Begoña Romero | Gerente de Transfrutalla

“Las mujeres necesitamos más oportunidades y más visibilidad ”

  • Begoña Romero ha sido galardonada por Caixabank con el Premio Empresaria del Año de Andalucía Occidental, que reconoce su trayectoria al frente de la empresa sanluqueña Transfrutalla

Begoña Romero, gerente de Transfrutalla.

Begoña Romero, gerente de Transfrutalla. / Julio González

BEGOÑA Romero (Sanlúcar de Barrameda, 1975) es gerente de Transfrutalla, la empresa que fundaron sus abuelos en 1952 para comercializar plátano de Canarias en el Mercado de Abastos de Sanlúcar. En 2006 relevó a su tío al frente de la compañía, aunque su trayectoria profesional dentro del negocio familiar arrancó con 18 años de edad, compaginando sus estudios universitarios con sus responsabilidades laborales, pasando prácticamente por todos los departamentos antes de llegar a la primera línea de gestión. Transfrutalla tiene actualmente 64 trabajadores y se dedica a la manipulación, comercialización y venta al por mayor de frutas, verduras y productos de cuarta gama. Además de su sede central en Sanlúcar, tiene otros tres centros de trabajo en Jerez, El Puerto y Cádiz, y su negocio abarca las provincias de Cádiz, Sevilla y Málaga, así como la Ciudad Autónoma de Ceuta. Begoña Romero es también vicepresidenta de la Confederación de Empresarios de Cádiz y presidente del Consejo de Empresas Familiares de la patronal provincial, además de vocal de la Cámara de Comercio de Cádiz.

—Acaba de ser galardonada por con el Premio Empresaria del Año en Andalucía Occidental y Extremadura de Caixabank. ¿Qué significa para usted?

–Significa mucho para mi carrera. Estoy muy agradecida por el reconocimiento, sobre todo por las muestras de cariño que he recibido, que han sido muchas. También me parece un importante respaldo a la labor del equipo que formamos Transfrutalla.

—Las mujeres son mayoría en las aulas universitarias, pero esa presencia no se refleja en los puestos directivos de las empresas. ¿Qué está fallando?

–Creo que las mujeres estamos cada vez mejor formadas y sabemos muy bien cómo organizar y liderar. Lo que necesitamos son más oportunidades. Hay muchas mujeres que ya ocupan puestos importantes, pero necesitan también más visibilidad.

—¿Ve necesario implantar un sistema de cuotas para fomentar la presencia de mujeres en puestos directivos?

–No me gustan las cuotas. Tanto un hombre como una mujer son merecedores de las mismas oportunidades. Si tuvieran las mismas oportunidades, seguro que habría muchas más mujeres en puestos importantes.

—También preside el Consejo de Empresas Familiares de la Confederación de Empresarios de Cádiz y es la tercera generación al frente de Transfrutalla. Apenas el 2% de las empresas familiares sobreviven a la tercera generación. ¿Qué ocurre en esta fase?

–Los cambios generacionales son muy complicados. Ya lo son de la primera a la segunda generación, de padres a hijos. Imagínese de unos hijos a sobrinos o nietos. Las ramas del árbol se van abriendo cada vez más y es normal que alguna se pudra. Es necesario cortar esa rama para que el árbol florezca. Los estudios dicen que el paso de la segunda a la tercera generación es el más complicado. En España, cuatro de cada cinco empresas son familiares, pero es verdad que las que llegamos a la tercera generación somos muy pocas.

—¿Qué caracteriza a la empresa familiar en comparación con el resto?

–Aparte del trabajo diario, la empresa familiar debe llevar la conciliación familiar, que es muy difícil. Es una balanza en la que hay que poner en un plato a la familia y en la otra a la empresa, e intentar siempre que esté equilibrado.

Begoña Romero, gerente de Transfrutalla, en la sede central de la empresa en Sanlúcar. Begoña Romero, gerente de Transfrutalla, en la sede central de la empresa en Sanlúcar.

Begoña Romero, gerente de Transfrutalla, en la sede central de la empresa en Sanlúcar. / Julio González

—No es normal que surja la palabra conciliación en una entrevista con un directivo.

–Los hombres también están muy integrados en la conciliación, no sólo en el atención de la casa y los hijos, sino también en el cuidado de los mayores, que antes recaía sobre todo en las hijas. Hoy los hombres están mucho más concienciados. Por eso las mujeres tenemos más oportunidades. Pero cuando me refiero en la empresa familiar al tema de la conciliación, no me refiero a la familia de casa. En la empresa familiar tus compañeros de trabajo pueden ser familiares.

—¿La gestión es más difícil al mezclarse la relación profesional con la familiar?

–Mucho más difícil. Las empresas se dirigen con la cabeza y la familia con el corazón. Por eso los cambios generacionales son tan complicados. De ahí la necesidad de elaborar protocolos familiares con unas normas muy estrictas para la entrada de miembros de la familia en la empresa. A veces, esa es la salvación para su continuidad.

–¿Qué es el protocolo?

–Es un documento privado que se recoge en muchas ocasiones en los propios estatutos de la empresa. Nosotros lo hicimos como un documento privado en el que se habla del comienzo de la empresa y se disponen unas normas para entrar a trabajar en la empresa, ayudas a la formación de los familiares... El momento idóneo para hacerlo es cuando no existen problemas entre los familiares porque tiene que estar firmado por todos sus miembros, estén trabajando o no en la empresa. Es algo vivo porque se tiene que ir actualizando.

—Otra dificultad añadida es que es frecuente que el fundador de la empresa no sepa dar un paso atrás.

