José Antonio Ramírez Sucino | Propietario del restaurante 'Casa Pepe' de San Fernando

"Lo que le pido a 2021 es estabilidad y tranquilidad"

  • En el restaurante Casa Pepe no solo han tenido que lidiar con las restricciones y las consecuencias de la pandemia. El virus también se coló en el establecimiento para convertirse en una de las noticias del año 

  • José Antonio Ramírez Sucino, dueño del local, repasa lo ocurrido en estos meses 

José Antonio Ramírez Acosta, dueño del restaurante Casa Pepe en San Fernando.

José Antonio Ramírez Acosta, dueño del restaurante Casa Pepe en San Fernando. / Sonia Ramos (San Fernando)

El restaurante Casa Pepe lleva 67 años abierto en La Isla pero en todo este tiempo -el  negocio va ya por la tercera generación familiar- no ha pasado por otra situación igual. 2020 es un año que no se olvidará. Eso está claro. Es uno de los muchísimos establecimientos hosteleros que se han visto golpeados por la crisis que ha acarreado la pandemia del Covid-19 hasta el punto de ver cómo los clientes habituales han caído un 50% en estas fechas. Ya no se dan esas celebraciones, esas mesas enormes de familias al completo, desde los abuelos a los nietos, que reservaban en el local un domingo o un día de fiesta para reunirse y disfrutar de estar todos juntos. Simplemente han desaparecido, comenta resignado José Antonio Ramírez Sucino, el propietario del establecimiento. La pregunta, claro, es cuándo volverán esa normalidad que ahora mismo parece tan lejana.  

Aunque a la 'familia' de Casa Pepe no solo les afectaron las consecuencias económicas del Covid y el confinamiento de la pasada primavera. También el virus -como ha ocurrido con otros muchos restaurantes- se coló en el local y les obligó a cerrar durante dos semanas. Un día de finales de verano un camarero llamó porque se encontraba mal y le pidieron que se quedara en casa. Al día siguiente se confirmaron cuatro contagios, incluidos el del propio José Antonio. 

"En mi caso no fue nada del otro mundo. Tuve algunos síntomas, un poco de fiebre y cansancio durante unos días, pero poco más", explica el dueño de Casa Pepe. Afortunadamente, reconoce, ni su mujer ni ninguno de sus tres hijos se vieron contagiados a pesar de que el aislamiento en una casa donde conviven cinco personas se cumple "en la medida de las posibilidades". 

Hasta ahí la cosa no pasaba de ser una historia que en este 2020 se ha repetido en otros muchos negocios. La historia vino luego, cuando tocó reincorporarse. "¡Menuda se montó!", recuerda José Antonio, que durante unos días no dejó de ser noticia al verse obligado a incorporar a trabajadores que seguían  dando positivo en la PCR. "El protocolo (de Sanidad) se actualizó y cambió en ese preciso momento, cambiaron los criterios", cuenta. Y le tocó. Fueron, de hecho, los primeros casos de este tipo que se conocieron en la provincia y de ahí la sorpresa e indignación de José Antonio. A uno de los camareros, explica, llegó a tenerlo varias semanas en casa a pesar de haber sido dado de alta. "Sigo sin entenderlo, nosotros intentamos hacer las cosa bien. Hablamos con todo el mundo y nadie nos daba una solución", recuerda. 

Al final, admite, todo aquello les pasó factura. "La gente se creía que estábamos trabajando con personal que era positivo", explica. Lo pasaron mal durante varias semanas. Y luego, cuando el número de casos de la segunda ola empezó a ser alarmante, llegaron las nuevas restricciones para despedir el año. 

No oculta su incertidumbre. Pensar en cómo será el año que viene es algo que se hace todavía demasiado grande. "Ahora mismo no hay que pensar ni siquiera de semana en semana sino el día a día, literalmente", puntualiza. Aunque se resiste a no encarar el 2021 con cierto optimismo: "Hay que salir de esta", afirma. Su deseo para el próximo año no es otro que "estabilidad" y "tranquilidad". 

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