Ángel Acuña Racero (PSOE) | Alcalde de Algodonales

“Un tercio de la economía de Algodonales se apoya ahora en los deportes aéreos”

  • Tras siete años ocupando cargos en la Junta, Acuña regresa a la Alcaldía de su pueblo con el reto de apostar por la diversificación económica "para plantar cara a la crisis cuando venga"

  • "El olivar de montaña tiene nuestro apoyo. Si es un producto de calidad, el consumidor tiene que pagarlo"

  • "Quien venga aquí a volar tiene que saber que va a tener pistas disponibles en los cuatro puntos cardinales"

La misma tranquilidad que se respira en Algodonales un miércoles de noviembre al mediodía es la que transmite a continuación su alcalde, el socialista Ángel Acuña Racero. Habla el regidor de su pueblo, de su gente, de sus planes de futuro, de sus preocupaciones, y lo hace todo con una calma que invita claramente a la reflexión. Y eso siempre es de agradecer.

–Regresó usted el pasado mes de junio a la Alcaldía de Algodonales después de siete años asumiendo diferentes responsabilidades en la Junta de Andalucía. ¿Qué diferencias se ha encontrado?

–Muchas y además muy evidentes. Por ejemplo, cuando yo llegué por primera vez a la Alcaldía en 2003 este Ayuntamiento era una ruina física, con 100 puntales puestos en el edificio, y también una ruina económica, porque se debía más de ocho millones de euros. Recuerdo que en mi primer día de alcalde nos llegó la notificación de que nos quitaban la PIE. Ese fue mi comienzo, y con 200 nóminas pendientes. Yo no sabía por dónde empezar. Esa primera semana ni podía dormir y hasta se me pasó por la cabeza decirle a los funcionarios municipales que se fueran todos a su casa porque si no podían cobrar, no era lógico que estuvieran trabajando. Pero poco a poco fuimos recuperando el pulso. Nada de aquello ha sucedido ahora porque cuando he regresado ahora me he encontrado el despacho tal y como lo dejé, con los mismos libros, con la misma gente trabajando, con el mismo jefe de Policía que yo había nombrado, con el mismo secretario... Y al día siguiente de llegar a la Alcaldía ya estaba yo a pleno rendimiento.

–¿Y en qué ha cambiado usted tras siete años en la Junta?

–Esos siete años en la Junta fueron muy positivos porque tuve la oportunidad de aprender muchísimo. Por eso agradezco la oportunidad que me dieron. La Junta es una máquina de una potencia enorme que se aprecia más cuando estás luego en un sitio más pequeño. La sensación de poder hacer cosas en tu provincia, de poder sacar proyectos adelante, la forma de trabajar... todo es diferente. En un ayuntamiento, cuando haces algo el impacto es instantáneo, tanto para bien como para mal. Pero en la Junta eso no pasa. Allí pueden pasar meses o años para que se vea el impacto que tiene eso que has hecho, si es que tiene algún impacto, claro. Y en la Junta se planifica siempre a muy largo plazo, tanto que a veces esos proyectos no llegan a realizarse porque han cambiado los criterios o las normativas. Y en los ayuntamientos se planifica todo para que se haga. Otra diferencia es que en un Ayuntamiento, al contrario que en la Junta, estás solo muchas veces y las decisiones las tienes que tomar tú.

–Usted dejó de ser delegado territorial de Medio Ambiente a principios de año, tras el cambio político en la Junta. ¿No pensó entonces en dedicarse a la abogacía, como ya había hecho antes de meterse en política? ¿O tenía decidido ya volver a ser el candidato del PSOE a la Alcaldía?

–Yo soy licenciado en Derecho y tengo aquí en mi pueblo mi despacho de abogado, que ahora lo tengo cerrado. Allí ejercí antes de entrar en política y allí volveré cuando termine esta etapa. Tras dejar la Junta me planteé mi futuro, empecé a actualizarme en materia legislativa para regresar a mi profesión, pero casi no tuve tiempo para ello porque al poco tiempo se confirmó que quedaba vacante la cabecera de la lista del PSOE en Algodonales y los compañeros del partido me pidieron que volviera. Decidí aceptar y preparamos las elecciones en apenas un mes.

