Foro Pyme de Cádiz

El 'milagro' del Real Tesoro

  • José Ramón Estévez cuenta en el II Foro Pyme de Cádiz el crecimiento de este grupo bodeguero desde la innovación

En el año 1977 un antiguo trabajador del departamento de producción de Pedro Domecq compró con lo que había ganado en los negocios de minería y transporte de mercancías una bodeguita de Jerez situada en la calle San Juan de Dios que se llamaba Félix Ruiz. Era un capricho. 400 botas de almacenaje y cuatro empleados que se encargaban de tratar unos vinos para venderlos a otras bodegas que las embotellaban y le ponían su etiqueta. Aquel pequeño empresario se llamaba José Estévez. Ese 'capricho' de 1977 factura hoy 103 millones de euros, cuenta con más de doscientos empleos fijos y saca al mercado cada año 30 millones de botellas -una de cada cuatro al extranjero- con su propia etiqueta.

¿Qué ha pasado? José Ramón Estévez, primogénito de José Estévez, segunda generación en un negocio donde los grandes apellidos perdían sus ancestros en el siglo XVIII, explicó ayer en el II Foro Pyme de Cádiz organizado por el Banco Popular y el Grupo Joly, ante centenares de pequeños empresarios reunidos en el Parador de Cádiz, cómo se obró este milagro. Este Foro, pensado para ser un lugar de debate, para aprender de historias de éxito, abrió los ojos sobre la fuerza de la innovación. No sólo de innovación vive la empresa, pero el éxito total es imposible sin ella. Grupo Estévez, "una empresa muy joven para lo que es el sector del jerez y el sector del vino", es una prueba. Volvamos al relato.

En 1984 José Estévez compra una pequeña participación de otra pequeña bodega, Herederos de Marqués del Real Tesoro, que al menos tenía tren de embotellado y una pequeña cartera de clientes internacionales. El vino seguía siendo un negocio secundario para José Estévez, pero en 1993 se plantea la posibilidad de ampliar capital de Real Tesoro y Estévez toma el control. Ahí empieza de verdad la transformación. Lo primero que hace Estévez es fusionar Real Tesoro con la bodeguita Félix Ruiz, una jugada, sin duda, suicida en plena crisis del sector del jerez, con las ventas de vino cayendo a plomo. "Fue entonces cuando tomamos conciencia de dónde nos habíamos metido, de las dificultades que tenía el negocio y del futuro que se nos venía encima".

Como mientras uno va cayendo todo va bien, y todo el sector observaba con curiosidad el trompazo que se iban a pegar los Estévez, los Estévez utilizaron las armas que tenían: "Primero acudimos al Banco de Andalucía, hoy Banco Popular, y les contamos el proyecto. Creyeron en él. Segundo, hicimos lo que habíamos aprendido en los otros negocios que teníamos, donde habíamos aprendido de cómo funcionaba el sector del vidrio hueco, el vidrio plano, la automoción... ¿Qué aprendimos de ellos? Hagamos algo diferente. En un sector tan tradicional eso nunca se ve con buenos ojos".

Los clientes de los otros sectores imponían a la familia Estévez controles de calidad. Si no tenías control de calidad, no tenías cliente. Hagamos lo mismo con el vino. Estévez fue la primera casa bodeguera de Jerez en obtener la certificación ISO-9002 y el resto del sector casi les echa. "Decían que esas certificaciones sólo servían para materiales de construcción".

La segunda idea de Estévez fue aún peor: investigar. Con una empresa alemana buscaron un nuevo método de producción, que se acabaría conociendo como 'método Estévez'. Consistía en eliminar las histaminas de su nueva marca puntera, el fino Tío Mateo. El Consejo Regulador del jerez, defensor de la tradición y de hacer las cosas como siempre se habían hecho, prohibió dar publicidad a estos avances y llevaron el asunto a los tribunales. El pleito lo ganaron los Estévez catorce años después, pero ya era tarde.

Mientras tanto, el grupo bodeguero creció por otro lado y casi por casualidad. Empezaron a suministrar fino a la cadena de supermercados Mercadona y su fino se llamó Félix Ruiz. Juan Roig, propietario de la cadena, se interesó por este proveedor y en la reunión ambos empresarios hablaron el mismo lenguaje: calidad, el cliente es el jefe, dar a la gente lo que la gente quiere. Tras esa reunión, "Mercadona puso a nuestra disposición todo su potencial de distribución". Han crecido juntos. Mercadona tenía entonces cien tiendas; hoy tiene 1.500 supermercados. Estévez les proporcionaba entonces el fino Félix Ruiz; hoy Estévez distribuye a través de esta cadena más de medio centenar de productos, entre los que se incluyen, aparte del jerez, la manzanilla y el brandy, whisky, ginebra, vodka... La confianza de Roig en Estévez para su línea de licores es absoluta.

"Esta alianza nos ha dado la oportunidad de un gran mercado, pero también nos ha ayudado a diversificar nuestra producción y a ampliar nuestros conocimientos". Así fue como esa bodeguita que vendía vino a granel se convirtió en uno de los grandes grupos nacionales del sector de distribución de bebidas. Sin embargo, José Ramón Estévez muestra ambición "y compromiso".

El primogénito de José Estévez, fallecido en 2005, quiere honrar la memoria de su padre con el cariño que éste tenía a un sector que siempre le ninguneó.

Los Estévez creen en el jerez. "Nuestro compromiso con el sector es grande. En el año 2000 compramos las bodegas Valdespino, una de las más antiguas del Marco. En 2007 compramos bodegas Gil Luque e Hijos de Rainiera Pérez Marín, propietaria de la marca líder de manzanilla, La Guita. Adquirimos viñedos y ya tenemos casi 800 hectáreas. Contamos con más de 20 millones de litros de envejecimiento y una de cada cuatro botellas de jerez y manzanilla que se consumen en el mercado español son nuestras". Wine Advocate, la revista de fama mundial que reparte los puntos Parker, otorgó la máxima puntuación a uno de sus moscateles. Invierten una parte de sus beneficios en dar a conocer sus productos. Es un momento dulce para Estévez porque no hicieron lo que hacían los demás.

Sin embargo, Estévez no sacó pecho: "Aún quedan muchas cosas por hacer".

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