Provincia de Cádiz

Regreso a la tierra

  • El campo de la provincia deja atrás su imagen inmovilista y se revuelve con cientos de ejemplos de innovación La negociación de la PAC, el reto de Miguel Arias

Cristóbal Cantos, secretario provincial de la organización de agricultores Asaja, siempre cuenta una anécdota muy divertida de los primeros años de España como miembro de la Europa, allá a mediados de los 80, años en los que los sindicatos del campo tomaban las fincas y la Junta tenía en mente, como seña de identidad, dos grandes reformas, la psiquiátrica y la agraria. La reforma agraria era la del campo para el que lo trabaja, expropiaciones de señoritos y terratenientes. El ocaso de las clases ociosas, vaya.

La anécdota hacía referencia a la primera visita del comisario europeo de Agricultura a Andalucía. El hombre, un tal Ray Mac Sharry, conocido coloquialmente como Mac el Cuchillo por su afición a dar tajos a las ayudas, aterrizó en Jerez y unos agricultores se lo llevaron de paseo a que conociera el campo de la baja Andalucía. Y los campos lucían el verdor saturado de cultivos tradicionales: algodón, remolacha, cereales. Un campo saturado de cultivos. Al comisario europeo se le puso la cara del color del papel: "¡Pero qué están haciendo ustedes! ¿Qué piensan hacer ustedes con todo esto? Están sobre explotando la tierra". Mientras Europa hablaba de producir menos y siguiendo una lógica de mercado en la Junta se hablaba de entregar tierras para incrementar una producción que ya difícilmente encontraba acomodo en los mercados.

La racionalización del campo de la provincia, del sector primario, se ha hecho a base de disgustos en estos últimos veinte años. Muchos viñedos arrancados, mucha tierra sin utilidad y muchos productores expulsados del sector. El precio de pertenecer a Europa ha llenado los bolsillos de subvenciones a muchos propietarios, pero también ha eliminado un gran número de explotaciones, al punto que en estos años se ha reducido en más de un tercio la que fue una potente industria de transformación, como las remolacheras, o las numerosas vaquerías que nutrían de leche a la provincia, a través de una gran cooperativa, La Merced, prácticamente han desaparecido y las que perviven son casi reliquias arqueológicas. Al tiempo, el sector pesquero ha vivido un doloroso desguace. El sector primario de la provincia ya no tiene nada que ver con el que vio aquel comisario europeo, Mac El Cuchillo. Y esto tiene cosas buenas y malas.

Las cosas malas están en que los intentos de no desertizar un campo con menor actividad han creado una población subsidiada -y esto vale tanto para el PER como para algunos propietarios encantados de poner la mano para recibir el dinero de Europa por no poner a trabajar la tierra-, arraigada en una economía de supervivencia y apenas productiva. Lo bueno es que las nuevas reglas del juego han creado una generación de nuevos productores que creen en la innovación, en lo original, en la competitividad en el mercado. Y ahí la provincia es puntera. Hay centenares de iniciativas de personas que no se resignan a lo fácil y que están produciendo de manera muy atractiva, ecológicamente y que tienen claro que hay que trabajar los canales de distribución. Esto vale para grandes, medianas y pequeñas explotaciones que son conscientes de que el futuro sólo es posible deteniendo la desforestación y produciendo de manera sostenible.

Durante los años de bonanza se ha hablado muy poco del campo, lo que quiere decir que hemos hablado muy poco de ecología. Hasta los agricultores se cansaron de quemar ruedas de tractores frente al Ministerio de Agricultura, cuando veían que ni siquiera podía completar las cuadrillas para la recolección porque la gente del campo emigraba a ganar el dinero con el ladrillo, primer causante de la destrucción de la naturaleza del entorno e de nuestros pueblos. Sólo los inmigrantes, haciendo el trabajo que los españoles no querían hacer, ha mantenido la actividad. Sin embargo, en todo este tiempo este sector acusado tantas veces de quejica ha sido muy dinámico. "Aquí hay una agricultura empresarial e innovadora con profesionales muy pendientes de las nuevas tendencias y la tecnología", afirma Manuel Vázquez, presidente de Asaja.

Esto sucede en un escenario muy adverso en el que se ha conseguido avanzar. La renovación de la red de regadío de Guadalquivir ha acabado con los escapes de agua y permite una reducción de costes en la producción que sólo ahora empezará a ver los frutos tras años de esfuerzo de productores, que han invertido buena parte de sus escasos márgenes en contribuir a esta obra.

