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¿Se sabe algo de la Río Sil y de la Tiétar?, pregunta Anubis. Río Sil tiró para levante de Barbate, pero de la Tiétar nada colega, perdida desde esta mañana, le responde Elite. La conversación puede leerse en uno de los grupos alojados en la aplicación de mensajería instantánea Telegram. En este en concreto, que aglutina una comunidad de 369 miembros con decenas de ellos en línea permanente, van dando cuenta al minuto de los movimientos de las patrulleras del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Cádiz. Son los conocidos en el negocio como puntos, cada vez más jóvenes, que vigilan a los vigilantes y sueltan el cucurrucucú paloma cuando detectan que los verdes ponen proa hacia el lugar donde se está llevando a cabo una de sus habituales entradas de droga.
“Nos tienen más controlados cada día. Saben hasta cuando nos cambiamos de ropa”, reconoce a este diario un miembro del Servicio Marítimo curtido en mil batallas desde el Bajo Guadalquivir a la Bahía de Algeciras. “Tienen puntos por todos lados. Muchos de ellos son chavales de 14 o 15 años. Los vemos con una caña de pescar pero ni plomá, ni carná ni na de na. Un paripé puro. Se ponen ahí cerca de nuestras bases y van cantando a los colegas cuando salimos o entramos a cambio de unos billetes. Es el escalón más bajo de la organización, pero muchos líderes de clanes poderosos también empezaron su andadura como puntos”, relata.
Pájaro va río abajo por la altura de Coria, dice otro miembro de la comunidad —cuyo apodo en el foro es el nombre de un futbolista brasileño del Real Madrid con la boca muy grande— en referencia al helicóptero de la Benemérita. Porque también controlan el aire. “Incluso los cambios de tripulación. Si llegamos a Puntales para que entren otros compañeros de servicio lo ponen en el grupo y así saben que tardaremos un poco más en volver a salir al mar”, asegura el agente.
En el foro se llegan a colgar hasta mapas, fotografías a tiempo real y radares que ubican perfectamente tanto a las patrulleras como a los helicópteros. “Ayer mismo su gran preocupación era encontrar a la Tiétar, y no pararon hasta que la situaron cerca de la boca del Guadalquivir. Dibujan las rutas que seguimos. Es acojonante. Cada día más difícil”, dice el guardia del Servicio Marítimo.
Las estructuras de los clanes del narcotráfico están perfectamente jerarquizadas. En el escalón inferior, los puntos, que alertan de la presencia de agentes de la Guardia Civil o la Policía;luego están los porteadores, que se encargan de llevar la droga de la playa a los todoterrenos;los pilotos de las gomas, que son de los que más cobran (hasta 50.000 euros por viaje);los conductores de los todoterrenos en los que se trasladan los fardos;los encargados de las guarderías donde se almacenan los alijos;los distribuidores de la droga;los propietarios de los cargamentos y hasta las personas que lavan el dinero para tratar de introducirlo en el conducto legal. Toda una estructura bien definida.
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