Provincia de Cádiz

Primera exhumación en Cádiz

  • Emoción en vivo y en directo: la isleña Dolores Ramírez recibe al acabar la marcha una llamada de Fiscalía comunicándole que van a desenterrar los restos de su hija

Hace rato que ha acabado la manifestación, y apenas quedan una docena de personas ante la cerrada puerta del cementerio de San José. De pronto, suena un móvil. Una mujer coge el teléfono y comienza a llorar. Intenta enjugarse las lágrimas y casi se le cae el teléfono de las manos. Al otro lado del aparato, una secretaria de la Fiscalía le está dando la buena nueva, la noticia que lleva esperando tanto tiempo. Van a exhumar los restos de su bebé, la niña que supuestamente fue enterrada en el panteón de su familia, en el cementerio de San Fernando.

Se trata de la primera exhumación que va a llevarse a cabo de uno de los casos denunciados en Cádiz capital. No la ha ordenado ningún juez, como sí se está haciendo en La Línea, sino la Fiscalía directamente, dentro de la investigación previa que está llevando de un caso concreto.

La mujer que ha recibido la llamada es Dolores Ramírez. Acabada la comunicación, y sin poder contener una emoción que contagia a los presentes, cuenta a este diario su caso. Tuvo una hija en el año 80 en el hospital de Mora. Al saltar el escándalo de los supuestos bebés robados en toda España, se confirmó lo que ella siempre sospechó: que podían haberle robado a su hija. Interpuso una denuncia en Fiscalía. Y el fiscal encargado de estos casos, que ha requerido en algunos casos que ya han llegado a los Juzgados el desenterramiento sin éxito, ha decidido proceder a la exhumación.

Dolores tuvo unos mellizos sin problema alguno. En su segundo parto, el de la niña, como no dilataba, tuvieron que hacerle una cesárea. "Me atendió un médico de pago, en el Hospital de Mora. Había que llevarme al paritorio, y como los celadores no llegaban, tuve que entrar yo sola andando, con los goteros ya puestos. Tuve a mi hija, y la vio mi madre, mi marido y mi cuñado. El médico felicitó a mi marido, comunicándole que había sido un parto feliz", recuerda entre sollozos.

Lo normal entonces era que, al hacerse una cesárea, se llevaran al bebé y no se lo devolvieran a la madre hasta el día siguiente. Pero nadie traía al bebé. Al final, a su marido lo llamaron y le dijeron que había muerto al darle un biberón y enchárcarsele los pulmones. Le enseñaron supuestamente el cadáver de la pequeña, "muy sonrosada", recuerda Dolores que le dijo su marido, aunque la taparon rápido. Les dieron una cajita con sus restos, y la enterraron en el panteón familiar, en el camposanto isleño, donde en breve van a ser exhumados a instancias de la Fiscalía.

En el camposanto gaditano también se ha quedado una pareja a la que le acaban de comunicar desde Fiscalía que su denuncia ha sido remitida al Juzgado. En su caso, ya saben que en el nicho no hay nada. Ellos tuvieron dos mellizos. Victoria estaba embarazada de seis meses y medio y se puso de parto. Ingresó en Zamacola, hoy Puerta del Mar. Ella no sabía que traía mellizos. Intentaron aguantarle el parto, pero llegó un momento en que no fue posible. Nacieron. "Yo los oí llorar", recuerda Victoria. A su lado, su marido asiente. Pesaron los dos muy poco. Uno, un kilo y 50 gramos. El otro, 50 gramos más. "Y mi madre decía que se veían bien".

Horas después, les comunicaron la muerte del primero. A la familia la disuadieron de ver el cadáver. "Dijeron que íbamos a guardar muy mal recuerdo", recuerda el esposo de Victoria. Horas después, les dijeron que el otro también había muerto. Era un 18 de agosto del año 1988.

"Mi padre trabajaba en La Preventiva. Por eso nos hicimos cargo del enterramiento, aunque en el hospital se ofrecían a ello". Al final, les dieron una caja. El padre pidió ver lo que había dentro. Abrieron y sólo atinaron a ver dos bolsas negras de plástico. Los enterraron en el cementerio de San José. A los siete años, en 1995, el padre de Victoria falleció. "Pedimos que exhumaran los restos para ponerlos con los de mi padre, y al abrir la caja, sólo había dos bolsas y las dos pulseritas de los bebés. Ni un resto más, ni de ropa siquiera".

La pareja tiene un certificado del cementerio de entonces en el que pone que no había nada dentro, así como otro del cura del hospital en el que niega que fueran bautizados, como les dijeron en el hospital. Lo más 'chirriante' de todo es que, al recopilar información, les han facilitado un análisis de sangre hecho a uno de los pequeños el 31 de agosto, esto casi, casi dos semanas después de que les dijeran que había muerto. Confían ahora en que su caso vaya adelante.

También alberga esperanzas Carmen Reyes, que parió a una niña en marzo del 76 en Zamacola, aunque sabe que en su caso, como ya ha venido ocurriendo, puede toparse con el archivo por prescripción en el Juzgado. "Yo lo único que quiero es saber si hay algo enterrado o no ahí", dice mirando hacia la cerrada puerta del cementerio. "Si está ahí, hasta aquí hemos llegado. Si no, quiero encontrarla. Decirle que ni su padre ni yo la regalamos, que nos la robaron".

Los afectados están convencidos de que entre los supuestos implicados estarían no sólo personal médico de los hospitales sino también religiosas de la congregación que en aquella época prestaba servicios no sólo en Zamacola, sino también en el Hospital Militar y en el Mora. Monjas que, al menos ya en Canarias, ha podido determinarse que tuvieron, y mucho que ver, con sustracciones de bebés.,

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