–A la vista de los resultados electorales, en los que el PSOE ha sumado una nueva mayoría absoluta, parece que a los vecinos de Algodonales no les importa que haya tantos relevos en la Alcaldía. Pero igual a alguien de fuera le puede sorprender que cuando usted dejó la Alcaldía le pasó el testigo a su hermano Antonio y que ahora, en cuanto usted pierde su cargo en la Junta, regresa otra vez corriendo a la Alcaldía y de nuevo con su hermano como concejal. Puede haber gente que piense que los Acuña tienen en el Ayuntamiento de Algodonales su cortijo particular...

–Es verdad que ha sido otra mayoría absoluta del PSOE en Algodonales, la quinta consecutiva desde 2003. Y en esta ocasión hemos conseguido además el segundo mayor porcentaje de votos de entre todos los municipios de la provincia de más de 5.000 habitantes. Con lo cual, está claro que el pueblo ha hablado. Y en cuanto a esos relevos, yo me marché a la Junta en 2012 porque entendí que era un reto muy interesante. Y me relevó en la Alcaldía mi hermano por la sencilla razón de que ninguno de los restantes concejales quería hacerlo. Alguien tenía que ser y le tocó a él. Pero quien conoce a mi hermano sabe que a él no le gusta estar en primera línea, siempre ha preferido estar en bambalinas. Él asumió el cargo de alcalde en ese momento porque no tuvo más remedio y lo soltó en cuanto pudo. Y este año también se volvió a negar a encabezar la lista. Nosotros siempre hemos funcionado como un equipo. Yo llevaba la parte política y él la parte estratégica. En política hay muy pocas personas que pueden saber hacia dónde se encamina un pueblo para dentro de 10 ó 20 años. Y mi hermano es uno de ellos.

–Si el PSOE hubiera perdido un sólo concejal y se hubiera quedado sin mayoría absoluta, ¿cree que PP e IU se hubieran unido para quitarle la Alcaldía?

–Sí, no tengo ninguna duda de ello. Desde que se fue Diego Galván como concejal, los nuevos que han llegado a IU llevan un paralelismo absoluto con el PP en acción política. De hecho hay escritos que redactan y firman ambos partidos y mociones a los plenos que también son presentadas y votadas por PP e IU a la vez. A los socialistas nos llama mucho la atención que gente de izquierdas le haga el juego al PP de esa manera.

–¿Hacia dónde va Algodonales para los próximos años?

–Hacia la diversificación. Ahí tiene que estar la clave. Si viene otra crisis, que vendrá, creemos que la mejor manera de afrontarla es que nos pille con los deberes hechos y que el pueblo no dependa de una sola cosa. Nuestra idea va encaminada sobre todo hacia el polígono industrial, cuyo suelo, unos 65.000 metros cuadrados, nos lo ha cedido la Diputación y lo vamos a desarrollar en breve. Tenemos muchas ilusiones puestas ahí y creemos que será un éxito porque estará en todo el centro de la Sierra, a 45 minutos de Jerez, a una hora de Sevilla y de Cádiz, a 15 minutos de Ronda, con la Costa del Sol cerca y Antequera también. Será un polígono industrial público para que nadie pueda especular y que estará a disposición de todos los sectores industriales que se interesen y también de todos los vecinos. Además, nos vamos a apoyar mucho en la Administración.

–Explíqueme eso último.

–Algodonales tiene uno de los dos centros de conservación de carreteras que hay en la provincia y allí trabajan unas 30 personas, y también tenemos aquí uno de los tres Centros de Defensa Forestal (Cedefo), que cuenta con 140 empleados que son en su mayoría de Algodonales o de la comarca. Eso tenemos que potenciarlo, como en ayudas a domicilio y servicios sociales, donde tenemos a más de 20 personas trabajando. Esos son trabajos estables que le dan mucha fuerza y seguridad económica al pueblo. Y le pongo un ejemplo: de las 60 personas que hay ahora trabajando en nuestra residencia de ancianos, muchas de esas mujeres iban antes a la recogida de la fresa por 40 euros al día, metidas en un invernadero a 40 grados de temperatura, lejos de su casa y teniendo que dejar a sus hijos a cargo de otras personas. Y ahora tienen un sueldo fijo, Seguridad Social, vacaciones, un convenio colectivo, horarios... Lograr cambiar a mejor la vida de la gente es lo más bonito que hay en política.

–¿Se logrará salvar el olivar de montaña tan característico de esta zona de la Sierra?

