Las obras de la plaza del Rey, que el Ayuntamiento quiere iniciar tras el verano, supondrán la transformación de este céntrico espacio en lo que en urbanismo se llama una plaza dura con la idea de dar mayor realce al Consistorio tras la rehabilitación y de darle uso como escenario para fiestas y grandes celebraciones sociales.

Nada nuevo, desde luego. El gobierno municipal de Patricia Cavada lleva planteando el proyecto desde principios del anterior mandanto, así que a nadie pilla de sorpresa las infografías que dio a conocer hace un par de semanas: prescindiendo de los detalles, un espacio diáfano de granito que incorpora las calles laterales para ganar en amplitud, sin la estatua de Varela y sin las palmeras aunque sí –siguiendo las indicaciones que la Comisión Provincial de Patrimonio hizo a finales de 2020– conservando el histórico arbolado de los laterales, donde se encuentra la zona de terrazas.

El proyecto, claro está, no deja indiferente a los isleños. La plaza del Rey no es cualquier plaza y tocarla siempre resulta complicado. Y lo cierto es que las plazas duras –muy en boga en la década de los 90– son también bastante cuestionadas en urbanismo por inhóspitas. Las corrientes actuales, en línea con la lucha contra el cambio climático, buscan en cada intervención que se lleva a cabo hacer siempre más habitables las ciudades y dotarla de espacios verdes, sombra y agua.

Aunque, para ser sinceros, en este caso la diferencia que media con ese concepto de plaza dura son solo seis altas palmeras y una estatua ecuestre, que tampoco evitan ahora esos inconvenientes que se temen que acarree el nuevo proyecto.

Los parterres, los jardines, los bancos con azulejos decorados y esa imagen de plaza romántica que muchos añoran empezaron a perderse en la década de los 90 para dar lugar al aspecto que la plaza tiene en la actualidad.

La plaza del Rey, con jardines, otra solería y bancos revestidos de azulejos decorativos, a mediados de los años 90.

Dos obras llevadas a cabo con anterioridad por el Ayuntamiento en 1998 y en 2003 cambiaron ya esa imagen histórica de la plaza del Rey para siempre, aunque por encontes no se atrevieran aún con Varela. De hecho, el debate en torno a la retirada de la estatua ecuestre no se planteó hasta que varios años después, en 2007, se aprobó la Ley de Memoria Histórica.

La obra que se llevó a cabo en 1998 –la primera de las actuaciones más recientes que se han acometido en este espacio– tuvo un presupuesto de 15 millones de las antiguas pesetas y consistió básicamente en la renovación de la solería a lo largo de todo el perímetro más externo de la plaza del Rey, que por entonces estaba muy deteriorado.

Prácticamente fue una primera fase de lo que se acometería unos años después, en 2003. Esta segunda actuación fue mucho más contundente e implicó –curiosamente sin despertar rechazo ni polémica alguna en aquellos momentos– la supresión de las zonas ajardinadas que rodeaban a las palmeras. Solo se mantuvo el parterre que rodeaba a la estatua ecuestre, que es el único vestigio de aquel diseño de alameda que tuvo la plaza del Rey desde mediados del siglo pasado.

La obra tuvo un coste de 148.361 euros y se localizó en la parte central de la plaza ya que en su perímetro externo se había intervenido cuatro años antes. Se renovó también toda la solería al completo y se sustituyeron los bancos que tuvo la plaza durante la segunda mitad del siglo XX por los actuales de granito. Fue, en realidad, un cambio bastante radical.

Luego, apenas unos años después, empezaría a plantearse de nuevo ya la remodelación de la plaza del Rey al hilo del proyecto del tranvía pero la iniciativa se malograría. De hecho, los metros cuadrados que ocupa este céntrico espacio son los únicos de la calle Real que no se han levantado con las obras del tren-tranvía, que sí ha intervenido en las plazas de la Iglesia, la alameda Moreno de Guerra o la plaza Menéndez Pidal (en el Carmen).

La plaza del Rey se quedó al margen por la presión ejercida justo en aquellos momentos en los que se gestaba todo –especialmente por los comerciantes y por el PSOE– para construir un parking subterráneo en la plaza del Rey, proyecto que no tardó en quedar aparcado y olvidado para siempre.

En 2015, al poco de estrenarse en la Alcaldía, puso ya sobre la mesa el proyecto de remodelación de la plaza del Rey para convertirlo en un espacio diáfano. No obstante, hasta ahora –llegado el ecuador de su segundo mandato– no se ha presentado el proyecto definitivo.

Parte del retraso se debe a que inicialmente se intentó financiar la actuación con los fondos de la ITI (Iniciativa Territorial Integrada) pero la actuación fue descartada del programa de regeneración del espacio público de la Junta de Andalucía, a pesar del compromiso que existía por parte de la administración autonómica para intervenir en este espacio como obra complementaria al tranvía Así que se optó por ejecutarla con cargo a los presupuestos municipales. Su licitación es inminente.

La plaza del Rey tras las obras que se hicieron en 1998, en las que se cambió la solería del perímetro externo pero se dejaron las zonas ajardinadas.