"No sé si es más acertado darme la enhorabuena o desearme suerte". Miguel González Saucedo reaccionaba ayer con buen humor a las innumerables felicitaciones que no paraba de recibir tras el acto de toma de posesión como presidente de la Confederación de Empresarios de la provincia de Cádiz (CEC) en su tercer mandado después de ser reelegido en la asamblea electoral que la entidad celebró el 21 de abril con 138 votos a favor y dos en blanco.

Y es que González Saucedo es consciente de la difícil etapa que afronta como máximo representante del empresariado gaditano, como hizo ver en su discurso ante un auditorio que se quedó pequeño para acoger a los centenares de personas que acudieron al acto. El presidente de la CEC señaló que se enfrenta a este nuevo mandato "cargado de incertidumbre por los tiempos que corren, pero esta situación me ha impulsado a continuar porque no es el mejor momento para abandonar este barco".

El empresario chiclanero inició su travesía de cuatro años arropado por su familia y representantes del panorama económico, social, cultural y político de la provincia. En la mesa presidencial, junto a él, estuvieron la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, el presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), Santiago Herrero, el presidente de la Diputación, Francisco González Cabaña, el subdelegado del Gobierno central, Sebastián Saucedo, y el delegado provincial del Gobierno andaluz, Gabriel Almagro.

El presidente de los empresarios gaditanos dedicó palabras de agradecimiento a su gremio, la clase política y sindicatos tanto al principio como al final de un discurso centrado en la crisis. Un principio y un final con otro denominador común: la necesidad de llegar a un pacto que incluya a la administración pública, sindicatos y empresarios "en el que todos asumamos el compromiso de elaborar medidas valientes y eficaces que permitan colocar la actividad económica como la mejor manera de crear empleo y bienestar social, y se diseñe la provincia del futuro, próspera y competitiva".

Medidas que, en su opinión, pasan por mejorar la liquidez de las empresas, que el sistema financiero palie esta situación de falta de crédito para las pymes, que la administración pública se reordene bajo criterios de eficiencia administrativa, reducción del gasto y seguridad jurídica del administrado; el diseño de una política fiscal que incentive la inversión y el crecimiento del empleo; y una profunda reforma de la formación y de la justicia. Además de ésas, cree necesario acometer una reforma del mercado laboral, "vinculando los salarios a la productividad y teniendo en cuenta que la evolución de los costes salariales debe estar acorde con las exigencias impuestas por la coyuntura económica y la competencia internacional".

El presidente de la CEC no ocultó su preocupación por "las gravísimas dificultades que atraviesa la sociedad española en general y la gaditana en particular ante la alarmante destrucción de empleo, el elevado número de empresas que están cerrando y las que están dejando de crear". Aludió a las recomendaciones realizadas por organismos internacionales (OCDE, FMI, CE) para introducir reformas a las que "nadie quiere hacer caso".

El reelegido responsable de la CEC recalcó el compromiso del empresariado gaditano con la tarea de crear riqueza y empleo y ser competitivos, "y para ello debemos invertir en innovación e internacionalizar nuestros productos", aunque se preguntó cómo pueden los emprendedores ser competitivos y crear empleo "si los costes laborales, la inflación, el impuesto de sociedades, cotizaciones sociales con mayores que las del resto de los países del entorno; si tenemos niveles de formación que no están a la altura de la UE; si nuestro mercado laboral es más rígido y tenemos mayores obstáculos para iniciar un negocio; y si el estado de nuestras infraestructuras impide que coloquemos a tiempo nuestros productos en el mercado".

Si la preocupación por la crisis es compartida por todos, "el compromiso para salir de ella debe ser también compartido", concluyó.