido del 87% de discapacidad.

Rachid, en silla de ruedas desde entonces, con sus movilidad muy reducida. Rachid que vive solo con toda su casa adaptada a sus necesidades de desplazamiento. Rachid, que no cuenta con ningún otro ingreso que no sea el de su discapacidad. Rachid, cuya situación de urgente necesidad parece dibujada para el Ingreso Mínimo Vital, ha visto su solicitud denegada porque no ha podido acreditar un año de cotización, tal y como se le pide a los solicitantes a título individual. “Pero, ¿cómo voy a cotizar un año si no puedo trabajar?”.

Desde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, que le han ayudado con los trámites de su solicitud, no comprenden cómo “un caso tan sangrante” se puede quedar fuera de esta prestación, con lo que han contestado a la Seguridad Social “enviando nuevamente sus papeles y el reconocimiento de su discapacidad para que vuelvan a estudiar el caso”.

El joven espera y confía –más paciente que esperanzado–convirtiéndose en uno de los ejemplos de las sombras que se ciernen sobre la prestación estatal que, como llaman la atención varios colectivos sociales, dejan en la estacada a los estratos más débiles de la sociedad.

Su paisana, Lalla Ghizlane, 38 años y madre de tres hijos menores, también se encuentra en una situación parecida, ya que no puede acreditar que un miembro de su unidad familiar, su marido, se encuentra en España desde el pasado año. Son los olvidados de los olvidados.

"Está en curso, es lo único que sé desde junio"

Beatriz, víctima de violencia de género y con un niño de 2 años, espera la resolución 

“Está en curso, está en curso, es lo único que sé desde junio”. Beatriz, una gaditana madre de un pequeño de 2 años y víctima de violencia de género, espera con ansia y cierta inquietud la resolución de su solicitud del Ingreso Mínimo Vital. “Para nosotros sería una ayuda muy importante porque yo ahora mismo sólo dependo de ponerme en un baratillo los domingos, porque la ayuda de tres años por víctima de Violencia de Género también se ha acabado, así que dime tú que se saca con eso...”

Beatriz, con una orden de alejamiento en vigor hasta el año que viene, que adjuntó en su solicitud para la presentación, su expareja en prisión “por maltratarme y por otros asuntos relacionados con el robo y la droga” y que forma parte de una unidad familiar integrada “por 6 personas”, respondió rápidamente a la creación de la nueva figura ya que presentó su expediente “a los tres o cuatro días de aprobarse lo del Ingreso Mínimo Vital”.

La joven de 23 años echó ella misma la solicitud para, después, confirmar con la asociación a la que pertenece, Las Desamparadas, que todo estaba correcto. “Sí, sí, en junio, y desde entonces llevo esperando, ni sí ni no, en curso, dicen”, confirma la joven que desde entonces ha pedido varias citas para aclarar su situación. “Pero siempre me dan una cita por vía telefónica y hay que esperar bastante tiempo desde que llaman hasta que te la dan; y, de todas formas, nada, hasta ahora no he tenido respuesta”.

El caso de Beatriz es el mismo caso de “las 27 mujeres” víctimas de violencia machista que integran de Las Desamparadas. “A ninguna les ha llegado, todas siguen esperando desde junio”, asegura su presidenta, Rosa María Núñez.

La representante del colectivo hace hincapié en la complicada situación de estas mujeres que “no tienen absolutamente nada, lo que es nada, y que además son en su mayoría madres de dos, tres y hasta cuatro hijos menores”, explica Núñez que no entiende este largo silencio administrativo con casos tan urgentes. 

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