Francisco Andreu. Secretario general de UGT-Cádiz

"Hay motivos de sobra para protestar, pero hemos caído en la apatía"

  • El nuevo jefe ugetista defiende la utilidad sindical en los centros de trabajo Reclama a sus federaciones que participen en la toma de decisiones en lugar de criticarlas después

-¿Cómo se ha encontrado al sindicato?

-Ha sido complicado llegar, aunar voluntades y convencer a todo el mundo de que teníamos ir unidos, que con los tiempos que corren no podíamos estar tiroteándonos internamente. El tiempo dirá si lo hemos conseguido. Al menos en el congreso se ha conseguido el apoyo que yo pedía, yo quería un apoyo mayoritario porque ser la cara visible del sindicato en tiempos difíciles no era fácil.

 

-En estas primeras semanas en el cargo, ¿qué le ha costado más?

-La prensa. Desde el mismo día estuve atendiendo a medios y hasta hoy y no estaba acostumbrado. No he tenido tiempo ni de quitar papeles que no son míos en el despacho.

 

-A ver qué se encuentra...

-Espero que todo en orden. Pero, en serio, estamos intentando comenzar a andar, hacer los primeros contactos con las administraciones...

 

-En su discurso de elección, ¿qué le pedía a la secretaria andaluza de UGT?

-Lo que le trasladé es que los vamos a necesitar, pedí apoyo porque la situación es complicada a nivel social, a nivel sindical, a nivel de UGT y a nivel de UGT-Cádiz. Le pedí transparencia porque este sindicato debe ser el organismo que solucione los problemas a los centros de trabajo, no llevar problemas internos a los compañeros que están defendiendo estas siglas en los centros de trabajo. El problema es que ahora está todo en sede judicial. Si lo que sale en los medios es cierto, es difícil de asimilar y de justificar por los propios compañeros.

 

-Es un hombre de base en el sindicato y, ahora que está en la cima de UGT-Cádiz, ¿le pesa la losa de la gestión de Pedro Custodio, de Salvador Mera?

-Me pesó a la hora de dar el paso. Uno mira hacia atrás, ve la trayectoria y comprueba cómo han acabado en los medios los predecesores del cargo al que optas. Es una responsabilidad hacerlo bien pero te pones en el ojo del huracán y, en algún caso como el de Salvador, sin tener nada que ver con Cádiz, que las imputaciones no están relacionadas con esta provincia, sino por gestiones anteriores del cargo de Salvador Mera y el proceso judicial dirá si está bien. A los trabajadores hay que hacerles ver que la UGT no sólo trabaja para sus afiliados. Si un trabajador mira su nómina y se pregunta de dónde viene cada concepto, comprobará que es porque los sindicatos y los delegados en los comités pelearon porque así fuera. 

 

-¿Cádiz ha perdido afiliados?

-No tengo el dato exacto. Los trabajadores siguen viniendo a UGT-Cádiz, pero mi sensación es que el desgaste que estamos teniendo se está notando en la afiliación.

 

-¿Cree que puede ser por ese desgaste o por el hartazgo general de la ciudadanía a nivel político y sindical?

-Se quiere equiparar lo que está ocurriendo en este país con lo que pasa en UGT, con que todo es corrupto, lo de la Casa Real, el PP, los partidos políticos... y no es ni por asomo comparable. Lo determinarán los tribunales, pero a día de hoy tenemos los imputados que tenemos por el tema de los ERE, pero más responsabilidad que se ha tomado en este sindicato, que dimitió la ejecutiva provincial de Cádiz, su secretario general, el regional... no se puede decir que no hemos tomado medidas.

 

-¿Por qué cree que los imputados sindicales en el caso de los ERE pudieron haber cometido las acciones por las que se les imputa?