La comercialización en origen es un concepto que está en la cabeza de los productores, pero ver sus resultados lleva tiempo. Para llegar por uno mismo a las redes comerciales es necesaria la exclusividad, el producto diferenciado. Eso necesita inversión. En la comarca más deprimida de la provincia, la Sierra, se están dando casos de interés como el de Alfonso Gutiérrez, un apicultor de Prado del Rey con 2.000 colmenas y que consigue vender sus tarros de miel, lujosamente presentados, a diez libras en los exclusivos almacenes londinenses de Harrods o en las tiendas gourmet Di Luca de Nueva York. Pero no todo el mundo puede hacerlo. Lo normal es competir a cara de perro con los productos básicos.

Esto lo saben bien quienes se dedican a las frutas y hortalizas, cuya producción en la provincia está relativamente centralizada en la Costa Noroeste. Allí saben muy bien lo que supone la competencia desleal -costes mucho más reducidos en la producción- que supone un país extracomunitario como Marruecos. Los horticultores de la zona realizan un esfuerzo en los mercados locales para que los consumidores de la provincia demanden los productos de su tierra y, poco a poco, se está generando una marca propia. Incluso alguna gran superficie ya se publicita afirmando que vende productos de cada comarca.

A lo largo de esta semana, dentro de este capítulo de Cádiz Creer y Crear, conoceremos experiencias que abarcan desde la ganadería en la Sierra, a la comercialización de queso en la Costa Noroeste, pasando por el dinamismo del mundo vinculado al atún en La Janda, los pequeños productores de vinos muy personalizados o la irrupción del agroturismo.

Precisamente en este punto, donde la provincia aún se encuentra muy atrasada, encontramos ejemplos de cuál es uno de los grandes problemas de innovación en el campo: la burocracia. El caso más conocido, que incluso fue objeto de un reportaje en el programa de éxito de Jordi Evolé Salvados, es el del ingeniero Ramón Iglesias, que en una finca familiar, Sancha Dávila -en el término de Vejer, pero muy cerquita de Conil-, ha montado una pequeña almuzara y una bodeguita, además de un huerto y una coqueta granja. El objeto de este proyecto era tanto producir como atraer visitantes para que conocieran la vida en la tierra. Iglesias ha combatido titánicamente durante cinco años contra decenas de normas y miles de papeles de hasta cinco administraciones diferentes. "¡Nos hemos vuelto locos! -exclama-. No me iba a poner a plantar cereal para extender la mano y cobrar la ayudita de la PAC. Quería otra cosa, hacer algo por los demás. Me empeñé en que todo fuera acorde a esta locura, todo legal, pero quién resiste eso".

Iglesias menciona el gran ogro del sector primario, un ogro que se aproxima. Es la reforma de la PAC, la Política Agraria Común. En ningún sector el aliento de Europa se siente tan cerca como en el primario. Lo que dicta Europa marca directamente la estrategia de cualquier agricultor, sea grande o pequeño. El reto del ministro Miguel Arias y el consejero Luis Planas (por primera vez los responsables autonómicos y nacional, de colores políticos actúan en sintonía entre ellos y con los agricultores) es lograr que lo que salga de las inminentes negociaciones para cambiar las reglas no dañen a un tejido ya muy castigado, demasiado envejecido y con márgenes de beneficio muy escasos.

Dacian Ciolos, comisario de Agricultura, tiene un concepto ecológico de la agricultura hasta el quebranto y, al mismo tiempo, cuenta con unas tijeras de podar que harían empalidecer al mismísimo Mac El Cuchillo. Arias es un veterano negociador en Europa, donde ha echado los dientes políticamente y por eso se muestra prudente, ya que tiene que combatir en cientos de frentes por la sencilla razón de que España es el país con mayor variedad de producción de toda Europa y, dentro de España, la provincia cuenta con la mayor diversidad productora del país. Como mayor logro en la negociación hasta el momento, Arias destaca que "España ha conseguido que se pueda limitar la superficie máxima objeto de ayuda, evitando la entrada desordenada de nueva superficie en el nuevo sistema de ayudas, y la reducción de ayudas a los actuales perceptores". Pero más allá de las ayudas, el campo de la provincia lleva ya un tiempo en la senda de la modernización. Son los grandes olvidados de la macroeconomía, pero no renuncian.

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