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Provincia de Cádiz

Vejer's seduction

  • Extranjeros buscan gangas en el segundo pueblo más bonito de España, según Viajar Famosos como Jude Law sirven de reclamo

Spell, charm, captivation, seduction... Juguemos al viejo juego: ¿Qué tienen en común Paul Weller, legendaria estrella del pop británico, líder de los míticos Jam y, después, de Style Council; Gaspar Sobrino, escaparatista de Zara y uno de los diseñadores más prestigiosos del panorama internacional; Debra Berger, actriz y viuda del príncipe Ruspoli, que inspiró a Fellini para uno de los personajes de La Dolce Vita; Tanya McRae, prima de la duquesa de York; y Robert Elms, periodista de la BBC y ex pareja de Sade? Que todos tienen casa en Vejer. ¿Y Jude Law, que llegó a estar en el top ten de los artistas de Hollywood y ha sido nominado dos veces al oscar; Daryl Hannah, la sirena de Splash; Damien Hirst, el artista que vendió su calavera humana incrustada de diamantes por 74 millones de dólares; y Hugh Cornwell, líder de The Stranglers? Que son habitantes de los veranos de Vejer. Vejer, elegido por la revista Viajar como segundo pueblo más bonito de España (el primero es Ronda), es el Babel in de la provincia.

De los 12.857 ciudadanos censados en Vejer hay 500 extranjeros, de los que cien son alemanes, 116 son británicos, 37 italianos, 26 franceses, a los que se podría sumar un buen número de madrileños... no es un mapa de la 'emigración' estándar. Apenas hay marroquíes, rumanos, ecuatorianos o chinos, que son las nacionalidades más habituales en la provincia. Su fotografía demográfica tiene más que ver con la provincia de Málaga, pero con la diferencia de que "en Vejer no hay pubs de extranjeros ni tiendas especiales para ese mercado, sino que mantiene su autenticidad", como cuenta Elizabeth Gould, la corresponsal del diario Olive Press en la provincia, una publicación en inglés destinada a la población extranjera. Este medio publicó recientemente el reportaje firmado por Gould Vejer de los fashionistas, donde se hacía inventario de todos los famosos seducidos por esta luz y estas cuestas. Gould predice que Vejer puede ser la punta de lanza para un fenómeno que se está produciendo en otras zonas de costa española: un segundo aluvión de inversores extranjeros para comprar nuestro stock inmobiliario.

Linda Frost llegó a Vejer desde Londres hace doce años para cuidar los perros de un amigo y ya no se marchó. Ahora trabaja en la inmobiliaria Tu Casa en Vejer y está notando ese interés. "Enseñamos casas casi cada día. Nuestra clientela son principalmente ingleses y belgas que saben a lo que vienen, que ya conocen el pueblo y buscan la luz". Sin embargo, hay una percepción equivocada. "Lo que buscan son gangas y si quieres vivir en el centro de Vejer, en una casa histórica, tienes que pagar un precio. Hablamos de un bien escaso".

El bar El Central lleva ese nombre por ser la antigua oficina del Central Hispano en el pueblo. Ahora lo lleva Salva Trujillo, segunda generación hostelera, hijo de los dueños de un clásico de Vejer, la Venta El Paso. La familia también tiene el negocio Alojamientosvejer.com, también muy enfocado al público extranjero. Su percepción es parecida: "Quienes quieren comprar suelen ser extranjeros, pero de lo que buscan ya no queda tanto. Quieren joyas, corrales para reformar en el casco antiguo y precios de ganga. No es tan fácil". Salva dibuja el perfil de quienes quieren invertir en el pueblo: "Profesiones liberales, gente todavía en activo pero que ha superado los 50 y que preparan su jubilación".

Es el caso de una pareja de ingleses, Claire y Murray, que regenta un restaurante en el aeropuerto de Gatwick y otro en Brighton, el Billie on the Beach. Entre ellos y el bar Central han cerrado un acuerdo. Consiste en que Salva les buscaba dos cocineros de Vejer para que fueran allí a elaborar tapas del pueblo. "La tapa está de moda en Inglaterra", señala Salva, que ya tiene a los candidatos. Con 2.500 parados, 1.400 de ellos del sector servicios, los cocineros seguirán el camino emprendido por medio centenar de vejeriegos que se han marchado al extranjero durante la crisis.

Manolo es el caso tipo del parado de la crisis. Trabajó y ganó dinero durante la burbuja en el sector de la cerrajería. Luego todo se hundió. Observa la llegada de extranjeros con esperanza, aunque sabe que el empleo que generan es poco: obras de reforma en las viviendas y poco más. "Si no tienes que vivir del pueblo, aquí se vive muy bien, pero si hablamos de empleo, eso ya es otra cosa".

Manolo, que ha vuelto a vivir con su madre Rosario, tiene como vecinos a Chelsea y Michael, australianos, un ejemplo de una pareja atrapada en el embrujo de Vejer. Todos viven en la casa del Mayorazgo, en torno a su pequeño patio. En los bajos está Rosario y Manolo y, al lado, Lola. Son pequeñas estancias con un salón, los dormitorios al lado y, al fondo, la cocina. Arriba, subiendo por una estrecha escalera, está la casa de los australianos, amplia, diáfana, decorada con exquisito gusto de revista de papel cuché. Son dos mundos opuestos que se entrelazan por el aroma a puchero que sube desde el patio a la terraza de Chelsea, que es el almenaje de la fortaleza. Chelsea aspira el olor a verduras cocidas como un tesoro.

Chelsea formó parte del equipo que rodeaba a la cantante pop Britney Spears. Lo recuerda con un mohín. Michael trabajaba para la CNN. Cuenta Chelsea cómo era la vida en el filo de la fama y de la noticia, los continuos viajes, un traslado a Londres y otro a Estocolmo. "Estocolmo acabó por deprimirme". Un amigo londinense les invitó a pasar en su casa de Vejer el síndrome del estrés. Y ya no se quisieron mover. Vendieron su casa en Sidney, descubrieron el jerez, Chelesea creó el World Sherry Day... "Con las nuevas tecnologías se puede trabajar desde cualquier parte del mundo y no hay mejor sitio para trabajar que éste", dice abrazando a Rosario y Lola mientras posan para la foto.

Olivier, francés, compite en campeonatos de saltos. Hípica. En ese mundo tan pitiminí, Olivier es un gentleman que siempre roza los primeros puestos en los concursos de Sevilla, Badfajoz, Córdoba... En Vejer es otro. Pasa el día entre sus caballos vestido informalmente, vive en una casa prácticamente sin amueblar y pasea entre las callejuelas. A Olivier le gusta tener varias vidas a la vez. Está casado con una pintora, Diane, que proyecta en sus pinceles la luz del pueblo. Su temporada la reparte entre Vejer, la India y Francia, donde tiene unos viñedos destinados a la elaboración de champán. Su tiempo en Vejer es contemplativo: "la mar, el cielo y la arquitectura", resume. Spell, charm, captivation, seduction... algo tiene Vejer que anuncia que el dinero extranjero ha posado sus ojos aquí.

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