-Hay que tener claro cuándo uno deja de ser de un sindicato y es exsindicalista, porque el mayor imputado por este tema, Juan Lanzas, dejó de pertenecer a UGT en el año 2000; el que ha sido tesorero del PP estuvo contratado hasta hace dos días y resulta que en el partido dicen que no pertenecía al PP. Juan Lanzas se fue de UGT porque dentro no podía hacer lo que él quería. Sin embargo mancha el nombre de la organización. Los errores los cometen las personas, y los platos rotos los paga la organización. La UGT sigue siendo una organización legítima y válida. Si hay compañeros que decidieron irse para montar su chiringuito, ellos allá, y estoy convencido de que no es el caso de Salvador Mera. 

 

-Acaban de finalizar un segundo ERE. ¿Cómo ha acabado?

-El que se anulase el ERTE ha conllevado que haya que abonar los salarios que se dejaron de percibir y que no se trabajaron, y eso ha puesto en una situación más complicada al sindicato. Se han adecuado las plantillas como han hecho los partidos y otras organizaciones sindicales, y solo nosotros hemos tenido problemas, algo habremos hecho mal. En Cádiz, se ha conseguido que no haya ningún despido.

 

-¿Debe ser difícil hacer entender que un sindicato aplique un ERE a sus propios trabajadores?

-Lo es, porque nosotros estamos para defender los puestos de trabajo en todos sitios. Muchas veces, por parte de algunos compañeros de UGT, se ha ido difundiendo que este sindicato aplicó a sus trabajadores la reforma laboral que tanto criticó en la calle y por la que montó una huelga general. Y eso no es así bajo ningún concepto. Los ERE estaban en la legislación mucho antes, los 20 días por despido objetivo, también. En la negociación del primer ERE, la última propuesta que se hizo eran 33 días por año trabajado con 17 mensualidades, lo que está muy alejado de la reforma laboral, es más, es lo que supone el despido improcedente cuando se trata de despidos por causas objetivas. Esos compañeros no aceptaron ese acuerdo y aún así se fueron con 26 días de indemnización. Qué ocurre, que si las organizaciones sindicales tenían trabajadores dedicados a programas concretos que han dejado de venir por los recortes del Gobierno central, no queda otra que hacerlo, porque si no es asumir una plantilla sin tener trabajo qué hacer y pagándoles, y sería una irresponsabilidad.

 

-¿Es consciente de que para los sindicatos es difícil recuperar la calle? 

-No voy a llamar a la revolución y creo que no hemos perdido la calle. Lo que ocurre es que nos hemos acostumbrado, nos hemos aclimatado a que siempre haya alguien protestando. Cuando eso ocurría pocas veces, llamaba la atención, ahora ya parece que es lo normal. La gente tiene más motivos que nunca para protestar porque está habiendo una estafa monumental a los trabajadores. El problema es que hemos caído en la apatía de que no va a servir para nada una protesta o una huelga general. Esta reforma laboral ha puesto la diana en esos trabajadores indefinidos más antiguos, en los que mayor indemnización tenían. Después esos trabajadores eran despedidos y venían al sindicato y te dabas cuenta de que ninguno había ido a la huelga. Una cosa es cierta: el problema al final lo tiene el Gobierno, porque cuando ya no tiene nada que perder se vuelve peligrosa.

 

 -Y la organización interna del sindicato, ¿ya la tiene clara?

-Antes parecía que la Unión Provincial era un ente aparte y que los problemas de la Unión no eran problemas de las federaciones. La estructura de UGT no la conocen ni muchos de los que están dentro, es complicada; las federaciones, con su autonomía, después la Unión Provincial... Hasta ahora, parecía que los problemas de la Unión no eran de las federaciones.

 

-Eso enlaza con lo que también dijo el día de su elección...

