El Juzgado número dos de Puerto Real ha dictado un auto por el que estima el recurso interpuesto por la asociación El Refugio y califica como imputados al dueño y a la directora de la perrera puertorrealeña, por lo que ascienden a un total de cuatro los imputados por este caso por supuestos delitos de falsedad documental y denuncia falsa, así como supuesto delito continuado de maltrato de animales.

Según informó El Refugio en un comunicado, el Juzgado revocó el pronunciamiento de sobreseimiento acordado en el auto recurrido y referido a la directora y al dueño de la perrera y «no se les puede descartar en esta fase procesal su posición de garante».

Asimismo, según la asociación proteccionista, el auto señala que tanto las declaraciones de los implicados y testigos que han depuesto en las actuaciones, como de las propias condiciones físicas del lugar donde se desarrollaron los hechos «no permiten descartar su desconocimiento de la situación de maltrato animal que se estaba llevando a cabo», además de que no sea posible descartar tampoco en este momento procesal la inexistencia de instrucciones a los veterinarios del uso de aquella medicación que supusiera una reducción de los costes económicos para la empresa.

Por su parte, el director de El Refugio, Nacho Paunero, explicó que la directora y el dueño de la perrera «supuestamente conocían el uso del paralizante muscular y el supuesto maltrato que sus veterinarios realizaban a los animales».

El caso de la perrera de Puerto Real se remonta a junio de 2007, cuando El Refugio denunció los supuestos hechos ilícitos ante el Seprona. La organización proteccionista está personada como acusación en el primer procedimiento penal contra una perrera en España.

En la perrera de Puerto Real se recogían miles de perros y gatos, anualmente, de varios municipios de la provincia de Cádiz. Según la asociación, supuestamente los animales recogidos eran sacrificados con un paralizante muscular que era inyectado indiscriminadamente ocasionando a los perros y gatos recogidos una muerte lenta y agónica por asfixia que en la mayoría de las ocasiones podía durar varios minutos, durante los cuales el perro o el gato estaba absolutamente consciente hasta que moría asfixiado, ya que afectaba a los músculos respiratorios.