Incidencia del coronavirus en El Puerto

Malos tiempos para los emprendedores

  • El restaurante D'Locura, que abrió sus puertas en plena pandemia en la Ribera del Río, se ve obligado a cerrar ante las insalvables dificultades 

El cocinero Francisco Rodríguez en la terraza de su restaurante portuense, que acaba de cerrar.

El cocinero Francisco Rodríguez en la terraza de su restaurante portuense, que acaba de cerrar.

Fue en pleno mes de marzo, poco días después del obligado confinamiento, cuando el restaurante D'Locura tenía anunciada su apertura en la Ribera del Río, en pleno corazón de El Puerto de Santa María.

El cocinero Francisco Rodríguez, formado en la Escuela de Hostelería de Cádiz y con experiencia en varios restaurantes de prestigio, entre ellos el del chef malagueño Dani García -con dos estrellas Michelín-  se había lanzado a la apertura de un negocio propio, un  coqueto establecimiento con terraza en el que durante unos meses ha podido ofrecer una cocina elaborada, con base mediterránea y un toque internacional.

Una imagen de la terraza del restaurante D'Locura. Una imagen de la terraza del restaurante D'Locura.

Una imagen de la terraza del restaurante D'Locura.

La fecha elegida para la apertura era concretamente el 19 de marzo, pero el estado de alarma declarado el día 14 de ese mismo mes le obligó a comenzar a funcionar, con todo ya preparado, solo con entregas a domicilio, toda una heroicidad para un negocio nuevo y aún sin clientela.

La experiencia no resultó rentable pero Francisco no se achantó y decidió abrir el restaurante a mediados de mayo, cuando con la llegada de la nueva normalidad se atisbaba alguna mejoría en el horizonte. Ciertamente el comienzo del verano no fue mal, con la visita de algunos turistas  sobre todo en el mes de julio, aunque de nuevo el fantasma de las restricciones amenazó de nuevo a mediados de agosto, echando por tierra las ilusiones de recuperación para los negocios del sector hostelero.

Como dice Francisco,  con la actual situación la gente no puede disfrutar de la calle, no hay confianza y ni siquiera en puentes como el del pasado mes de noviembre se ha podido contar con algo más de público, debido a  las restricciones de movilidad.

Así las cosas, Francisco ha decidido cerrar el restaurante, que abrió con tanta ilusión, al no poder superar las inmensas dificultades con las que se ha encontrado. Desde luego no es por la falta de acogida del negocio, que cuenta en diversos portales gastronómicos con muy buenas reseñas, sino por la imposibilidad de hacer rentable un restaurante que aún carecía de una clientela fija por su escaso tiempo de funcionamiento y las cada vez mayores restricciones horarias que estamos sufriendo.

Con las premisas que tenía por bandera su restaurante, basadas en  el uso de productos de temporada, artesanos y ecológicos, Francisco se plantea ahora reinventarse y poner en marcha alguna otra iniciativa relacionada con la alimentación saludable, aunque no cree que lo haga en El Puerto, donde hoy por hoy ve impensable volver a emprender un negocio con garantías de éxito.

El cocinero lamenta además lo solo y abandonado que se ha sentido, como empresario emprendedor, en todo este proceso, ya que las administraciones no han sido sensibles a una situación que ha venido impuesta y en la que las ayudas se han estado canalizando en función de fríos datos y condiciones, sin margen para que un negocio nuevo como este haya podido levantar cabeza.

  

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