enfoque de domingo · La transformación del sector bancario

Vivir casi sin banco

  • El día a día en pequeños núcleos de población de la provincia donde las sucursales que quedan están cambiando la relación con sus clientes.

En la calle José Antonio de La Barca de la Florida, una pedanía de Jerez - EATIM, para ser más exactos, entidad de ámbito territorial inferior al municipio- de poco más de 4.000 habitantes, un hombre con una carreta donde lleva una rifa ambulante de jamones y quesos pasa por delante de una de las mayores y más modernas sucursales bancarias de la provincia. Sí, está aquí, no en la calle Ancha de Cádiz o en la calle Larga de Jerez. Sus cristaleras están forradas con las fotos de un agricultor y una agricultora de corte sano y moderno. Me anticipan el cobro de la cosecha, dice ella. Renovaré la maquinaria, dice él. Dentro de la oficina hay bastante movimiento, pero no colapso porque aquí trabajan nueve personas, algo que ya no sucede en casi ninguna oficina bancaria tras los recortes y baja rentabilidad de la banca a tipo cero que siguió al catacrack del 2008.

El Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España ya explicaba lo que estaba sucediendo: "Pese a la reestructuración y la consiguiente disminución de empleados y, en mayor medida de oficinas, el sector bancario español mantiene su tradicional modelo de negocio minorista, aún con una relativamente extensa red de oficinas de pequeño tamaño. El entorno de tipos de interés muy bajos, junto con un nivel de actividad bancaria todavía contrayéndose, va a obligar a los bancos españoles a seguir reflexionando sobre el papel que juegan las oficinas en su estrategia de negocio. La distancia entre las ratios de oficinas del sector bancario español y del resto de Europa todavía ofrece margen para seguir aumentando la eficiencia operativa de los bancos españoles", destaca el informe. Eficiencia operativa parece significar mantener la política de cierre de oficinas y reducción de empleos. Y esa eficiencia operativa a quien más afecta es a las pequeñas poblaciones.

En España hay 8.117 municipios y el 48% no tiene ningún tipo de sucursal, lo que afecta a más de un millón de españoles. En la provincia hay 44 municipios y no hay ninguno que no tenga al menos una oficina, aunque sí que hay población sin bancos, como en el poblado de Doña Blanca, pequeño núcleo perteneciente a El Puerto, que tiene en su plaza principal iglesia, farmacia, tienda de alimentación, bar y buzón de correos, pero no tienen banco. "Sí tenemos banco, el banco de la plazoleta", dicen los parroquianos del bar señalando el desangelado bloque de piedra que actúa de banco para sentarse. O en El Portal, donde un hombre que afila cañas en la puerta de la antigua azucarera, una ruina que ha pasado a convertirse casi en museística, reconoce que "una cajita de ahorros no nos vendría mal". Para hacer cualquier operación bancaria tienen que irse a Jerez. "Tampoco está tan lejos", admite.

Por eso esta oficina de La Barca tiene algo de especial. Los operarios atienden en modernos espacios acristalados y en el vestíbulo hay instalados cuatro cajeros automáticos de última generación. "Aquí tendremos unos 8.000 clientes. Esta es la oficina de referencia de toda esta zona agrícola, que es de regadío y mueve negocio". "¿Hay dinero?" "Sí que lo hay", sonríe la subdirectora.

La Barca llegó a tener hasta tres oficinas bancarias. El Santander hizo un pequeño intento de posicionarse en los medios rurales antes de la crisis, pero replegó velas a partir de 2012 y retiró a la mayor parte de sus agentes en el campo de la provincia. Unicaja continúa, pero parece haber admitido que en esta zona no puede jugar la liga de La Caixa, que ha heredado las sucesivas tradiciones desde la omnipresencia de la Caja de Ahorros de Jerez, luego Caja San Fernando y, por último, Cajasol. En el pull que acabaría siendo Unicaja se encontraba la Caja de Ahorros de Cádiz, con mayor presencia en la Sierra, por lo que en este área de núcleos de colonización que el franquismo llevó a cabo en los años 50 del pasado siglo está acostumbrada a ser la segunda o a no estar. Junto a Caja Rural son prácticamente las tres únicas marcas que operan en las poblaciones más pequeñas de la provincia. La oficina de La Barca de Unicaja tiene tres trabajadores y su oferta es generalista: regalan cafeteras y maletas con las nóminas, dicen. Nada de cosechas ni de maquinaria en su publicidad.