-Aquí tenemos la desgracia de que a la hora de discrepar lo hacemos más en los medios que a nivel interno. Hay órganos para participar, para tomar las decisiones y la gente no participa pero después acude a los medios y se arroga una representatividad que no tiene. Yo cuando era responsable de Comercio y Hostelería, el que podía hablar en nombre de ese colectivo era yo. Yo lo que reclamaba era poner en valor lo bueno que hace este sindicato, porque lo malo está todos los días en los periódicos. Yo les pedí a las federaciones que participen en los órganos internos, en las decisiones pero a su vez quiero un compromiso. Lo que no me vale es no querer participar en las decisiones, porque son decisiones difíciles, pero hay que hacerlo. Y después el compromiso de hacer valer las decisiones que se tomen. Lo que no puede ser es decir que otros tomen las decisiones y, como ha ocurrido aquí, que haya compañeros del sindicato manifestándose en contra del propio sindicato.

 

-UGT, como empresa, ¿se ha visto muy tocada por la retirada de subvenciones públicas?

-Depende. Parece que todo lo que no sea subsistir con las cuotas de los afiliados es algo ilegítimo y no es cierto. Hay trabajadores a los que se les ha formado con calidad, que se han podido recolocar y ese trabajo está hecho. Es más, a esos cursos optaban organizaciones sindicales, empresariales, empresas privadas, etc. Lo que no podemos es coartar el derecho de una organización a acceder libremente a esos programas, que la Junta o cualquier gobierno decide externalizar. Te lo conceden y se da ese trabajo, se paga por adelantado, se audita y una vez acabado se reembolsa. Al igual que se abordó en su momento la financiación de los partidos políticos, la financiación de los sindicatos creo que es algo que habría que abordar, porque se hace una labor social. El problema es que se intenta hacer creer a la ciudadanía que somos los chupópteros de la sociedad, que la sociedad estaría mejor sin nosotros. Si desaparecemos los sindicatos de clase, le haríamos la vida mucho más feliz a alguna gente, pero la situación de la inmensa mayoría de los ciudadanos y no digamos de la clase trabajadora empeoraría de una forma abismal.

 

-Viene de un sector, el comercio y la hostelería, que también vive momentos difíciles...

-Está tocado el comercio. El comercio-metal se ha quedado sin convenio colectivo, trabajadores quedan muy pocos porque han ido cerrando empresas que en su momento ganaron muchísimo dinero cuando el boom de la construcción, y ese dinero no se vio traducido en el convenio. El sector del turismo puede ser el gran olvidado de la provincia, puede que porque son más silenciosos que los del metal, pero que es el motor de la economía gaditana y está salvando la situación. 

 

-Pero, mes a mes, lo que hace que el paro suba o baje en esta provincia es el sector servicios...

-El problema es la estacionalidad. Esos trabajadores que antes trabajaban ocho meses al año, los más afortunados, han pasado a trabajar no más de seis y un buen profesional de la hostelería no puede aguantar así, se va a otro lado. El problema es que si no somos capaces de garantizar a esos profesionales el número de meses que se merecen, nos quedaremos sin ellos. Llegará el momento en que en temporada alta cueste trabajo encontrar a esos profesionales, porque el que se valla a Pamplona o a Mallorca, ya se queda allí.

 

-¿Quién tiene más responsabilidad en la situación que se está viviendo a nivel de empleo y empresarial?

-Los bancos. Un banco no tiene responsabilidad social, solo ve números. Pero cuando han tenido problemas, han cogido su deuda y la han repercutido sobre nosotros. Por desgracia, una empresa en este país vale más sin trabajadores que con ellos, y si depende de un banco la decisión de que la actividad continúe, no lo va a hacer nunca. Cierra las instalaciones y la empresa que llegue se hace cargo de la plantilla. En Alemania, el mayor patrimonio de las empresas son sus trabajadores. Aquí es al contrario, el trabajador más antiguo, el que tiene más conocimiento, experiencia, saben dar servicios... resta valor a la empresa, que suma los trabajadores más antiguos con sus salarios y su indemnización y lo resta al valor de la empresa. 

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