–El sector del olivar de montaña tiene todo nuestro apoyo. Estamos presionando en todos los sitios, con los pies en el suelo, hasta donde podemos llegar. Desde este Ayuntamiento estamos tirando del carro y fuimos a Madrid y a Sevilla, siempre junto a COAG. La cooperativa de aquí tiene 700 socios del olivar de montaña, casi todas las familias de Algodonales tienen a alguien que depende de esa cooperativa y evidentemente lo que no se puede hacer es trabajar por debajo del coste. Si tenemos un producto que tiene una calidad, el consumidor tiene que pagarlo. Es como quien compra un jamón de bellota de cinco jotas. Sabes lo que estás comprando y lo pagas. Con el aceite pasa algo igual. Aquí ha habido manga ancha y en ese virgen extra ha entrado de todo, con procedencias de toda clase. Lo que reclamamos es un precio adecuado para el olivar de montaña, que es muy particular porque casi todo se hace de forma manual y tradicional y porque es un producto de calidad. Eso el consumidor tiene que saberlo.

–Me imagino que muchas o todas las iniciativas municipales irán destinadas a combatir la despoblación del municipio.

–Estamos perdiendo habitantes, pero muy pocos. Y esa diversificación lo que busca es precisamente frenarlo. De momento nuestra apuesta por el turismo de naturaleza o por los deportes de viento ha hecho que se asienten aquí muchas empresas. Por ejemplo, de las 31 empresas de deportes de naturaleza que hay en la Sierra, 19 están radicadas en Algodonales. La gente joven está viendo el filón y es la que está haciendo esa apuesta.

–¿La apuesta de Algodonales por los deportes de viento ha alcanzado ya su techo?

–Todavía queda por crecer, pero un estudio reciente ha confirmado que más de un tercio de la economía de Algodonales se apoya ahora mismo en los deportes aéreos. Cuando hicimos nuestra primera apuesta en serio allá por 2003, los que venían a practicar esos deportes eran cuatro locos que subían por la cañada con sus parapentes y sus ala deltas colgados a la espalda. Lo que hicimos nosotros, y lo que seguimos haciendo, es hacer las pistas, mejorar los accesos para que fueran asequibles a cualquier vehículo, y buscar sitios para los aterrizajes. La claves es que quien venga aquí a volar, tiene que saber que va a haber pistas disponibles en los cuatro puntos cardinales. Y cuando no se pueda volar, pues hay que tener alternativas. Por eso creamos 45 kilómetros de senderos, la conexión con la Vía Verde y sacamos el proyecto del pantano para los veranos. Esta temporada han venido más de 4.000 personas a practicar deportes náuticos a Algodonales. Todo suma. Y los vecinos ahora se han dado cuenta que las casas rurales son rentables.

–En materia turística, ¿no se llevaría usted Zahara de la Sierra a un punto más alejado de Algodonales? Me imagino que por su cercanía le restará a su pueblo muchos visitantes.

–No, qué va, todo lo contrario, nos beneficia porque nos complementamos. Yo lo digo siempre: Zahara es la postal, es un pueblo de una belleza excepcional, pero es aquí en Algodonales donde tienes la mejor panorámica, con el Pinsapar, el Castillo, el agua del pantano... Los turistas que vienen a Algodonales buscan una cosa y los que van a Zahara buscan otra. Pero tenemos que superar los localismos porque todo suma.

–Algodonales fue también pionera en recreaciones históricas y ahora se repiten en numerosísimas localidades. ¿No le molesta tanta competencia?

–No tenemos ningún problema con eso, porque no tenemos el copyright. Fuimos los primeros de toda la provincia y después vinieron desde San Fernando, Cádiz, Grazalema, El Bosque o Ronda a conocer nuestras recreaciones y a copiarnos. Pero hay algo que no se podían llevar y era la implicación de la gente. Hay algunas recreaciones que tienen a gente contratada. Aquí no, aquí la cosa sale porque la población se vuelca, se identifica, se lo pasa bien, es su historia y ven que es un beneficio para todos. Nosotros simplemente ponemos la logística pero el que se implica es el pueblo. Ello ha motivado que incluso ya haya aquí una empresa que trabaja haciendo trajes de época. Cuando hay tantas recreaciones es verdad que el producto se devalúa porque la gente ya no sabe distinguir dónde sí y dónde no. Aquí la ventaja es que se pueden ver las casas y los sitios en los que se produjeron los hechos que se recrean.

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