–También. Es muy importante que el fundador, cuando llegue el momento, dé su sitio. Pero es verdad que eso implica años de preparación, tanto para él como para la persona que le va a sustituir.

—¿El protocolo es la clave para la supervivencia de la empresa?

–El protocolo es básico, pero lo más importante es la confianza y la comunicación.

Begoña Romero, gerente de Transfrutalla, durante la entrevista. Begoña Romero, gerente de Transfrutalla, durante la entrevista.

Begoña Romero, gerente de Transfrutalla, durante la entrevista. / Julio González

—Eso vale para la empresa familiar y para las demás.

–Efectivamente. Nosotros no dejamos de ser una empresa por ser familiar.

—Llama la atención que dentro de las empresas del Íbex 35 sólo haya cinco mujeres como máximas directivas.

–Sí. Parece que cuanta más responsabilidad menos confían en nosotras.

—De esas cinco, una se ha incorporado esta semana, Marta Ortega. Y también es llamativo que su llegada a la Presidencia de Inditex haya sido recibida con una fuerte caída en bolsa, no sé si por ser mujer o por ser hija del fundador.

–Creo que por las dos cosas. Algunos pueden ver que es un puesto a dedo por ser la hija del fundador. Pero estoy segura de que detrás hay una formación estupenda y una trayectoria profesional de muchos años en la empresa. Es una gran oportunidad y no tengo ninguna duda de que lo va a hacer estupendamente.

—¿Las empresas familiares resisten mejor la crisis?

–Las empresas familiares tenemos la suerte de que tenemos una enorme capacidad de adaptarnos muy bien a los cambios, tanto generacionales como crisis.

—Transfrutalla fue fundada por sus abuelos y empezó con el comercio de plátanos de Canarias. ¿Qué es ahora esta empresa?

–Sigue siendo una empresa familiar que se fundó en 1952 y que está en la tercera generación. Hacemos venta al por mayor y distribución de todo producto hortofrutícula y de cuarta gama en la provincia de Cádiz y tocamos también Ceuta, Málaga y Sevilla. Hemos pasado de vender a fruterías y supermercados a todo el sector Horeca, cruceros, hospitales, residencias... Hemos diversificado mucho nuestra cartera tanto de clientes como de proveedores. Ahora ya no sólo ofrecemos plátanos, sino la mayor variedad de todos los productos de fruta y verdura. Y aparte, también manipulamos y ofrecemos productos de cuarta gama. Producimos patata cortada y eso nos abre muchos mercados.

—Como empresaria familiar, ¿le gustaría que sus hijos se incorporaran a la empresa?

–Lo más importante ahora mismo es que mis hijos se formen, busquen su camino y adquieran experiencia ellos mismos en otros sitios... Y si el destino lo quiere, por qué no acabar en la empresa familiar, siempre y cuando cumplan las normas y requisitos necesarios para formar parte de su plantilla que el protocolo familiar recoge.

–Aquí en Sanlúcar tienen el ejemplo de Barbadillo, que va por la sexta generación en la gestión.

–Nosotros celebramos la semana pasada el consejo de la empresa familiar en Barbadillo, el primero presencial de la Confederación de Empresarios de Cádiz. Lo quisimos hacer allí porque cumplían 200 años. Van por la sexta generación, pero la novena ya está activa. Lo importante para que una empresa familiar perdure es tener unas bases sólidas, con un protocolo familiar firmado que se utilice y no se deje abandonado en un cajón. Y tener la suerte de un antecesor que te ayude mucho, como fue mi caso con mi tío, con el que coincidía en las ideas para darle continuidad a la empresa.

—Cuando se habla de industria, no se suele tener en mente a la industria agroalimentaria. ¿Se sienten despreciados respecto a otros sectores?

–Despreciados no. El sector agroalimentario es fundamental y de primera necesidad. Pero es verdad que en lo que se refiere a las ayudas y al reconocimiento está un poco abandonado. Eso no quiere decir que nos afecte. Adonde vamos nosotros intentamos presumir de nuestros agricultores y nuestros productos, que gracias a dios tenemos una región muy rica.

"La empresa se dirige con la cabeza y la familia con el corazón. Por eso los relevos son tan complicados”

—Otras zonas tienen petróleo, pero a veces da la impresión de que no se conoce la potencia agrícola de la provincia de Cádiz.

–Tenemos una riqueza que a veces nos cuesta valorar a nosotros mismos. Y ahora Sanlúcar ha sido elegida capital gastronómica, algo importante.

Es el primer municipio no capital de provincia que recibe esta distinción. Como sanluqueña y empresaria de la agroindustria, estará orgullosa.

–Sin duda. Es una imagen buenísima de Sanlúcar de cara al exterior, porque los que vivimos aquí sabemos lo que tenemos y lo valoramos.

—¿Qué planes tiene Transfrutalla de cara al futuro?

–Después de la pandemia, que también la hemos sufrido, en este año que hemos cerrado hemos podido mantenernos. Y para el año que viene queremos seguir ampliando la cartera de clientes ofreciendo toda la variedad de productos que podamos y que la familia siga unida.

—¿Es optimista pese a la crisis?

–Siempre. Optimista y con proyectos en los que creemos, y con un equipo de trabajadores que son fundamentales para seguir adelante.

—¿Qué aconsejaría a una estudiante que quiera emprender?

–No tendría tan en cuenta el hecho de ser mujer. Les diría que se formen, que hagan proyectos que les ilusionen, que luchen por la igualdad de oportunidades, que demuestren su capacidad de trabajo, de organizar, de razonar, de liderar equipos... Somos muchas las mujeres con responsabilidades importantes, lo que necesitamos es un poco de más visibilidad.

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