Tribunales Cádiz

El fiscal acusa a dos funcionarios de Puerto II de torturar al supuesto parricida de Arcos

  • La Fiscalía pide tres años de cárcel y 12 de inhabilitación para los procesados

El padre del bebé muerto conducido por agentes de la Policía en 2017.

El padre del bebé muerto conducido por agentes de la Policía en 2017. / D.C.

La Fiscalía de Cádiz lleva a juicio a dos funcionarios de prisiones acusados de torturar al supuesto parricida de Arcos cuando éste se encontraba interno en el centro penitenciario de Puerto II, precisamente, por el asesinato de su bebé de ocho meses.

El fiscal considera que los empleados públicos son responsables de los delitos de tortura y lesiones y solicita para cada uno de ellos la pena de tres años de prisión, multa de 360 euros e inhabilitación absoluta para el ejercicio de su profesión durante 12 años.

El escrito de calificación fiscal expone que el supuesto parricida estaba privado de libertad de forma provisional desde junio de 2017 acusado de asesinar a su bebé asfixiándolo y de haber golpeado a su pareja sentimental, madre del niño, cuando intentaba auxiliar al pequeño. Estos hechos, subraya, trascendieron a la opinión pública y, por tanto, eran conocidos en el establecimiento penitenciario en el que el padre fue ingresado, Puerto II.

Habida cuenta la gravedad del asunto y la gran repercusión mediática que tuvo, Instituciones Penitenciarias aplicó en este caso el protocolo antisuicidios y asignó al hombre un interno de apoyo con el que compartía celda.

"Esta noche vas a dormir calentito"

Según las conclusiones provisionales de Fiscalía, el 8 de junio de 2017, sobre las 21:30 horas, uno de los funcionarios procesados se acercó a la celda número 11 en la que sabía que estaba el supuesto parricida y le anunció: “Esta noche vas a dormir calentito”.

Tal y como había dicho, explica el fiscal, el acusado se dirigió horas después a la celda 11 acompañado de otro funcionario de prisiones, el segundo encausado. Entonces abrieron la puerta y ordenaron al interno de apoyo que saliese al pasillo, quien obedeció de inmediato.

Una vez que se quedaron a solas con el supuesto parricida en el interior de la celda, los funcionarios, “conscientes de su posición de superioridad y con el objetivo de aplicarle un severo castigo por los hechos que presuntamente habría cometido, comenzaron a propinarle patadas y puñetazos por todo el cuerpo mientras le gritaban: “Hijo de puta, has matado a un niño de ocho meses, has pegado a una mujer inválida y le has matado al bebé de tres meses que llevaba en el vientre”.

El fiscal sostiene que los funcionarios dieron una paliza al interno durante siete minutos

Mientras que recibía los golpes, apunta la acusación pública, el interno les imploraba que “no le pegarán más”, súplicas que no fueron atendidas por sus agresores, quienes se quedaron en la celda durante siete minutos hasta que dejaron al preso semi-inconsciente tumbado en el suelo y ensangrentado. Acto seguido, ordenaron al preso de apoyo que entrase en la celda y se hiciese cargo de él.

Horas después, sobre las 2:45 horas, los mismos funcionarios de prisiones regresaron a la celda número 11 “guiados por idéntico ánimo que la vez anterior”. Según la calificación fiscal, en esta ocasión uno de los empleados penitenciarios se quedó fuera para vigilar que nadie se acercara mientras que el otro entró en la celda. Una vez allí, tumbó en el suelo al supuesto parricida y comenzó a propinarle de nuevo puñetazos y patadas por todo el cuerpo.

El arcense logró por un momento repeler la agresión al lanzarle una patada al funcionario con la que le partió el reloj de pulsera que llevaba, lo que provocó que se enfureciese más. El trabajador de Puerto II “comenzó una nueva ronda de patadas reiteradas” hasta que el interno de apoyo le suplicó que parase.

El funcionario de prisiones se marchó con su compañero, quien vigilaba y observaba “impávido” todo lo que acababa de ocurrir, concluye la Fiscalía.

A la mañana siguiente, el educador y la psicóloga de Puerto II encontraron al supuesto parricida deambulando descalzo, con la mirada perdida y cubierto de hematomas. Fue trasladado a la enfermería de la cárcel y después al Hospital de Puerto Real.

A consecuencia de este episodio, este interno pasó al centro penitenciario de Morón, en Sevilla.

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