Concentración

8-M en Cádiz: "¡Aquí estamos las feministas!"

  • Más de un centenar de personas han secundado la concentración convocada por la Comisión 8M Cádiz en la plaza de España, que ha contado con todas las medidas de emergencia sanitaria

Una imagen de la concentración del 8-M en la plaza de España, en la zona de La Negrita.

Una imagen de la concentración del 8-M en la plaza de España, en la zona de La Negrita. / Jesús Marín

Tiene el pelo corto, cano, unas pequeñas argollas labradas brillan a uno y otro lado de la mascarilla violeta. Está sentada en el banco, de cara a las que, más jóvenes que ella, claman en pie, sobre los puntos morados marcados en el suelo, cada consigna del manifiesto. Ella, con su bolso bien plantado en el banco junto a su cuerpo, no canta pero aplaude más fuerte que las demás. A ojo, no vuelve a cumplir 70; a oído, tiene uno de los educados acentos del continente iberoamericano. Dice que se llama Virginia Mejías, que es de El Salvador, que se jubiló hace siete años y se vino a vivir a Cádiz. Dice que aquí es muy feliz y que un 8M está en la calle por las que pueden y por las que no pueden; por las que están y por las que no están. Dice que echa de menos el contacto, pero que ahora no toca abrazar, aunque sí reivindicar con todas las medidas de seguridad. Virginia está sentada en el banco al pie de la escalera de San Carlos. Arriba, cuatro mujeres leen un manifiesto; frente a ella, extendiéndose hasta la plaza de España, más de un centenar de personas lo escuchan atentas. Todas con mascarillas, todas distanciadas. “¡Aquí estamos las feministas!”, claman. Apenas se han batido las primeras palmadas del aplauso final, Virginia se levanta para marcharse. Cualquier precaución es poca.

Han pasado poco más de 20 minutos desde que se leyó el poema de la escritora mexicana Patricia Karina Vergara Sánchez, desde que se gritaron las proclamas y se leyó a dos voces el manifiesto. Es decir que, pongamos, unos 25 minutos es lo que duró la concentración organizada por la Comisión 8M Cádiz, que está integrada por buena parte de los colectivos feministas de la ciudad. Una concentración donde acudieron mujeres de la quinta de Virginia, chicas en edad de estudio, mujeres de mediana edad, familias con hijos, amigos y parejas. Una concentración diversa, como el espíritu este año del 8-M de Cádiz que ha tenido muy en cuenta a las mujeres racializadas, a las mujeres trans, a las mujeres cuidadoras y a las que no están porque han sido asesinadas por sus maltratadores.

Un 8-M diverso, distinto y puesto en cuestión por “las corrientes de ultraderecha” cuyos ojos, valoraban las organizadoras, estaban puestos en el desarrollo de esta cita que, finalmente, no se distinguió de cualquier otra concentración que hayamos vivido en la ciudad durante este complicado curso. Críticas que, sin embargo, parecen que han tenido el efecto contrario pues la concentración contó con un buen seguimiento, dadas las especiales circunstancias.

“¡No nos vais a callar, no nos vais a sacar de las calles!”, sentenciaban las representantes de la Comisión 8-M desde la muralla de San Carlos, ese pequeño balcón que mira al área conocida como La Negrita, para, a continuación vociferar el lema del 8-M este año: “¡Somos imprescindibles, seguimos invisibles!”.

Abajo, el más del centenar de personas que secundaron la convocatoria –entre ellos concejales del Ayuntamiento de Cádiz como Lorena Garrón, Ana Fernández, Lola Cazalilla, Rocío Sáez y Paco Cano– emprendían cánticos al uso como “No estamos exagerando, nos están asesinando” o “No es un caso aislado, se llama patriarcado”, además de otros un tanto diferentes con la versión feminista del pasodoble Me han dicho que el amarillo, que se convierte para la ocasión en Me han dicho que el violeta.

Una joven muestra una pancarta en la concentración del 8-M en Cádiz. Una joven muestra una pancarta en la concentración del 8-M en Cádiz.

Una joven muestra una pancarta en la concentración del 8-M en Cádiz. / Jesús Marín

Violeta en las mascarillas, en las camisetas y pañuelos. Violeta en todos sus tonos, del morado cerrado al diluido lila, para adornar un 8-M que se reivindica a sí mismo existiendo, y que se amplifica abrazando diferentes sensibilidades aunque, justo por este hecho, haya quedado también un poco disgregado. Y es que si el día 7 de marzo el colectivo Cádiz Abolicionista se concentró en la plaza de San Juan de Dios al no estar de acuerdo con el manifiesto de la Comisión 8-M (donde específicamente se pedía el reconocimiento de derechos para las prostitutas), el recién creado grupo Radfem Cádiz hizo lo propio este 8-M en la plaza del Palillero, donde se dieron cita no llegó al medio centenar de personas.

Además de estas dos concentraciones, la jornada del Día de la Mujer en Cádiz también ha contado con una serie de actividades organizadas por el Ayuntamiento gaditano como una obra de teatro del grupo Labaranda en el ECCO (se accedía con invitación gratuita para respetar el aforo), la entrega de premios del Concurso del Mural Feminista y se plantó un árbol en el Parque Genovés por los buenos tratos, una actividad del 25-N que en su día no se pudo realizar por las condiciones climatológicas.

La concejala de Feminismo, Lorena Garrón, quiso felicitar al colectivo feminista por la organización de una concentración donde “se ha cumplido con todas las medidas sanitarias” haciendo frente “como movimiento organizado que es” a todas “las críticas y amenazas”.

Las organizadoras plegaban pancartas, la concentración se dispersaba. Virginia Mejías, pequeña, discreta, pelo corto, cano, argollas labradas, ya iría camino a casa. Un 8-M más.

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