La Caixa es, por tanto, la que lidera la actividad bancaria en esta zona de regadío y lo hace con esta "banca premier", pero a sólo unos kilómetros los vecinos de pedanías más pequeñas, como El Torno, Torrecera y San Isidro, se tienen que conformar con el "microbank" desde el pasado 26 de mayo. Microbank significa tener banco dos días a la semana. Un sólo empleado de La Caixa es el bancario intermitente, empleado en esta entidad desde los tiempos de Caja San Fernando. Hoy le ha tocado Torrecera y se encoge de hombros detrás de la ventanilla con poco interés en hablar: "Al ser sólo dos días por semana pues sí, claro, viene más gente y no puedes tener una atención personalizada para seguros u otros productos porque no puedes colapsar la ventanilla. Lo que haces es pedir la documentación y luego, cuando se cierra la ventanilla, te quedas un poco más de tiempo rellenando el papeleo".

"Y dicen que dentro de poco la ventanilla cerrará a las once", interviene la limpiadora de la sucursal en la tertulia escoba en mano. Ella también tiene un buen cabreo porque ha pasado de limpiar la oficina cinco días a limpiarla sólo dos. Antes le pagaban cinco días y ahora, dos y, desde luego, la oficina está como los chorros del oro.

José Porras, el dueño del autoservicio de Torrecera, se siente como uno de los afectados por esto del Microbank. "Yo tengo que venir a meter dinero a diario. Bueno, venía. Ahora vengo cuando está abierto y siempre hay 40 ó 50 personas, pero no puedo dejar el negocio cerrado durante todo ese tiempo, aquí en la cola. No te digo ya si tengo que ir a La Barca. Y entonces qué pasa, que la gente se queda sin dinero porque a lo mejor el cajero no funciona, lo que no es tan raro, y yo me convierto en el banco porque cómo no vas a fiar a un vecino que no tiene un lugar para sacar el dinero. Y los vecinos son buena gente, pero a veces las cosas se les olvidan y no veas para cobrar lo que se llevó hace dos semanas".

En El Torno hoy no hay banco, pero Juan, como cada día, saca a la plaza las sillas de plástico del bar del hogar del pensionista, bajo el epígrafe de Fundación Cajasol, aunque el logo que preside el lugar tiene solera, es el de la Caja de Ahorros de Jerez, desaparecida hace más de veinte años. La Fundación se encarga de pagar la luz y el agua del Hogar, "pero yo creo que aquí no hacen nada más". Al lado está el cajero y un poco más allá el "microbank", la caja de ahorros de toda la vida. Aquí, cuenta Juan, también hubo pataleta ante el nuevo sistema. "El primer día dejamos que entrara el empleado que, por cierto, es una persona a la que aquí se quiere mucho, y la gente se quedó en la puerta y no entró. Pero bueno, fue ese día. A los dos días no había más remedio que entrar y los viejecitos sobre todo se vienen muy pronto y esperan haciendo cola a que abra el banco. Se forman unas colas a la puerta...".

En Villaluenga, el pueblo más pequeño de la provincia, sólo hay una oficina, la de Unicaja. Cerró a principios de mes, dejando a los vecinos ante la tesitura de desplazarse a Grazalema para cualquier operación bancaria. Sin embargo, como dice el alcalde, Alfonso Moscoso, Unicaja siguió apostando por quedarse aunque usando otra fórmula. Desde el pasado viernes, Villaluenga vuelve a tener oficina, pero en vez de con personal propio, con un agente financiero. Este agente se llama Ismael, propietario de una empresa de turismo activo, que fue el que se ganó el puesto después de que otros candidatos entrevistados dijeran que no. "Tengo una niña de tres meses, soy de Villaluenga y me ofrecían un sueldo fijo. No me lo pensé".

Para el alcalde payoyo también es una buena noticia: "Se crea empleo en Villaluenga. Aunque sea una persona, es más empleo". Ismael defiende que "Unicaja podría haber decidido irse, y sin embargo ha continuado en Villaluenga". Admite que esta situación provoca nerviosismo entre los vecinos. Ya pasó en Benamahoma, El Gastor o Zahara de la Sierra, otras poblaciones serranas donde esta entidad ha empleado el mismo método. "Pero después comprueban que el funcionamiento normal es el mismo que se hacía antes", dice Ismael. Ya ha realizado prácticas en la oficina de Benamahoma y se siente preparado para comenzar. Eso sí, estará para operaciones básicas. Para negociar préstamos o hipotecas habrá que ir a Grazalema, "como había que hacerlo antes; eso tampoco cambia". Donde sí hay modificaciones, que a su juicio redundarán en beneficio de los habitantes del pueblo, es en el horario. Antes abría dos horas. Ahora, Ismael abrirá cuatro horas y media.

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